Cuando apenas acababa de cumplir los veinticinco, finalizó con sobresaliente su carrera de periodismo y pensó que le esperaba todo un gran porvenir. De hecho, al principio, se lo rifaban las editoriales más conocidas de la prensa escrita en su país de residencia, pero más adelante, se fueron complicando bastante las cosas. Existía demasiado compadreo y compromisos de por medio, entre los familiares o descendientes de los ejecutivos de estas empresas, a la hora de cubrir los puestos que se quedaban vacantes y él, aquel gran profesional que había demostrado sobradamente sus méritos a lo largo de tantos años, empezaba a comprender que su trayectoria laboral debía corregir el rumbo que hasta entonces había llevado.
Una mañana su director le llamó por teléfono para proponerle viajar hasta una peligrosa zona en pleno conflicto bélico, algo que anteriormente podía rechazar, pero que ahora debía aceptar sin titubeos y así lo hizo.
Se despidió de su mujer que no paraba de acariciarle el rostro con las manos como queriendo memorizarlo, besándola en los labios apasionadamente sin poder evitar que las lágrimas se deslizasen hasta más abajo de su barbilla. Sus tres pequeños también le sujetaban las piernas tratando de que los alzase en el aire y les hiciera el juego del avión...
Una peligrosa emboscada nocturna le dejó peligrosamente herido de muerte en una calle próxima al hotel donde solía ir a dormir. En su estado casi inconsciente vio una luz que iluminaba toda la zona que cubría su herida y como el gran charco de sangre que le rodeaba se disolvía por momentos hasta desaparecer por completo, lo mismo que su herida. De repente, la visión de un ser desconocido le transmitió un estado de bienestar absoluto con un mensaje telepático: "Regresa, no eres de este mundo"
Una mañana su director le llamó por teléfono para proponerle viajar hasta una peligrosa zona en pleno conflicto bélico, algo que anteriormente podía rechazar, pero que ahora debía aceptar sin titubeos y así lo hizo.
Se despidió de su mujer que no paraba de acariciarle el rostro con las manos como queriendo memorizarlo, besándola en los labios apasionadamente sin poder evitar que las lágrimas se deslizasen hasta más abajo de su barbilla. Sus tres pequeños también le sujetaban las piernas tratando de que los alzase en el aire y les hiciera el juego del avión...
Una peligrosa emboscada nocturna le dejó peligrosamente herido de muerte en una calle próxima al hotel donde solía ir a dormir. En su estado casi inconsciente vio una luz que iluminaba toda la zona que cubría su herida y como el gran charco de sangre que le rodeaba se disolvía por momentos hasta desaparecer por completo, lo mismo que su herida. De repente, la visión de un ser desconocido le transmitió un estado de bienestar absoluto con un mensaje telepático: "Regresa, no eres de este mundo"
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados