Concurso de relatos de El Círculo de Escritores "PIRATAS, ¡al abordaje!"
Llevábamos casi dos meses navegando cuando un atardecer vimos algo totalmente inesperado, una enorme embarcación aparejada por completo que se nos aproximaba a nuestra aleta de babor. El viento hinchaba sus velas, mientras el oleaje la alzaba como a un gigante de madera. Navegaba a varios nudos por hora y en la popa lucía una espectacular sirena de bronce que parecía real. Al fijar la vista nos dimos cuenta que nos hacía señales, lo cual nos dejó completamente perplejas, pues pensamos que otros barcos también la habrían divisado, pero que ninguno todavía se había decidido a aproximarse a su eslora.
A las cuatro en punto de la madrugada, el contramaestre nos trajo una sorprendente noticia, un marinero de nuestra tripulación había desaparecido mientras estábamos durmiendo.
Solo habían transcurrido unos pocos segundos y unos atronadores gritos sobrevolaron la cubierta del barco sumida en una completa oscuridad, apenas sesgada por los linternones de popa que daban un aspecto lúgubre y fantasmal a los hombres que incesantemente circulaban en ambas direcciones hasta la zona de proa, desde donde procedían aquellos alaridos sobrecogedores.
Vimos la figura de la capitana sobre la enorme arboladura de nuestro galeón Spook, alzando su brazo acabado en una mano ganchuda de cobre y con la otra en un alarde de coraje mostraba su sable a toda aquella niebla grisácea que se abalanzaba hacia el resto de la tripulación:
-¡Oídme, panda de insensatos marineros cobardes! -exclamaba con voz atronadora- que el miedo no paralice vuestros cerebros de mosquito perezoso. Estos nuevos "huéspedes" solo son unos estúpidos bucaneros, que no conseguirán el abordaje de nuestra embarcación, a menos que vuestras inmundas cabezas de chorlito os impidan reaccionar a tiempo y evitar la catástrofe.
-Esos monstruos acabarán con nuestras vidas, capitana. Bájese de ahí ahora mismo y salgamos huyendo en las barcazas amarradas a popa, o no habrá forma de librarnos de esa infernal sombra que se nos viene encima.
-Contramaestre, Ivory, escúcheme y deje de mearse en sus patas traseras de gallina timorata, sitúe a sus hombres en sus puestos de combate y que la pólvora de los cañones acabe con esa fragata.
-Hay multitud de hombres que se están tirando al agua desesperados y no estoy dispuesto a acatar sus órdenes. ¡Eso sería un suicidio colectivo!
Fue en ese preciso instante cuando nos pusimos de rodillas ante la capitana para suplicarla que nos librase de aquella tragedia. Ella nos miró con desprecio y ordenó que nos arrojasen al mar... Nosotras, las tres aprendices, arremetimos con diestra escaramuza a los intentos de algunos marineros de sujetarnos por los brazos y piernas, obedeciendo órdenes. Finalmente la retamos a duelo, pues no estábamos dispuestas a someternos a sus órdenes, lo cual motivó que el contramaestre y otros marineros se nos unieran para acabar por fin con el despotismo de aquella mujer.
De repente nos sobrevino una gigantesca ola que doblegó los mástiles y partió en dos las velas, lo que hizo que la capitana cayera de golpe al pozo de la escotilla mayor, muriendo desangrada.
Entonces se hizo presente un intenso silencio y la espesa niebla dio lugar a la insigne figura del pirata Barbanegra y a su fiel guardián canino de dos cabezas que nos vitoreaban por haber acabado con aquella malvada pirata Mary Perlazul, con la que tuvo un romance desgraciado y le había jurado llevarse su alma.
Tras aquella "hazaña" mandó a un singular grupo de zombis traer un gran cofre repleto de monedas de oro y piedras preciosas que nos entregó nombrándonos Las Tres Guardianas de su famoso tesoro pirata.
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
Medalla de bronce en el concurso de El Círculo de Escritores |