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diciembre 07, 2020

Papo


Óleo con paisaje de mar - Hernán Cortés Moreno

Dentro de la Cuarta Temporada del Concurso Literario El Tintero de Oro, en su XXIV Edición, correspondiente al mes de Diciembre de 2020 y a modo de homenaje a Daphne du Maurier, autora de la famosísima novela Rebecca, os invito a conocer los requisitos formales para dicha participación, así como el relato con el cual participo en esta nueva ocasión.

REQUISITOS FORMALES:

  • Solo un relato por autor y blog. 
  • El relato debe publicarse en el blog del autor durante el plazo de participación.
  • La extensión del relato no deberá superar las 900 palabras. 
  • Para participar, bastará con añadir el enlace a vuestro relato en los comentarios de la entrada que dé inicio a la convocatoria.
  • La historia deberá girar en torno a un personaje que no aparezca en el relato.  
Por consiguiente, el tema como exigen los requisitos, gira en torno a un personaje que no aparece en el relato sino que existen referencias a él desde el recuerdo y el punto de vista de otros personajes secundarios. Lo he construído ajustándome a las novecientas palabras máximo y contiene elementos fantásticos además de otras particularidades que apuntan a un cierto tipo de narrativa llamada realismo mágico, aunque nadie mejor que vosotros para juzgarlo, por lo que estaré atenta a vuestras impresiones y espero no defraudaros. 
Muchas gracias compañeros y amigos lectores, como es mi costumbre os devolveré gustosa vuestros comentarios. 

  
      He vuelto al rompeolas. Inquieto lo recorro, tratando de bucear en el piélago de la memoria, para rescatar del olvido fragmentos de mi infancia.
 
      Desvío los ojos al agua y una imagen ondulante me devuelve otra: la barquita de Papo, así le llamaban al abuelo cuando yo me dedicaba a ensanchar el vientre de mi madre.
      Las olas se cruzan con otras lejanas y así, voy cruzándome en esta fría tarde con la melancolía del presente que me transporta a otro tiempo pleno de felicidad.
      Desde esta extensión de rocas que roban espacio al mar me veo adulto, desconfiado y sigiloso, como el cangrejo que agazapado entre las piedras me ha descubierto circundando su territorio, aunque no tengo ninguna intención de atraparlo, pero es evidente, que su código de supervivencia me señala como un eventual peligro.
      Me complace divisar todavía la vivienda de mi abuelo de un blanco reluciente con fornidas rejas para proteger las ventanas repletas de macetas.

      Sigo queriendo vencer al ejército de «saqueadores» que aún se jacta de haberme ganado la partida. Me cuesta aniquilar el rastro de lo que llegué a ser, escoltado por una maleta ahíta de ilusiones con que embalé la cabeza durante la aventura que viví lejos de esta escollera. Fue difícil extinguir el hechizo que me mantuvo cautivo hasta recuperar la llave de la celda de mis locuras y huir.
     Me salvé de los tambores de guerra y del instante cuando expiró la contrarrevolución. Por casualidad, conocí la llegada de los vencedores que me obligaron a ocultarme en las estribaciones de una montaña con lo justo para subsistir y sin renunciar a los principios que mi padre supo imbuirme con esmero y cariño.

   
       He vuelto para quedarme y pisar otra vez la playa que lleva hasta las calles soldadas al trozo de tierra firme por donde rodaron mis pasos calzados de inocencia y liderados por el ímpetu de mi juventud.

       Eliseo, mi padre, decía que de pequeño, Papo solía despertarle con su vozarrón gutural, dispuesto a reventarle el parche ovalado que recubría sus tímpanos, si no daba muestras de alzarse del mullido catre y brincar para seguirle como al adalid que conoce el trayecto hasta los fogones de la cocina. Allí, deleitándose con el bizcocho de limón que mi abuela horneaba; preparando la mesa, eternizando la estampa de Papo cruzando los brazos con las manos sujetando la nuca, dejando que la cabeza caiga despacio para girarla a ambos lados con la sonrisa intensa, mostrando los dientes de arriba, mientras no la perdía de vista alimentando a los polluelos.

       Me dirijo a la vereda de almendros bajo un reguero de magnolias que adornan los balcones en los fragores del verano.
       Noto como los pies me conducen hasta la casa enlucida de yeso y con vigas de madera por dentro. Es sábado y todo es silencio... ¿Qué extraño? ¡Nadie me recibe!
      Una atmósfera de vapores añejos amontona el polvo en los rincones y eclipsa las estancias vacías. Alzo la persiana de mi cuarto y escucho el chirrido del eje que me indica la suciedad acumulada. Debería engrasarlo.
       Todo permanece como cuando padre me envió la foto del último cumpleaños de Papo, solo que las plantas de las ventanas ya fenecieron. 
«¿Dónde están las macetas que veía desde el malecón?», me cuestiono, y al poco, percibo un susurro que me obliga a girarme en redondo...

      —¿Cómo es posible que hayas tardado tantos años? —me pregunta mi padre sin mover los labios, rodeado por un halo de misterio.
      —Padre, estoy confundido. ¡Ahora tiemblo de frío y hace nada,  el cuerpo me ardía en la playa! ¿Por qué no está madre? ¿Qué le ha pasado?
      —Hijo mío, estoy dentro del armario —intercede la madre—. Ya lo entenderás. Abre la puerta, pronto estaremos todos juntos. Me quedé esperándote.
      —¿Y Papo, también está ahí?
      —¡No, él se ha tenido que marchar! Nos dijo que te felicitásemos tu cumpleaños.
      —Pero, mamá, ¿qué estás diciendo? Eso ya pasó. Hoy no es mi cumpleaños.
      —No contradigas a tu madre, ya conoces sus poderes y ha estado todo el día preparando la fiesta. Sabía que hoy vendrías.
      —¡Venga, hijo mío, métete en el armario y saldrás al jardín!
      —De acuerdo, lo voy a intentar.

      Abro la puerta y el interior del armario se ilumina, dispersándose los estantes y la ropa enmohecida. Me introduzco despacio, pensando que ha sido fácil hacerlo. Al fondo distingo el jardin inundado de sol, con el parterre repleto de peonías y verbenas.
      La mesa de madera tropical sigue en el centro rodeada de sillas donde mis padres y la abuela permanecen estáticos, con la misma vestimenta de antaño. Un escalofrío me sobresalta cuando me fijo que se elevan por encima del suelo, yendo de un lado a otro.

      —¡Se acabó la fiesta! ¡Quiero salirrr... ¡Ahoraaa!
    —¡Eso es imposible! —vocearon a coro aquellos títeres—. Comprendí que ya no estaban dispuestos a continuar sin mi presencia.
      —Aquí todo es posible ¡quédate con nosotros! —prosiguió mi abuela, tal y como la vi en una foto de cuando era joven.
      —Pues si todo es posible ¡quiero abrazar a Papo! No tuve ocasión de que me sujetara en sus brazos y todo lo que sé de él me lo habéis contado.   

      He vuelto a cerrar los párpados mientras duraba la siesta. Voy a frotármelos como si se trataran de lámparas maravillosas dispuestas a concederme el deseo: ¿Papo, estás ahí?...

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados 

noviembre 23, 2020

Zafarrancho : 1ª , 2ª y el desenlace

 

¡Hola! queridos compañeros y seguidores, os deseo un buen comienzo de semana y resto del mes.
De nuevo os comparto este microrrelato que participa dentro de otro nuevo reto del TINTERO DE ORO, que si os apetece conocer las bases no tenéis más que clicar en las mayúsculas para ir directamente al blog de nuestro querido compañero David Rubio.
Se trata de crear una historia de 250 palabras máximo y que termine con un glorioso y apasionante Continuará.
Muchas gracias por vuestra atenta lectura y amables comentarios.
 
 
 1
 
           Abro los cajones de los muebles, las puertas de los armarios y examino la decoración. Por primera vez me parece todo horroroso. Hasta mi marido con pijama y zapatillas pegado a la tablet, desprende un olor a naftalina con polillas taladrando pasadizos en su interior.

        Estoy dispuesta a tirar tanta antigualla. Comenzaré por su repulsiva colección de mariposas.

        —¡Eh, chicas, despertad del limbo! ¡Voy a liberaros del polvo y la desidia! ¡No es justo morir para el disfrute de un maníaco coleccionista!
        
        Contrariada por semejante ultraje, me dirijo a las estanterías del despacho donde él guarda sus libros y como venganza decido retirárselos para regalarlos a la biblioteca del barrio.
        
        Al llegar al salón me tropiezo con las zapatillas de Antonio, que las ha tirado en la alfombra. No me pierde de vista, lo que me altera los nervios. Estoy a punto de darme con las narices en la alfombra. Antes noté un roce en la cara. ¡Leñe! la figura de porcelana de la arpista no sé cómo salta de uno de los estantes y acaba hecha trizas. Era un regalo de mi suegra del que le costó desprenderse. Antonio, por su parte, me tenía prohibido tocarlo.

       —¡Te lo advertí, que no te acercases a la arpista, pero lo acabas de hacer! —gruñe enrojeciendo las mejillas con los ojos saltándosele de las órbitas, simulando dos bolas de billar en mitad del rostro, pero lo que me empieza a asustar de verdad es verle agitar los puños en alto.

       —¡Tierra, trágame!

                                                              

                                                         2

 

        El tono de crispación con el que Antonio me acaba de hablar atrae con la fuerza de un imán a Niebla.

       —¿Qué le ocurre a este bicho? ¡Deja de mirarme y no me enseñes los dientes!
       —¡Niebla! no te enfades con él. ¡Ven aquí ahora mismo!
       —Echa de aquí a este perro. No me gusta como estira las orejas hacia atrás.
       —¡Grrr...!
       —¡Huyyy... ¡Me ha mordido! ¡Quítame de encima a tu puto perro!¡Me cagüen la leche que t´han dao!
       —¡Dios mío, tenemos que ir al veterinario para que lo vacunen de la rabia!
       —¿Pero todavía estás así? ¿con los ojos en blanco?
       —¡Vamos, Niebla, déjale en paz! ¡Ven aquí chiquitín!
     
         A duras penas consigo que mi fiel guardián me obedezca y con cuidado observo la mordedura en la pierna. La lesión le ha dejado la piel desgarrada y no deja de sangrar.  

       —¡Antonio, vámonos enseguida! Llamo a la vecina para que se quede con Niebla.
       —Paqui ¿no te importa quedarte con Niebla que me llevo a Antonio al hospital?
       —¿Qué ha ocurrido, tiene el maldito "bicho"? ¡No me asustes, cielo!
       —¡Nooo! ¡Niebla le ha mordido!
     —¡Ayyy, prenda, qué cabeza tengo! Me olvidé de decirte que lo llevé a vacunar de la rabia cuando fui con mi pequeña Syra al veterinario. ¡Discúlpame, soy una atolondrada!
       —¡No, qué va, eres una joya! ¡Qué peso me has quitado de encima!
       —¡Ehh, cálmate, por favor, no cojas ese cuchillo y la pagues con el pobre animalito!
       —¿Qué está pasando? ¡Voy para allá!
       —...


                                                                           3

 

        Ya han pasado unas horas desde que llegó Paqui y se llevó a Niebla. Estoy en la cafetería del hospital esperando a que terminen de cerrarle la herida con puntos de sutura.
         Noto una presencia a mi espalda y giro la cabeza apretando con fuerza los labios, es Julia, la amiga incondicional de Antonio o lo que aún siga siendo, porque esa tipa me cae fatal.

        —¿Qué haces aquí? ¿Le ha pasado algo a Antonio? No me he enterado y eso que estoy de turno de día.
        —¡Qué raro, que no sepas nada! Le están dando unos puntos en la pierna.
        —Espera un momentito, voy a informarme.
        —¡Claro, claro!
      
       Salgo a fumar un pitillo. Me importa un bledo que vuelva con el recadito para joderme el día, porque de esa granuja no me fío un pelo.
      A través de las cristaleras de la fachada que dan al exterior observo que la tiparraca anda buscándome, aunque prefiero resguardarme y hago como que no la veo. El taconeo de sus zuecos se vuelve estridente.

      —¡No te alteres, que te conozco! pero me han dicho que Antonio tiene la covid y deben ingresarlo.
        —¡Anda, estás pirada! Tiene una salud de hierro.
      —No te pongas chula conmigo, que como se me crucen los cables te hago una PCR y ya veremos luego...
        —¡De eso nada! Llamaré a la policía.
        —¡Ya me hartaste! Venga, tira para adelante, que te vas a enterar.

       Me lo advirtió mi madre antes de casarnos: «donde hubo fuego, quedan cenizas».

 

                                             ................    F   I   N   ................

 


octubre 26, 2020

La leyenda de la Casa del Chapiz


Casa del Chapiz en Granada

Queridos amigos y compañeros:

En esta ocasión os presento un nuevo relato inspirado en la leyenda que lleva por título el mismo con el que publico la entrada.
También debo añadir que mi escrito participa en el reto de octubre de 2020 en la web de Café Literautas:
Reto de Escritura Creativa #10- Octubre, 2020 - "La leyenda", donde es obligatorio incluir las palabras: vaho, bermejo y verdad. El reto opcional debe incluir a un personaje que fuera un incrédulo o un periodista. 
He elegido una leyenda de mi ciudad de Granada impregnada de magnetismo que intenta llevar al lector hasta esa época de principios del siglo XVI con un trasfondo espiritual en medio de un romanticismo.
Teniendo en cuenta que la extensión máxima para el reto es de 750 palabras máximo, pero mi escrito original que redacté desde un principio constaba de algo más de novecientas palabras, he optado por publicarlo y dejar el otro más acorde con las condiciones del reto para compartirlo en dicha web.
Me gustaría también expresar mi agradecimiento a los compañeros de esta web que tuvieron la amabilidad de ayudarme a mejorar la calidad del relato, como Isabel Caballero, Pepe Espí Alcaraz e Isan, habituales contertulios de este blog y otros más que solo participan en dicho espacio.

Deseo que paséis un buen rato de lectura y os doy las gracias por la amabilidad de seguir dejándome vuestras muestras de cariño.
 
 
     En las postrimerías del siglo XVI en España, cien años después del descubrimiento del Nuevo Mundo, afloró la leyenda de un tal Diego Ponce de León designado alcaide (como se decía en esa época) de La Alhambra de Granada, aunque pocos meses llegó a ostentarlo, pues parece que fue poseído por el sortilegio y la belleza de una enigmática morisca que le arrebató la razón, lo cual le incitó al asesinato de su esposa y varios hijos, despeñándolos desde una de las torres de la fortaleza hasta la Puerta de los Siete Suelos.                                                                
     
                                                     *                       *                     *       
      En compañía de varios amigos, Diego Ponce ascendía por la carrera del Darro camino del Albaicín, que tras la sublevación de sus lugareños en 1500 y aplastada la revuelta, tuvieron que perder sus derechos y hacerse cristianos o moriscos conversos.
En su recorrido hasta el Albaicín tomó la dirección hacia la empinada cuesta del Chapiz que franqueaba de Norte a Sur la vieja barriada musulmana de Albayda (“La Blanca”).
Iba caminando cuando notó cómo el aire helado contribuía a formar penachos de vaho mientras respiraba. Un acompañante le advirtió del peligro al que podía exponerse con semejante paseo; no le sería fácil librarse de la nefasta presencia de tantos moros desleales repartidos por aquel paraje, ansiosos y con las dagas afiladas para cobrar el botín.

      —No llegaré tan lejos, Don Julián. Sepa vuesa merced que pararé a la entrada del Chapiz.
      —¿Por qué el interés de subir allí, Don Diego?
      —Solo es un galanteo ¡no os preocupéis!
      —Por cierto, ¿puedo preguntarle por la afortunada?
     —Tres noches han pasado desde que tropecé con ella por esta pendiente. En enviéndola, me traspasó el corazón el deseo de poseerla. Tras los muros de un carmen rodeada de penumbra, aquella mora de singular belleza me arrobó la razón y confío en que esta noche pueda entrar en su casa.

      La diosa fortuna quiso que descubriera el amor cerca de una esquina donde se erigían los muros de una casa árabe rodeada con jardines, y un terreno plantado de vides. Allí acertó a divisar la fulgurante belleza de una mujer musulmana, aunque las fuerza del inexorable destino reunió en el mismo lugar y a la misma hora a otras dos importantes autoridades, por lo que tres fornidos corazones se vieron heridos de muerte como consecuencia del embrujo de la mora con la férrea esperanza de gozarla; y sin saber el cuándo, ni el dónde, ni el cómo, llegó a ser esclava del judío proxeneta, a quien le preguntaron el precio de sus servicios.

     —Apresure el paso, la belleza de un paraíso vestida de mora le aguarda al otro lado.
     —¡Por fin la veo! ¡Váyase tranquilo!
     —Goce vuecencia de los placeres de la coyunda y regrese sano y salvo.
      —¡Así lo haré! ¡Id con Dios, Don Julián!

     Al otro día los sirvientes de Don Diego rastrearon todo el Albaicín para encontrarle, pues las autoridades de la Alhambra le requerían para algún asunto importante. Cuando lo hallaron  bajando la cuesta del Chapiz le anunciaron que el Alcaide de la Alhambra lo esperaba, mas Don Diego se percató de haberse olvidado la espada en la casa de la hetaira, por lo que dio media vuelta, volviendo sobre sus pasos.
     Cuando llamó a la puerta nadie le abría, así que decidió aporrear con insistencia la madera hasta despertar al vecino de enfrente, que sin dar crédito a lo que estaba viendo, se le aproximó para explicarle que la vivienda permanecía desocupada desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, Don Diego desconfiaba de él y le pidió que abriese la casa para comprobarlo.

     —Perdonad mi señor —le dijo el vecino miestras abría—. Estáis equivocado, esta casa está abandonada. Dudo que no conozca que cuando se rebelaron los moriscos de este barrio contra el confesor Cisneros, los cristianos ahorcaron en la rambla del Beiro al rico moro propietario de esta mansión. El populacho se ensañó con el inmueble, saqueándolo y prendiendo fuego. A consecuencia del incendio murió su hija, la cual según decía la gente era de una belleza excepcional. Finalmente, la justicia se encargó de sellar la entrada y después me encomendó que guardase la llave para siempre.
     —¡¿Desvariáis?! Permitidme el favor de acceder al interior, pues es mi deseo revisar los aposentos —aseveró Don Diego fulminándole con la mirada.

      El vecino le miró receloso, temiendo que hubiese perdido la razón, aunque accedió a su ruego y contempló su intrépido paso cruzando el umbral por el jardín todo recto hacia delante, topándose con un paisaje desolado y carente de huellas de actividad humana alguna.
      Al rodear la fuente del patio vio la puerta oscura del cuarto de la atractiva mora con la que cohabitó toda la noche. Entró dentro, todo permanecía desolado por el fuego.
     Algo inaudito tuvo lugar, de pronto notó un nudo en la garganta, quedándose aterrorizado tras la visión de la espada en una esquina.

     —¿Qué le ocurre mi señor? —dijo el vecino al ver cómo el color de su cara palidecía cual azucena con un gesto que le recordaba al de una efigie y el cabello se le volvía más bermejo.
     —¡Oh, mire ahí! —contestó don Diego, sin hacer caso a su pregunta y señalando el haz de luz que, atravensando el ajimez de la cúpula, resaltaba de forma inequívoca la pedrería de su espada.

     Todo hizo presagiar que la verdad de la fe acabase por imponerse a la incredulidad, debido a lo cual Don Diego cayó de rodillas tomando la espada. Luego buscó la cruz del mango para besarla, musitando tembloroso una plegaria.


Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados 


octubre 06, 2020

La sabandija


    A partir del 1 de este mes se ha inaugurado la Cuarta Temporada del Concurso Literario El Tintero de Oro, en su XXIII edición, homenajeando a Jim Thompson, uno de los mejores escritores de Novela Negra, y su obra maestra 1280 Almas. 

BASES DE PARTICIPACIÓN:
    Tema: Un relato escrito en primera persona y protagonizado por un psicópata.
    Extensión: Máximo 900 palabras.
    Plazo: Del 1 al 15 de octubre de 2020.
    Participación: Deberéis publicarlo en vuestro blog y añadir el enlace en los comentarios de esta entrada.

 

Si os apetezca participar clicar con el ratón aquí en el enlace para conocer más detalles de la convocatoria.

Mi relato viene a ser una versión particular del desenlace que el autor Jim Thompson imprimió a su novela. Por consiguiente, me he inspirado en su protagonista y algunos personajes que aparecen en otros capítulos, para enlazarlos dentro de una trama que intenta demostrar la facilidad de manipulación que tiene dicho psicópata, tratando de imponer su ley a quienes pueden poner en peligro su profesión, algo que para él va más allá de lo convencional y carece de escrúpulos.

Sin más preámbulos, os dejo con esta lectura, que ojalá sea de vuestro agrado y aprovecho también para agradeceros vuestras muestras de cariño y comentarios.


 

                           «Sin embargo, hay un solo argumento posible. Las cosas no son lo que parecen». 

                                                                                                                   Jim Thompson

      Parece que la leyenda que alberga el maldito lugar donde represento a la justicia, muestra a las claras que ninguno es tan inocente como yo mismo, Nick Corey, convencido de ser la reencarnación de Cristo, haciendo "buenas obras" para persuadir a la gente de que no tiene nada que temer, ni siquiera al infierno, pues el deber les exonera de la responsabilidad. ¿Quién es más infame? ¿el que levanta el cuchillo o el que esconde la mano ensangrentada?


     El cementerio mostraba cierto parecido con la iglesia en un día festivo, las autoridades del condado y otros funcionarios estaban presentes para mostrarme sus condolencias.
     Tras las exequias por la muerte de mi esposa y del bueno de su hermano, me encaminé hasta el edificio del Palacio de Justicia. Subí despacio las estrechas escaleras de madera que daban acceso a la segunda planta donde estaba mi despacho. Me aproximé al sillón dejándome caer, luego alcé las piernas para apoyar las botas Justin sobre el escritorio. Después, cubrí el rostro con el Stetson y disimulé unas cabezadas.
       No transcurrió mucho tiempo, cuando las voces de la señorita Amy Mason y Robert Lee Jefferson, fiscal del condado, me devolvieron a la realidad.
     —¡Nick, cabrón miserable! ¡Te vas a enterar! —escupió Robert, mientras le daba un manotazo al Stetson que voló por los aires.
     —¡Pagarás las consecuencias! ¡Te lo avisé! —añadió ella con el entrecejo fruncido y las mejillas enrojecidas, ahogándose entre las sacudidas del encono.
     —¡Qué diablos os pasa a los dos! ¿De qué jodida mierda estáis hablando?
     —¡No intentes esquivar el golpe, rata asquerosa! —vociferó Robert, prisionero del ciclón de la rabia, apuntándome con su revólver Colt 45 Peacemaker.
     —Confiésalo delante del fiscal del condado o seré yo, quien te delate y envíe un telegrama al gobernador. Sabes de sobra que fui testigo del asesinato de los dos chulos del burdel y no estoy dispuesta a que acuses a Lacey.
     —¿Quién coño os creéis que sois?... ¡¿De qué puñetas estáis hablando?!...  No me puedo creer que os hayáis puesto de acuerdo para cabrearme con vuestras injurias. Si estáis jodidos no tenéis derecho a pagarlo conmigo. Soy un hombre honorable que teme el castigo de Dios y cumple con sus mandatos. Lo único que he hecho toda mi vida es trabajar de comisario ¡no soy ningún asesino!
     —Firma este documento con la versión oficial de los hechos y no enredes más con tus embustes la investigación de George Barnes, cuando fuiste tú quien apretó el gatillo —dijo Robert Lee en un tono solemne rompiendo con la uña del pulgar el sello de lacre de una botella de whisky, para darle un buen trago.
     —Me estás coaccionando y sabes que eso es ilegal, porque no tienes ninguna prueba, solo es la palabra de Amy contra la mía.
     —No te hagas el ofendido Nick Corey, tú los mataste y debes comerte tu propia bazofia —arguyó ella, clavándole la mirada enfangada de furia—. ¡No voy a incriminar a Ken Lacey!

     Permanecí aturdido algunos instantes hasta que fui consciente de las cadenas que engarzaban aquel puto collar que me habían puesto al cuello para demostrar mi vulnerabilidad y lo fácil que les resultaría desposeerme de mi placa de funcionario de policía. Sería mejor convencerle de que se trataba de una canallada por parte de Amy, ya que las mujeres nunca consienten que les den calabazas.

     —¡Cuánto lo siento amigo, pero has caído en su trampa! Pienso que te mereces conocer la verdad y no dejarte embaucar por las artimañas de las mujeres despechadas. Tal vez desconozcas hasta donde les puede llevar la desesperación... Recuerdo una pelea de gatas tratando de pillar un pez que nadaba tranquilo en su pecera. Como eran callejeras y su dueño las había rescatado de un destino incierto, no tenían un código de conducta, por lo que cada una trataba de llevarse el pescado a la boca, no obstante el pez que era más listo, consiguió escurrir el bulto y colocar en su lugar a un pez de plástico. Entonces, una de las dos se tragó aquella réplica y murió asfixiada, aunque no bastó que muriera su rival para que la otra gata también picase el anzuelo, de modo que al final el diminuto pez disfrutó de una larga vida.
     —Lo que intento decirte, amigo mío, es que no te dejes engañar por ese rico "bocado" que te ofrece Amy. No dudo que en apariencia puede resultar muy tentador: condenarme a vivir entre rejas mientras ella se relame por dentro, como una gata desesperada y dispuesta a vengarse de mi negativa para llevarla al altar ahora que soy viudo.
     —¡Bastardo, malparido! Crees que puedes reírte de nosotros con tu verborrea. No soy ninguna gata y menos aún estoy celosa porque prefieras casarte con tu trabajo.
     —Te recuerdo, querida, que me hablaste de fugarte conmigo cuando muriera mi esposa. ¿No será que te quitaste de en medio a mi mujer y su hermano? ¡Confiésalo, perdiste la cabeza!

      Escancié otro buen vaso de whisky a Robert Lee para comprobar que se lo echaba al gaznate y se atragantaba con la saliva. 

     Me excitaba tanto escuchar el gimoteo de Amy arrodillada sin apartar sus ojos suplicantes, que me fue imposible detener el proyectil 9 mm que rebotó por las desconchadas paredes del Palacio de Justicia.
    

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados 

 


septiembre 15, 2020

Mi participación en el primer microrreto del TINTERO DE ORO


(fotocomposición de Estrella Amaranto) 

¡Bienvenidos a vuestra casa!
  
Deseo que durante mi ausencia la vida haya sido generosa con vosotros, pese a esta situación tan anómala que nos acompaña desde marzo pasado y continuéis adelante con vuestros respectivos blogs. También quiero pensar que durante estos meses de verano o invierno, según el hemisferio en el que tenéis vuestra residencia habitual, no hayáis sufrido ningún contratiempo desagradable, tanto en vuestro entorno como en vosotros mismos y nos podamos seguir intercambiando nuestros comentarios y saludos. 
Por mi parte todo ha transcurrido con normalidad, ya que me he dejado llevar por el sosiego al olvidarme del ritmo trepidante de la blogosfera, lo cual me ha servido para decidirme a tomar otro rumbo en esta etapa que ahora comienzo.
En fin, nos encontraremos cada vez que actualice mis entradas, no antes, aunque muchos de vosotros ya sé que lleváis otro ritmo mucho más frenético que no comparto, pero que respeto absolutamente. 
Bueno amigos lectores y compañeros en este inmenso océano internauta, que la Luz nos acompañe a todos por igual y podamos salir victoriosos de este trance existencial por el que estamos atravesando. 
¡Salud, amor, libertad, dignidad humana e inspiración para todos! 
Muchas gracias por seguir acompañándome y cuidaros mucho.

Y ahora a lo que iba a deciros antes y que da título a esta entrada: se trata de compartiros el microrreto para esta nueva temporada del TINTERO DE ORO, que si queréis conocer las bases no tenéis más que clicar en las mayúsculas para ir directamente al blog de nuestro querido compañero David Rubio.
Si os gusta escribir historias y mejorar vuestras letras, os animo desde aquí a romper la timidez o cualquier inseguridad, es importante perder el miedo a la famosa «hoja en blanco» a la hora de participar también con vuestras propias creaciones, seguro que os divertirá la experiencia y no os arrepentiréis. ¡Ánimo!
Para esta iniciativa es necesario acceder al Generador de textos de Storynator con el propósito de encontrar el argumento para el micro, tal y como nos sugiere dicho reto que consta de 250 palabras máximo.
 

junio 30, 2020

Cerrado por vacaciones


Queridos amigos y seguidores:

Llegó el momento de tomarme un descanso en este ir y venir de los blogs. Supongo que vosotros también estaréis planificando cómo pasar vuestras vaciones y regresar con novedades y buenas energías.

Como compañeros de viaje os agradezco a todos los que me mostrásteis el camino para descubrir vuestros blogs, aprender algo nuevo disfrutando de la compañía de vuestras letras, tanto en prosa como en verso, así como también de las imágenes y música que las acompañan. Lo cierto es que me gustó la experiencia, aunque con algunos perdí esa conexión, puesto que prefiero comentar cuando por la otra parte existe el mismo interés.

En adelante, dedicaré más tiempo a mi labor de aprendiz de escritora, manteniendo mi costumbre de participar en concursos, retos, colaboraciones en revistas de Medium, nuevos proyectos colectivos, o tal vez unirme a vuestras iniciativas. Quiero planificar la edición de nuevos libros de poesía y prosa con mi habitual seudónimo. Publicar un par de entradas como mínimo al mes y con esa misma frecuencia comentaros, para no abarcar más de lo que puedo.

Para mis vacaciones me llevo en la mochila algunas lecturas que pospuse a lo largo del año, también aprovecharé para estar más en contacto con la naturaleza; disfrutar de la compañía de esas escasas personas que me conocen y quiero, así como seguir profundizando en mi auténtica vocación de escribir; visitar lugares de interés cultural y artístico y todo lo que la Vida me depare durante estos meses.

Bueno, me despido deseándoos unas felices vacaciones y nos volvemos a encontrar dentro de algunos meses.
Cuidaros mucho y no permitáis que nadie pueda robaros vuestros sueños.

Un abrazo a cada uno y mi poema que espero os guste.

NUNCA te rindas,

no permitas que nadie

intente marchitar las flores

que cultivaste con amor

en tu jardín.


La vida es un viaje

con estaciones y paradas,

con personas

que pasan a tu lado,

con idéntica maleta,

con baules que impiden caminar

mucho más lejos

y solo entonces comprendes

que cada uno

tiene un propósito,

una lección que compartir

o una sonrisa que regalar.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

junio 24, 2020

Mi cumpleaños



Queridos amigos y seguidores:
Se trata de una entrada especial porque ¡hoy os invito a mi fiesta de cumpleaños!

Para quienes me seguís desde hace mucho tiempo, ya sabéis que no soy muy dada a publicar entradas con temas personales, únicamente cuando os he querido contar mis inicios en el campo educativo, el balance de dos años aproximadamente con el blog coincidiendo con las fiestas navideñas, un proyecto colectivo y el tercer cumpleblog; aparte de otro par de entradas con mi presentación y premios.
Bien, pues ha llegado otra nueva ocasión para compartirla con vosotros, es decir, hoy celebro mi cumpleaños coincidiendo con la festividad de San Juan y donde en la víspera se mantiene la vieja tradición de la noche de hogueras, que celebran en tantos lugares de la geografía española e internacional.

Uno de los rituales más famosos de esta noche es saltar siete veces la hoguera para atraer la buena suerte. Otro es meterse en el mar a las doce en punto de la noche y saltar nueve olas para tener suerte. Otra costumbre es escribir en un papel los deseos que te gustaría que se cumplieran el próximo año y después arrojarlo al fuego.
Excepto lo de saltar siete veces la hoguera, ya que me faltaron algunas, si me he bañado a las doce en punto cuando vivía a muy poca distancia de Alicante y he escrito en un papel los deseos por cumplir...
Como me imagino ya sabéis, el 21 llega el verano, pero hasta la noche del 23 al 24 de junio, es cuando realmente se festeja la llegada del solsticio de verano.

En mi infancia y luego en la adolescencia, cuando vivía en León con mis padres lo pasaba muy bien, ya que solíamos disfrutar de las actividades que se realizaban durante las famosas fiestas de San Juan y San Pedro, que por entonces tenían lugar principalmente en el conocido paseo de Papalaguinda y en el de la Condesa de Sagasta, a continuación uno del otro. Eran los años 60 y 70 cuando se produjo lo que se ha denominado como "el milagro económico español".

Como muchos ya os habréis dado cuenta soy una persona a la que nunca le gustan las injusticias, la hipocresía y el hecho de que el sistema que domina el mundo nos someta constantemente a sus intereses particulares y nos prive de nuestra libertad como seres humanos dignos de respeto, por lo que ya desde mi juventud milité en partidos que engañosamente defendían el bien común y los derechos de los trabajadores, digo engañosamente porque cuando ahora contemplo estupefacta las noticias que ya se van publicando sobre la financiación del narcotráfico en la campaña electoral de Felipe González cuando se alzó por primera vez con el poder del gobierno de España, la verdad que me siento manipulada y engañada por un poder corrupto y que actualmente dirige el futuro de nuestro país siguiendo la órdenes del Nuevo Orden Mundial, con la clara intención de continuar arruinando a tantas familias y asustando a la población sometida al terror de un virus "a la carta", es decir creado en laboratorio.
No participo de ninguna ideología y sigo pensando que sobran políticos y faltan filósofos, poetas y gestores que antepongan la vida de las personas a los intereses del Estado y sin someter la soberanía nacional a cualquier organización intergubernamental.

He residido en París, también he sido una inquieta viajera desde muy joven, recorriendo parte de Europa y EE.UU. Luego, a raíz de mi estado depresivo por motivos profesionales dejé de viajar. Fui miembro de grupos de poesía, también tengo algunos libros publicados con mi identidad real, he pintado algunos cuadros pero sin llegar a tener un estilo específico y he dirigido y actuado en algunas obras de teatro amateur cuando residía en Alicante y después he emprendido mi camino en el terreno narrativo y poético bajo seudónimo, en estos últimos cuatro años aquí en Internet.

Me gustan los paseos a la orilla del mar, las tardes otoñales reunida con mis pocos amigos charlando de lo humano y lo divino, tomándonos tranquilamente un té, café o lo que se tercie. Enfrascarme en la lectura durante las vacaciones y no perder la costumbre de escribir cada día algo nuevo, que luego cuando lo vuelvo a repasar, en la mayor parte de las veces vuelvo a corregirlo, o de esa "semilla" me inspiro para urdir otra historia que me convenza más, porque nunca sé lo que me inventaré al final. Me gusta todo tipo de música, excepto el hard rock, el hip hop o el rap. Visitar museos y exposiciones. El teatro y el cine. Abrazarme a los árboles, rodar por el césped mullido o un campo repleto de hierba fresca; el canto de los pájaros al despertarme, escuchar el oleaje, las risas de los niños, las sonrisas de los mayores; dar abrazos de oso o recibirlos pero sin ser forzados, ser reservada con mi vida amorosa y personal, reírme de mi propia sombra; dejarme fluir por la energía cósmica, aprender de mis errores y no rendirme nunca ante los innumerables golpes recibidos en esta existencia. ¡Ahhh y ser un auténtico bicho raro!


Os regalo unas cuántas frases y citas literarias que me definen: y os invito a escuchar estas canciones que han marcado instantes importantes de mi vida:

Vive y deja vivir.
Solo sé que no sé nada.
– Sócrates
Cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo. Paulo Coelho
Hay que mirar más allá de lo que ves.
El rey león (película)
El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo. El amor no posee, y no quiere ser poseído. Porque al amor le basta con el amor.
Khalil Gibran
El gran placer de la vida es hacer lo que la gente dice que no puedes. – Walter Bagehot
No hagas a los otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti. – Confucio
No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos.
Orison Swett Marden
Mantén tus ojos en las estrellas y los pies en el suelo. – Theodore Roosevelt
Un hombre sabio viaja para descubrirse a sí mismo. – James Russell Lowell.
El bien que hicimos en la víspera, es el que nos trae la felicidad por la mañana.
Proverbio hindú
Y aquí esta mi secreto, un secreto muy sencillo: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos. – Antoine de Saint-Exupéry (El Principito).
Dejadme seguir mi instinto natural. ¿Por qué debería seguir una moda e ir al trote? Si camino despacio es porque es mi paso natural. – Hans Christian Andersen (El patito feo).
Aunque los desiertos florezcan muy despacio, la hierba brota antes en el suelo que en la mirada de quienes lo contemplan, y por eso tiene que pasar el tiempo, mucho tiempo, para que alguien recuerde un buen día que las manzanas no crecen en la tierra, que las manzanas se caen necesariamente de los árboles. – Almudena Grandes (El corazón helado).
Lo que hoy está comprobado una vez solo pudo ser imaginado.
William Blake (El matrimonio del cielo y el infierno).
¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. – Calderón de la Barca (La vida es sueño).
Alicia: ¿Cuánto tiempo es para siempre? Conejo blanco: A veces solo un segundo.
Lewis Carroll (Alicia en el País de las Maravillas).

Espero que hayáis disfrutado de mi invitación al cumple y me conozcáis un poquito más.

Y como fin de fiesta os invito a escuchar las canciones que han marcado instantes importantes de mi vida:

junio 15, 2020

PasiónFusión

Queridos amigos y seguidores:
Deseo que hayáis disfrutado lo mejor posible de este fin de semana, por mi parte he seguido frecuentando tiendas y establecimientos comerciales a lo largo de la semana, dejando para el finde a los relacionados con el ocio y el gremio de la hostelería, pues intento aportar siempre mi grano de arena para contribuir a mejorar la economía de tantas familias que lo necesitan.
Sin más preámbulos esta semana no os robaré mucho tiempo para la lectura de esta entrada, ya que esta vez os presento mi nuevo microrrelato, donde dos peculiares personajes tratarán de sorprenderos y haceros pasar un rato ameno y divertido. Bueno, ya me contaréis si al final cumplí o no con mi propósito al redactarlo.
¡Ah! la semana próxima quedáis invitados a mi fiesta de cumpleaños. Os espero para el 24 día de San Juan.
Muchas gracias nuevamente por tomaros la molestia de hacerme sugerencias para mejorar mi historia o sencillamente por acompañarme otra semana más. ¡Nos seguimos leyendo!




     Ella acostumbraba a pelar cebollas sin que le llorasen los ojos, lo cual intenté infinidad de veces pero sin éxito. Llegué a pensar que tal vez mi madre, a la que se le retiró la leche de los pechos al poco de nacer mi quinto hermano, tras recibir la noticia del naufragio del barco donde trabajó mi padre, quizás también hubiera dejado sucumbir su llanto en el mismo océano.

     Cuando ella entraba en la cocina los aromas por la casa se expandían como perfumes de Oriente, pues le encantaba utilizar plantas aromáticas: cilantro, sésamo, albahaca, cominos, orégano o laurel... Sabía combinarlas con tal virtuosismo, que aunque guisara unas patatas a lo pobre, el resultado podía satisfacer las exigencias más extravagantes de un rey.

     El calor sofocante del verano fundió la escarcha de la soledad en la que habitualmente horneaba sus desdichas. Fue tal el sentimiento de abandono que la mantenía secuestrada, que sin pensárselo mucho, preparó unos vistosos pasteles de chocolate con un componente especial para deleite del barrio.

     No tuvo necesidad de multiplicar esfuerzos, porque al cabo de unos días la encontré con el vecino del tercero tumbada en su mismo colchón, después con el del cuarto cuando su mujer salía a pasear con el perro; más tarde con un joven apuesto que resultó ser mi novio y por último despachó a todos al regresar de un crucero por el Adriático del brazo de un solista de trombón.

     Se dejó el pelo largo, la ropa muy ajustada con excesivos accesorios y viendo por donde se derivaban los hechos, un día me decidí a enviar a un concurso una de sus deliciosas recetas y para mi sorpresa se llevó el premio. Luego, con aquel dinero y un préstamo, abrió una casa de comidas.

     Los platos se servían acompañados de fragmentos de jazz, salsa, bossa nova... Lo esencial era el ritmo con el que mi madre movía las caderas en los fogones, mientras Kevin no dejaba de inflar los carrillos, alargando o encogiendo las varas del trombón.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados