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julio 10, 2019

El mejor regalo es el tiempo

julio 10, 2019 17 Comments
Personas y tiempo, del fotógrafo ilustrador Kvocek
En esta sociedad tan individualista en que vivimos, donde la falta de tiempo, las prisas o el desinterés por los demás, van en aumento, también nos estamos acostumbrando a no valorar la atención o el tiempo que otras personas nos regalan.

Existen infinidad de acciones diarias por parte de quienes nos rodean que pasan desapercibidas para nosotros, como por ejemplo, un abrazo, una sonrisa, una conversación, un gesto amable...

No es necesario que el tiempo que nos dedican proceda siempre del entorno familiar, pareja o amigos. También los desconocidos pueden enriquecer y estimular nuestro estado emocional, con lo cual es aconsejable valorar a estas personas que nos ayudan a comenzar el día con una sonrisa, porque si te regalan su tiempo, quiere decir, que tú también lo aceptas, y por tanto aceptas recibirlo.

Como el herrero forjaba el metal como plastilina, así el tiempo nos moldea según las experiencias vividas, nos quita o nos da la razón, nos ayuda a valorarlo cuando evocamos el pasado y somos conscientes de nuestros actos, pero que antes de que ocurrieran nunca nos hubiésemos imaginado esas consecuencias. Por eso, el tiempo como el amor, ni se compra ni se vende y es el bien más estimado e irrecuperable. Viene a ser el común denominador de nuestras vidas, de forma que la dignidad de la personas reside en todos esos pequeños detalles capaces de dejarnos grandes huellas llenas de afecto.

Dedícale tiempo a todos los ámbitos de tu vida y goza de cada uno de ellos, porque si sabes anteponer lo realmente importante en tu día a día, eso supondrá que le dedicarás más tiempo a la compañía de tus amigos, de tu familia, pareja, animal de compañía o sencillamente pasártelo bien practicando tu deporte favorito, escuchando música, leyendo un libro, meditando o simplemente de relax. Comprenderás que es tan importante como realizar tu trabajo diario, o de lo contrario pregúntate: ¿para qué nos sirve vivir si no dedicamos parte de nuestro tiempo a lo que de verdad nos gusta?
 
Nadie debe decidir por nosotros, somos libres de regalarles o no nuestro tiempo, algo que no tiene precio y que debe surgir espontáneamente. No se trata de ninguna imposición. Por consiguiente, es bueno valorar los minutos de escucha, de comprensión, de cariño y de apoyo que los demás tienen la atención de dedicarnos, porque ellos tienen muy claro que compartir su tiempo es  darnos parte de su vida.
Para avanzar adecuadamente hay que pararse a pensar, a planificar o a poner en orden aquello que nos preocupa, pero siempre debemos hacerlo pensando en nuestro bienestar interno, cuidando de uno mismo y de los demás.
Estamos tan acostumbramos a cumplir objetivos inmediatos que no nos damos cuenta de lo que supone ese proceso o el tiempo que va desde su inicio y el objetivo final.  Pregúntate: ¿cuántos vamos a trabajar estresados, distraídos con el móvil hasta llegar a nuestro destino o tratando de evadirnos de la realidad?...
Es importante que seamos conscientes del momento presente para aprovecharlo al máximo con esas personas que valoras y de la forma que prefieras, teniendo en cuenta la dedicación que te demuestran.

Mientras que el dinero es recuperable aunque se pierda, el tiempo nunca lo podremos recuperar, por consiguiente, no lo desaproveches ni lo pierdas lamentándote de no haber sabido disfrutar cada instante. Ya es hora de ponerte las pilas y apreciarlo como se merece.

Valora el tiempo de una forma distinta:
  • Regala tiempo a quienes te ayudan a que pierdas la conciencia del tiempo, porque te sientes pleno y feliz a su lado. Sé agradecido con ellos porque te facilitaron llegar a ser quien eres.
  • Siempre habrá días peores o mejores que otros. Nuestros semejantes no se merecen que les «contamines» con tus malas vibraciones. Agradece y  sé amable con los demás, igual que quisieras que se comportasen contigo. No por ellos exclusivamente, sino por lo que tú sentirás después de hacerlo. Sonríe más y sé educado, porque comprobarás que también ellos te sonríen más de lo que te imaginabas y en general recibirás un trato mejor, aunque si no sucede así, tampoco le des vueltas ni te amargues la vida, puesto que tus vibraciones y actos estarán en armonía con tu paz interior.
  • Captar la información de nuestro entorno, como por ejemplo animales, personas, edificios, colores, gestos, objetos... Supone todo un registro de estímulos exteriores percibidos por nuestros sentidos, del cual aprendemos las necesidades de la gente, de cómo sienten y de lo que nos pueden transmitir sus miradas.
  • Priorizar aquello que sentimos en cada momento. Ya sea unos hombros tensos, una respiración apresurada o un rugido en la barriga. Observemos silenciosamente qué nos ha llevado a ello con el fin de encontrar una respuesta adecuada, como por ejemplo hacer una rotación de hombros que los puedan relajar, realizar respiraciones profundas  o comer algo.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

enero 05, 2016

Las almibaradas y consumistas fiestas de la Navidad

enero 05, 2016 6 Comments


Empezamos la cuenta atrás hacia esa fecha que el consumo y la hipocresía se encargan de almibararla como si de una gran ceremonia de corazones bañados en chocolate se nos pusiera encima de la mesa del salón de nuestra cotidianidad, de aquello que ya ni siquiera apreciamos porque lo tenemos demasiado visitado y los muebles parecen invisibles o erosionados por la rutina, sin embargo ese toque de campana provocador, como aquel de los perros de Paulov, nos activa las papilas gustativas del afán consumista, destapa el corcho de los deseos y al final el espectáculo de autómatas empieza a girar dentro de la bola de cristal con bolitas de nieve... ¡Qué alegría, qué felicidad llegó por fin la Navidad! ... una alegría que de un día para otro no se puede cuestionar, ni siquiera en esas reuniones familiares donde cada año siempre hay más de una silla vacía, más de un silencio congelado en la garganta, más de un llanto resquebrajándonos el alma. Una felicidad tan pasajera como las luces que brillan por todas partes y con el mismo ímpetu de la llegada parten unos días después, dejando a su paso un reguero de promesas disimuladas por el mismo cinismo que ha creado semejante festejo.

No quisiera tampoco ser la cáscara amarga que de un manotazo desinfla ese carrusel de vanidades, pero si me gustaría recordar a todos los que sólo se esfuerzan por agradar a otras personas precisamente en esos días señalados, que la Navidad debe ser cada día, cada minuto de nuestra vida, cada segundo de aliento, porque esas personas a las que supuestamente dices que quieres, no tendrían que significar un gran esfuerzo dibujarles una sonrisa en su mirada, también en esos días ensombrecidos por tu propio egoísmo. Nos encanta regalar y encontrar el regalo más adecuado y de nuevo volvemos a imaginarnos objetos, en lugar de personas, volvemos a imaginarnos productos en lugar de seres humanos que lo están pasando francamente mal también en estas fechas. 

Me conformaría con que este pequeño texto que acompaño con esta imagen navideña, no se interpretase como otra oda más a la Navidad de los centros comerciales, del derroche estúpido o de la hipocresía vestida con lazos de felicidad, sino que fuese una toma de conciencia de cómo los seres humanos acaban confundiendo el amor de papel con el sentimiento más noble que es el Amor incondicional.