Acordes para un sueño
Estrella Amaranto
mayo 17, 2020
27 Comments
Queridos amigos y compañeros:
Continúo bastante pesimista respecto a la situación económica y social en la que ha derivado nuestro país a raiz del covid19, con la aparición de miles de familias en extrema pobreza, esto no lo digo yo sino la Cruz Roja y Cáritas, que aquí en Andalucía están triplicando su ayuda. Y viendo la lentitud e incapacidad de los políticos, jueces y otras instituciones, para resolver esta crítica situación, sin un futuro viable para los pequeños y medianos empresarios, así como para cientos de miles de trabajadores que muy probablemente irán al paro, lo que creará una grieta insalvable de deuda pública, pues francamente me parece bochornoso que no se tomen ya cartas en el asunto para expulsar del gobierno a quienes han demostrado su total ineptitud e improvisación para solucionar de una vez por todas los problemas sanitarios y económicos, que estamos viviendo.
Ojalá hubieran parlamentarios, como la diputada Sara Cuina que ha denunciado a Bill Gates en una sesión del parlamento italiano, como podéis comprobarlo en este enlace: https://gloria.tv/post/ZbfbMQZYsoLu6TrPSX9vF2CHT
A continuación paso a presentaros mi relato para el reto de este mes en la web de Café Literautas: Reto de escritura creativa #7 Mayo 2020 - Música para mis letras, donde es obligatorio incluir la frase: «Mañana será mejor... » y como reto opcional crear una historia inspirada en una de estas tres canciones propuestas:
1) AVENTURA - Eyes of Glory -Aakash Ghandi
2) DRAMÁTICO - Inmortality - Aakash Gandhi
3) SENTIMENTAL - Touching moments - Wayne Jones
Confieso que me encanta vencer las dificultades, por lo que participo en ambos retos.
De modo que he elegido la tercera canción para inspirarme, ya que a través de mi historia intento reflejar la sucesión de emociones o sentimientos que experimenta este aprendiz de músico o protagonista.
Os deseo una feliz lectura. Muchas gracias por tener la atención de comentar y nos seguimos leyendo.
Continúo bastante pesimista respecto a la situación económica y social en la que ha derivado nuestro país a raiz del covid19, con la aparición de miles de familias en extrema pobreza, esto no lo digo yo sino la Cruz Roja y Cáritas, que aquí en Andalucía están triplicando su ayuda. Y viendo la lentitud e incapacidad de los políticos, jueces y otras instituciones, para resolver esta crítica situación, sin un futuro viable para los pequeños y medianos empresarios, así como para cientos de miles de trabajadores que muy probablemente irán al paro, lo que creará una grieta insalvable de deuda pública, pues francamente me parece bochornoso que no se tomen ya cartas en el asunto para expulsar del gobierno a quienes han demostrado su total ineptitud e improvisación para solucionar de una vez por todas los problemas sanitarios y económicos, que estamos viviendo.
Ojalá hubieran parlamentarios, como la diputada Sara Cuina que ha denunciado a Bill Gates en una sesión del parlamento italiano, como podéis comprobarlo en este enlace: https://gloria.tv/post/ZbfbMQZYsoLu6TrPSX9vF2CHT
A continuación paso a presentaros mi relato para el reto de este mes en la web de Café Literautas: Reto de escritura creativa #7 Mayo 2020 - Música para mis letras, donde es obligatorio incluir la frase: «Mañana será mejor... » y como reto opcional crear una historia inspirada en una de estas tres canciones propuestas:
1) AVENTURA - Eyes of Glory -Aakash Ghandi
2) DRAMÁTICO - Inmortality - Aakash Gandhi
3) SENTIMENTAL - Touching moments - Wayne Jones
Confieso que me encanta vencer las dificultades, por lo que participo en ambos retos.
De modo que he elegido la tercera canción para inspirarme, ya que a través de mi historia intento reflejar la sucesión de emociones o sentimientos que experimenta este aprendiz de músico o protagonista.
Os deseo una feliz lectura. Muchas gracias por tener la atención de comentar y nos seguimos leyendo.
Siempre fue un chico especial, pues según contaban sus padres,
estuvo a punto de malograrse a los pocos minutos de venir al mundo. Uno
de esos niños llorones que martirizaban los tímpanos de sus progenitores
a cualquier hora de la noche o del día. Tal vez, fue a consecuencia de nacer una
noche de tormenta y participar con su llanto en la orquesta sinfónica de
Truenos y Relámpagos.
Después aprendió a soñar de día y despertarse a media noche para acariciar las teclas de un piano, que dibujaba en su almohada, mientras las estrellas fugaces, exhalaban un suspiro de emoción en su postrer embeleso, contemplando el constante vaivén de sus dedos columpiados por las manos.
En su pensamiento adolescente se fue fraguando una frase que le repetía con frecuencia su adorable padre: «Mañana será mejor porque lo bueno requiere de esfuerzo y mucha paciencia».
Se aficionó a hacer ruido a la hora de la comida, en el instante de sorber la sopa. Roncaba en la siesta a pierna suelta, y para completar su repertorio sonoro, eructaba cuando se hacía el silencio en el ascensor. Aprendió a saltar los escalones a un ritmo diferente según las inclemencias del tiempo. Si hacía sol, aumentaba el salto con más escalones de una vez, o si la lluvia empapaba los cristales, disminuía notablemente el número de peldaños.
Tenía la boca grande, nariz respingona y una legión de granos en el rostro, con el que le acomplejaba el acné juvenil. Le encantaba llevar la contraria a sus padres, que no le quitaban el ojo de encima o le mandaban directo al cuarto para tomarse en serio las matemáticas.
Unos le llamaban el Canijo y otros el Pirata, pero él decía que ni lo uno ni lo otro. Aprendió a ser mentiroso y se emocionaba cada vez que una chica le miraba a los ojos.
Aunque no llegaba al metro y medio de estatura, lo disimulaba subido al guindo de don Galindo, un árbol milenario cuyas ramas tocaban en clave de sol, arpegios en La bemol, acompañando cada mañana los trinos de un alegre ruiseñor.
Otra de sus rarezas es que tenía un ojo vago y llevó un parche de pirata durante un tiempo hasta corregírsele la visión.
Pero una noche de luna llena, su padre ya nunca más despertó y su madre desde entonces poco a poco fue perdiendo el color, como el abril que nos robaron confinados en el temor.
Solía ser muy reservado con sus emociones, hasta que de otro se enamoró. Tenía el Otro su misma cara y también idéntico mal humor, pues ambos habían crecido dentro de una análoga condición: el reflejo del espejo que la soledad unió.
A estas alturas, ríen al unísono en acordes de emoción, ahora cantan melodías y suspiran por el mismo amor. El de dentro del espejo tiene los ojos más grandes y sonríe cuando le mira con ilusión. Hasta le escucha decirle: "Estudia y serás un campeón".
Con el discurrir del tiempo, llegó a su vida el amor y de este modo, en sus viajes por el mundo, aparte de la vieja maleta, ahora también le acompaña una preciosa muchacha, que organiza sus conciertos y con quien evoca los recuerdos de un niño que podía hacer sonar un piano, que solo él veía pintado sobre su mullido almohadón.
Después aprendió a soñar de día y despertarse a media noche para acariciar las teclas de un piano, que dibujaba en su almohada, mientras las estrellas fugaces, exhalaban un suspiro de emoción en su postrer embeleso, contemplando el constante vaivén de sus dedos columpiados por las manos.
En su pensamiento adolescente se fue fraguando una frase que le repetía con frecuencia su adorable padre: «Mañana será mejor porque lo bueno requiere de esfuerzo y mucha paciencia».
Se aficionó a hacer ruido a la hora de la comida, en el instante de sorber la sopa. Roncaba en la siesta a pierna suelta, y para completar su repertorio sonoro, eructaba cuando se hacía el silencio en el ascensor. Aprendió a saltar los escalones a un ritmo diferente según las inclemencias del tiempo. Si hacía sol, aumentaba el salto con más escalones de una vez, o si la lluvia empapaba los cristales, disminuía notablemente el número de peldaños.
Tenía la boca grande, nariz respingona y una legión de granos en el rostro, con el que le acomplejaba el acné juvenil. Le encantaba llevar la contraria a sus padres, que no le quitaban el ojo de encima o le mandaban directo al cuarto para tomarse en serio las matemáticas.
Unos le llamaban el Canijo y otros el Pirata, pero él decía que ni lo uno ni lo otro. Aprendió a ser mentiroso y se emocionaba cada vez que una chica le miraba a los ojos.
Aunque no llegaba al metro y medio de estatura, lo disimulaba subido al guindo de don Galindo, un árbol milenario cuyas ramas tocaban en clave de sol, arpegios en La bemol, acompañando cada mañana los trinos de un alegre ruiseñor.
Otra de sus rarezas es que tenía un ojo vago y llevó un parche de pirata durante un tiempo hasta corregírsele la visión.
Pero una noche de luna llena, su padre ya nunca más despertó y su madre desde entonces poco a poco fue perdiendo el color, como el abril que nos robaron confinados en el temor.
Solía ser muy reservado con sus emociones, hasta que de otro se enamoró. Tenía el Otro su misma cara y también idéntico mal humor, pues ambos habían crecido dentro de una análoga condición: el reflejo del espejo que la soledad unió.
A estas alturas, ríen al unísono en acordes de emoción, ahora cantan melodías y suspiran por el mismo amor. El de dentro del espejo tiene los ojos más grandes y sonríe cuando le mira con ilusión. Hasta le escucha decirle: "Estudia y serás un campeón".
Con el discurrir del tiempo, llegó a su vida el amor y de este modo, en sus viajes por el mundo, aparte de la vieja maleta, ahora también le acompaña una preciosa muchacha, que organiza sus conciertos y con quien evoca los recuerdos de un niño que podía hacer sonar un piano, que solo él veía pintado sobre su mullido almohadón.
Como os comentaba al principio me he inspirado para escribir el relato en la siguiente canción:
3) SENTIMENTAL - Touching moments - Wayne Jones