Tengo el gusto de presentaros a continuación el microrrelato premiado en el
Miró distraídamente por la ventana. El paisaje urbano ya empezaba a vestirse de Navidad. Se repetía a si misma que esta sería otra nochebuena como las celebradas después del fallecimiento de sus padres, con la soledad al hombro y la indiferencia en la mirada.
Año tras año las calles repletas de esperanzas servidas en escaparates, cantos de gorriones infantiles y familias al borde de un ataque de nervios caminando en las aceras o sobrepasando los límites de una alegría alquilada para esas fechas.
¿Cuántos años permanecía viviendo en esa ciudad?, más de cincuenta y más de media vida pensó. Según decían "nadie muere del todo mientras perduren sus recuerdos" y así le ocurría a los suyos, guardados no solo en la memoria, sino también en una vieja caja con adornos de taracea, que había recuperado de la casa de sus padres, donde precisamente estaba una fotografía amarillenta con una escena familiar, propia de esas mismas fechas. La miró emocionada mientras se calentaba frente a la chimenea del salón, decidida a poner fin a tantas lágrimas de nostalgia acumuladas en las agujas del tiempo.
Solo transcurrieron unos minutos hasta que los vecinos descubrieran la escena. Las llamas de la chimenea fueron avanzando hasta alcanzar el techo. Cuando los bomberos entraron al domicilio, solo encontraron los restos de un cuerpo calcinado y una fotografía que extrañamente se había salvado del fuego, donde una familia estaba reunida celebrando una fiesta de Navidad.
Año tras año las calles repletas de esperanzas servidas en escaparates, cantos de gorriones infantiles y familias al borde de un ataque de nervios caminando en las aceras o sobrepasando los límites de una alegría alquilada para esas fechas.
¿Cuántos años permanecía viviendo en esa ciudad?, más de cincuenta y más de media vida pensó. Según decían "nadie muere del todo mientras perduren sus recuerdos" y así le ocurría a los suyos, guardados no solo en la memoria, sino también en una vieja caja con adornos de taracea, que había recuperado de la casa de sus padres, donde precisamente estaba una fotografía amarillenta con una escena familiar, propia de esas mismas fechas. La miró emocionada mientras se calentaba frente a la chimenea del salón, decidida a poner fin a tantas lágrimas de nostalgia acumuladas en las agujas del tiempo.
Solo transcurrieron unos minutos hasta que los vecinos descubrieran la escena. Las llamas de la chimenea fueron avanzando hasta alcanzar el techo. Cuando los bomberos entraron al domicilio, solo encontraron los restos de un cuerpo calcinado y una fotografía que extrañamente se había salvado del fuego, donde una familia estaba reunida celebrando una fiesta de Navidad.