La carrera
Estrella Amaranto
mayo 10, 2020
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vibskov & emenius. |
Después de las continuas desescaladas que van permitiendo la transición para retomar el pulso de nuestro país
asolado por la pandemia y como en otras ocasiones he comentado, por la
incompetencia de los políticos, que es evidente, nos llevarán a padecer
la mayor crisis económica como si la cápsula del tiempo nos hubiera
hecho retroceder a las penalidades de la posguerra en España de la mitad
del siglo pasado, sin que ninguna voz se interponga para denunciarlo y detener a quienes siguen su hoja de ruta sin inmutarse lo más mínimo. Ya sé, que a
muchos os pueda parecer que soy pesimista en mis suposiciones, pero a
partir de septiembre ya me contareis al respecto.
La parte positiva es que muchos dejareis de preocuparos por los
madrugones para desplazaros a vuestros lugares de trabajo, que ya han
dejado de existir porque trabajareis dentro de casa y tendréis una convivencia con el resto de la familia mucho más directa y con mayor dedicación. También supongo que podréis
dedicar más horas a la lectura y a otras aficiones que no requieren un
espacio más amplio y al aire libre. De igual modo, espero que no dejéis escapar la vida esclavizados por el trabajo y administréis
bien el tiempo.
Seguro que me habré olvidado de muchas otras cosas importantes y que
forman parte de vuestras vidas, pero no conviene que me exceda y acabe
distrayendo vuestra atención.
Deseo de corazón que tantas familias que están a punto de pasar hambre, no sean olvidadas ni se vean arrojadas al abismo de la desesperación. ¡Ojalá me equivoque!
Quiero también compartiros este nuevo y original relato de estilo surrealista y con lenguaje poético, espero que con la imaginación acompañéis a estos dos protagonistas hasta una meta inalcanzable: la que solo describen las palabras con traje de emoción.
Asomados al balcón de los confines del mundo y entre una multitud abatida por las sombras de un pasado, os divisamos enfundados en vuestros monos lunares y cascos cúbicos, partiendo en solitario desde la línea de salida en una veloz carrera de obstáculos con rumbo a una meta insospechada: el laberinto de Teseo, bajo la mirada iracunda del Minotauro…
Se trataba de un biplaza amarillo con flecos de papel de seda, una auténtica liebre con botas de caucho agazapada para dar el salto definitivo y sorprender a los incautos pilotos con monos ignífugos, fusionados al cuero del volante, desafiando los peraltes de las curvas a velocidades máximas.
Desde la polvareda del recuerdo, alumbrado de cadencias sostenidas sobre pancartas anunciando vuestra presencia y talento insólito, os vimos pasar de largo, en la nada más absoluta de un circuito extraordinario, como dos polichinelas de cartón piedra sin rostro definido ni guión teatral.
El espectro de lo invisible cierne banderas de aventura en rojo sobre vuestras cabezas, quizás forméis parte de otro universo paralelo, que recorre el mismo circuito con idéntico vehículo de cuatro ruedas sin motor y directo al abismo de las abejas que cosieron vuestros trajes de pergamino amarillo y dianas negras.
No podremos afirmar que fueseis Juan Manuel Fangio y Ayrton Senna enfundados con trajes siglo veinte e inmortalizados con haluros de plata, calentando motores en la parrilla de salida, después de ser sancionados durante los entrenamientos. Quizás solo fuerais testigos de alguna de sus tardes de gloria escuchando el frémito de la maquinaria, disfrutando de la mejor carrera del mundo bajo el paraguas abierto de un paraíso de meteoritos gigantes.
Nunca estuvisteis tan cerca de la victoria, ni tampoco hubo sospechas del sabor agridulce de vuestra experiencia, al derrapar en la última curva, que os levantó del suelo para lanzaros a cientos de kilómetros antes de la colisión y propulsados directamente al firmamento.
Se trataba de un biplaza amarillo con flecos de papel de seda, una auténtica liebre con botas de caucho agazapada para dar el salto definitivo y sorprender a los incautos pilotos con monos ignífugos, fusionados al cuero del volante, desafiando los peraltes de las curvas a velocidades máximas.
Desde la polvareda del recuerdo, alumbrado de cadencias sostenidas sobre pancartas anunciando vuestra presencia y talento insólito, os vimos pasar de largo, en la nada más absoluta de un circuito extraordinario, como dos polichinelas de cartón piedra sin rostro definido ni guión teatral.
El espectro de lo invisible cierne banderas de aventura en rojo sobre vuestras cabezas, quizás forméis parte de otro universo paralelo, que recorre el mismo circuito con idéntico vehículo de cuatro ruedas sin motor y directo al abismo de las abejas que cosieron vuestros trajes de pergamino amarillo y dianas negras.
No podremos afirmar que fueseis Juan Manuel Fangio y Ayrton Senna enfundados con trajes siglo veinte e inmortalizados con haluros de plata, calentando motores en la parrilla de salida, después de ser sancionados durante los entrenamientos. Quizás solo fuerais testigos de alguna de sus tardes de gloria escuchando el frémito de la maquinaria, disfrutando de la mejor carrera del mundo bajo el paraguas abierto de un paraíso de meteoritos gigantes.
Nunca estuvisteis tan cerca de la victoria, ni tampoco hubo sospechas del sabor agridulce de vuestra experiencia, al derrapar en la última curva, que os levantó del suelo para lanzaros a cientos de kilómetros antes de la colisión y propulsados directamente al firmamento.
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