Segundo día y segunda cita para EL reto 3 días, 3 citas: "La foto salió movida" de Historias de Cronopios y de Famas - JULIO CORTÁZAR
Estrella Amaranto
septiembre 11, 2016
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PINCELADAS BIOGRÁFICAS
Julio Florencio Cortázar nace en Bruselas, Bélgica, 26 de agosto de 1914 y muere en París, Francia, el 12 de febrero de 1984. Fue un escritor, traductor e intelectual argentino. Optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta contra el régimen militar argentino.
Es considerado uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal. Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el realismo mágico e incluso con el surrealismo.
Vivió tanto la infancia, como la adolescencia e incipiente madurez en Argentina y desde la década del 50 en Europa. Residió en Italia, España, Suiza y Francia, país donde se estableció en 1951 y en el que ambientó algunas de sus obras.
Además de su obra como escritor, fue también un reconocido traductor, oficio que desempeñó, entre otros, para la Unesco.
El pequeño «Cocó», como lo llamaba su familia, fue hijo de Julio José Cortázar y María Herminia Descotte ambos argentinos. Su padre era funcionario de la embajada de Argentina en Bélgica, donde se desempeñó como agregado comercial. Más adelante en su vida declararía: «Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia».
Cuando el futuro escritor contaba seis años de edad, su padre abandonó a la familia, y esta ya no volvió a tener contacto con él. Julio fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama, por lo que la lectura fue su gran compañera. A los nueve años ya había leído a Julio Verne, Victor Hugo y Edgar Allan Poe, padeciendo por ello frecuentes pesadillas durante un tiempo. Solía además pasar horas leyendo un diccionario Pequeño Larousse. Leía tanto que su madre primero acudió al director de su colegio y luego a un médico para preguntarles si era normal, y estos le recomendaron que su hijo dejara de leer o leyera menos durante cinco o seis meses, para que en cambio saliera a tomar el sol.
También fue un escritor precoz, a los nueve o diez años ya había escrito una pequeña novela —afortunadamente perdida, según el propio autor— e incluso antes algunos cuentos y sonetos. Dada la calidad de sus escritos, su familia, incluida su madre, dudó de la veracidad de su autoría, lo que generó una gran pesadumbre en Cortázar, quien compartió ese recuerdo en entrevistas posteriores.
Muchos de sus cuentos son autobiográficos y relatan hechos de su infancia, como Bestiario, Final del juego, Los venenos y La señorita Cora, entre otros.
ESTILO E INFLUENCIAS
Cortázar sentía un gran interés por los antiguos escritores clásicos. En este interés fue fundamental la presencia del profesor argentino Arturo Marasso, quien lo incitó a leerlos prestándole frecuentemente libros de su propiedad. Un punto de inflexión juvenil en su manera de escribir se debió al libro Opio: diario de una desintoxicación de Jean Cocteau, que fue uno de sus libros fijos de cabecera. Cortázar sostuvo así desde su juventud una gran admiración por la obra de este autor, así como por la de John Keats, que continuó siendo con los años uno de sus poetas favoritos.
Asimismo, siempre sintió una gran admiración por la obra del argentino Jorge Luis Borges, una admiración que fue mutua pese a sus insalvables diferencias ideológicas, pues mientras Cortázar era un activista de izquierdas, Borges fomentaba el individualismo y rechazaba los regímenes totalitarios en general, pese a haber aceptado recibir condecoraciones de países en dictadura.
HISTORIAS DE CRONOPIOS Y FAMAS
Una obra fantástica del escritor argentino Julio Cortázar publicada en 1962 por el editorial Minotauro. Esta obra se caracteriza esencialmente por ser escrita a base de fragmentos, cuentos cortos y con un surrealismo que conlleva al desarrollo de la imaginación.
En la cuarta y última parte, Cortázar describe a los actores sociales de su época. La clase alta, la burguesía argentina de los años 50-60, es representada por los famas.
Existe en todo esto un juego con el sentido de las palabras, ya que la última parte tiene como subtítulo. Los famas eran seres alados que se encargaban de dispersar las malas noticias.
Los cronopios (de los cuales el escritor dejó claro que no tenían nada que ver con el tiempo, para evitar confusiones con el prefijo crono-), pueden ser entendidos como la clase media argentina de esa época. Quieren imitar a los famas, pero son mediocres; quieren que sus hijos sean de sangre de fama, pero los educan como cronopios. Eugenesia es un cuento que revela ese aspecto.
Mientras que los esperanzas representan las clases bajas de la sociedad, a la espera. Cabe recordar que la esperanza es lo único que queda dentro de la caja cuando escapan de ella los males en el mito de Pandora. Pero lo que es un mal es la espera, su apatía.
Mientras los famas bailan Tregua Tregua, los cronopios y los esperanzas bailan ESPERA, que es el baile de ellos, y se enojan mucho por las raras costumbres de los famas.
(Fuente: Wikipedia )
Como colofón comparto esta fantástica cita del texto llamado: "La foto salió movida" que forma parte del libro Historias de Cronopios y de Famas:
Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo está algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para qué. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.
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