febrero 01, 2016

Notas biográficas

febrero 01, 2016 16 Comments


Nací en un pueblo de la provincia de Salamanca (España), realicé mis estudios hasta preuniversitario en León. Luego aprobé oposiciones de Magisterio en Orense y desde allí por motivos personales y de salud, me concedieron el desplazamiento a la Comunidad Valenciana, donde por fin terminé mi carrera universitaria en la Universidad a Distancia de Elche.
Estudié en la Universidad de la Sorbona varios cursos especializados para docentes de Francés. También tengo los cinco cursos de Francés aprobados por la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid.
He estado trabajando en varios institutos como profesora de Lengua, Literatura y Francés y actualmente me encuentro prejubilada.

Fui miembro del Taller Prometeo de Poesía de Madrid entre 1984 y 1991. También pertenecí en sus inicios (1976-78) al grupo literario Barro de León. Colaboré con algunas revistas literarias y di recitales de Poesía junto a otros poetas. Edité algunos libros de Poesía en Ediciones Torremozas hace bastantes años, cuando todavía participaba con otros grupos poéticos en libros colectivos, hasta que a finales de los 90 me acabé desvinculando por completo de este mundillo artístico. Por supuesto en ese tiempo si que firmaba con mi auténtico nombre y apellidos.

A primeros de 2016 cree este blog a través de otros amigos internautas con más arraigo que yo en internet, pero me permitieron darme a conocer y ayudarme a diseñarlo, luego me decidí a firmar con este pseudónimo de Estrella Amaranto todas mis publicaciones hasta la fecha. En aquella época tenía asociado un perfil en Google +, que con el tiempo ha desaparecido. Ahora solamente tengo dos perfiles, uno en Facebook y el otro en MeWe, donde podéis seguirme o invitarme a descubrir los vuestros.

Gracias a todos por haber llegado hasta aquí y espero que no perdamos esta oportunidad de irnos conociendo mejor a través de lo que escribimos y compartimos.

Un cariñoso abrazo.
Estrella Amaranto.

La insperada compañía - Capítulo I

febrero 01, 2016 26 Comments

Aquel viernes tras una agotadora semana en el laboratorio fui a buscar a mi mujer al hospital donde trabajaba de enfermera. 
La circulación era intensa, me encontré en medio de algunos atascos a lo largo de las distintas circunvalaciones, que fui siguiendo, tratando evitar las avenidas que estaban en el centro de la ciudad, repletas de vehículos en aquella hora punta, en la que no cabía un alfiler entre tanto tránsito y tuve que hacer varios rodeos para encontrar una zona de aparcamiento, donde finalmente pude estacionarme, me fijé que se hallaba justo enfrente de una gasolinera, muy próxima al lugar de trabajo de mi esposa. Tenía un fuerte dolor de cabeza y estaba semidormido, de modo que cuando creí verla aproximarse con su uniforme y su silueta, rápidamente quité el seguro de la puerta del copiloto.
Noté el ruido del golpe al cerrarse la puerta y apenas giré la cabeza, de modo que en cuando me apercibí que ya estaba sentada a mi lado, arranqué a toda velocidad. Me había parecido un poco raro que no me diera un beso o me empezase a contar algo de los niños y del hospital, pero como tenía tanto sueño y no paraba de sentir pinchazos en las sienes, pues no le di importancia, además tampoco me apetecía hablar.
El trayecto hasta casa era algo largo y llevaba una media hora conduciendo cuando sonó el móvil, miré de reojo para no perder el control del vehículo, era el número de mi mujer, pensé de todos modos que mi teléfono debía haberse estropeado o que no estaba funcionando correctamente, además me era imposible detener el coche, ya que me hallaba en una carretera sin área de servicio.
Tras algún tiempo decidí por fin girar la cabeza y fue entonces cuando me di cuenta que quien que se había subido al coche no era ella. Pude distinguir perfectamente a una mujer dormida en el asiento del copiloto, que no era mi esposa, ni tenía idea de qué persona podría tratarse. Llamé a Muriel inmediatamente y me contestó que dónde estaba metido y porqué no le respondí antes. Se la notaba muy nerviosa y preocupada, esperando mi llamada más de veinte minutos. No quise alarmarla, ni tampoco mencionarle mi descuido, o que llevaba al lado a una extraña, de manera que le dije que me habían llamado del laboratorio para revisar una muestras que no estaban correctas y que me disculpara por no responderla previamente, pero que no llegaría puntual a recogerla. Me dijo algo que no recuerdo y colgó muy molesta.

.......   CONTINUARÁ ......
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

enero 27, 2016

Nostálgico recuerdo de una infancia

enero 27, 2016 26 Comments


Una fría mañana de invierno, cuando la nieve cubría toda la ciudad repleta de edificios neoclásicos, con aquellas largas avenidas por donde los transeúntes deambulaban presurosos enfundados en sus cálidas ropas de invierno, protegiéndose de la nieve con los paraguas y deteniéndose curiosos frente a los escaparates de las tiendas, una joven motivada por aquellos nostálgicos recuerdos de su infancia, llegó hasta allí, con la seguridad de que después de tanto tiempo imaginándose aquel viaje, aquel tantas veces deseado encuentro, podría devolverla al pasado... Sin embargo fue poner los pies frente a la puerta de aquella vivienda, cuando todo se desvaneció súbitamente. Estaba delante de aquel añejo edificio de cinco plantas situado en una esquina de la gran avenida, su mirada iba recorriendo de abajo hacia arriba cada una de las plantas, cada ventana, cada balcón. De pronto le vino a la memoria la imagen de la portera, que fisgoneaba a través de la cancela siempre abierta y bajaba las basuras a eso de las ocho. Y de Andrea, la dentista franca y llana del primero, que añoraba la juventud perdida y le animaba siempre a aprovechar sus años de lozanía. Y del vecino de arriba que, al perder la vista aún joven, se quitó la vida dejando tras de sí a una familia destrozada. Y de Jorge, el comisario jubilado que fue perdiendo poco a poco la razón y se pasaba las horas esperando en el portal el regreso de entre los muertos de su amada.

No solo la vivienda era otra, la avenida entera había cambiado, la tienda de modas ya no estaba, ni tampoco la ciega que vendía lotería en la esquina y que reclamaba la atención de los viandantes con un "compre, compre, siempre toca", que llegaba hasta el patio de vecinos en los tranquilos atardeceres de verano, como la tienda de chuches, que ahora era un bar y el local que alguna vez cobijó un aparcamiento de coches improvisado, se alquilaba. Ya no quedaba rastro de aquella imagen que se desarrollaba entorno a sí cuando era pequeña y que desde su inocencia infantil, se le antojaba interminable. Su madre no volvería a ponerle su abrigo para llevarla al colegio de la mano, ni escucharía de nuevo, animadamente, los pasos de su padre al llegar a casa de la dura jornada laboral, ya muy entrada la noche.

Entonces le vino a la mente aquella pregunta: ¿De qué hubiera servido entrar al inmueble, llamar a la puerta y recorrer de nuevo cada rincón de aquella casa si el mundo que le daba coherencia ya no existía?

Descendió las escaleras llevándose consigo los restos herrumbrosos de su universo roto.

¿Se te ha pasado alguna vez por la mente, la idea de volver a algún sitio importante de tu niñez?... ¿Has añorado encontrarte con algún rastro de esas sensaciones que viviste en tu infancia?... ¿Qué mensaje te ha llegado al leerlo?... ¿Te gustaría añadir algo más a este microrrelato?...

enero 25, 2016

¿Qué pudo pasarle a mi vecina, Barbie?

enero 25, 2016 2 Comments
De pequeña tuve una vecina que también era mi tocaya y más o menos teníamos la misma edad, era rubia de ojos azules con una larga y lisa melena. Vivía en el segundo piso del edificio a mano derecha, se había ganado a pulso el sobrenombre de Barbie, pues era demasiado coqueta, atrevida para su corta edad y muy preocupada por guardar una escultural figura. Reconozco que cuando cumplió los 15 años, todos los chicos del edificio al cruzarse en las escaleras o en la calle, se volvían para verla.

Tenía una malicia encantadora y un magnetismo especial, que hacía de ella una especie de muñeca deseada incluso por los hombres más adultos, ya que no dejaba a nadie indiferente. Siendo honesta debo decir que la detestaba, me resultaba una mujer adulta en miniatura, no la había visto nunca de pequeña mancharse la ropa, subirse en los toboganes del parque o arrastrarse por la hierba dando volteretas... Ella siempre estaba pendiente de gustarle a otros chicos y muy segura de que su belleza la podía sacar de apuros.



Cuando cumplió los 18 años, sus padres le prepararon una fiesta, a la que también me invitó ella misma en persona, en realidad se trataba de su puesta de largo, al considerarse mayor de edad. Dicha celebración se hacía en el Casino de la ciudad, pues su madre quería ya buscarle pretendientes de familias adineradas, ya que la niña merecía un "buen partido" para el día de mañana. Aquel ambiente me incomodaba absolutamente, de manera que opté por darle una buena excusa que me ayudase a "librarme" de semejante patochada, por no calificarlo de algo despreciable y anodino.

Barbie optó por pedirle a otro chico de su misma edad, que también vivía en el mismo edificio y que era el foco de atención de las chicas que vivíamos por aquella misma zona, que fuese su galán para dicha fiesta. 
Como tenía bastante confianza con Álvaro y justo me lo encontré unos días antes de la celebración, en la hora del recreo,  del instituto en donde ambos estudiábamos, aproveché para preguntarle:

-¿Estarás emocionado con la invitación de Barbie para ser su acompañante?...

-¡Oh, no, no lo creas!. No me agrada mucho la idea, pero como es mi amiga y a mis padres les ha hecho mucha ilusión pues no me ha quedado otro remedio que aceptar. Intenté evadirme en un principio, pero ella insistió tanto, que entre unas cosas y otras, ahora ya no puedo dar marcha atrás.

-Bueno, no te preocupes, seguro que serás la estrella del evento y las chicas no te van a dejar en paz...ja,ja,ja,ja,ja,ja...

-Pero bueno, Marta, ¡cómo eres capaz de decirme esto y encima riéndote de mi!... 

-No te lo tomes a mal, Álvaro, es que me imagino a las chicas cuchicheando a tus espaldas sobre tu cambio de voz, ya empiezas a tenerla grave y te ha salido eso que llaman la "nuez de Adán"...  

-¿Lo ves?... ¡Si ya me imaginaba eso! ¡Todas las chicas con ese mismo tema de conversación!

-No hombre, no te lo tomes tan mal, seguro que no harás el ridículo y todas estarán loquitas esperando una sonrisa por tu parte. ¡Anímate!

-¿Y tú, vas a venir?...

-No, no me apetece en absoluto, bueno te lo digo en confianza, porque le he tenido que poner una excusa para no asistir.

-¿Y eso?.. ¿Por qué no quieres venir?... ¡Te echaré mucho de menos!

-No, no insistas, nunca me han gustado ese tipo de fiestas tan triviales y menos aún que tenga que exhibirme como una vulgar mujerzuela. Bueno ¡me tengo que ir, se me está haciendo tarde!

Efectivamente, Álvaro acabó por asistir pero haciendo el ridículo total. Su rostro plagado de aquellas inoportunas manchas de acné con una incipiente barba, su nerviosismo y timidez, hicieron el resto. Sin embargo, Barbie, que parecía una estrella de cine, trató en todo momento de tranquilizarle, de hacer que lo pasasen bien y durante el baile que pudiera olvidarse de semejante apuro (eso es lo que ella misma me contó algunos días después).



Transcurridos varios meses, empezó a correrse con la pólvora, una noticia que me dejó impactada: "Barbie está embarazada y su familia ha dejado de hablarse con la de Álvaro". 
Luego me enteré que Álvaro había abandonado las clases del instituto, incluso que se había ido con su familia a vivir muy lejos de allí y que nunca más volvería a tener noticias suyas. 
Por otra parte, Barbie dejó de ser la jovencita alegre que yo conocía, también abandonó sus estudios y cuando parecía que iba a tener ya el bebé, dejó la vivienda familiar y se rumoreaba que la policía estaba siguiendo su rastro, mientras sus padres también la buscaban desesperados.

¿Dónde piensas que pudo irse, Barbie?... ¿Acaso le podría haber pasado algo grave?... ¿Qué final darías al relato y qué tipo de mensaje te ha llegado al leerlo?...
Gracias a tod@s por vuestros likes y comentarios.

enero 20, 2016

Sobre la Vida y el Amor

enero 20, 2016 14 Comments

Es lamentable vivir en un mundo de apariencias, donde se suele calificar a las personas según su aspecto físico, cuando lo que importa es el auténtico amor y no aquel que surge a través de un sofisticado y lujoso tratamiento de belleza, puesto que esta es caduca, pero el auténtico amor dura y vive para siempre.

El verdadero amor sabe perdonar y no hace daño, puesto que infunde felicidad viendo feliz a la persona amada. No es conveniente desgraciar nuestra vida amando a alguien que ni siquiera se molesta en saber si estás bien.

Intenta ser feliz porque los obstáculos nunca son insalvables como nos los imaginamos, las injusticias al final se acaban pagando, el dolor se puede superar, el amor tarde o temprano llega, la verdad insiste, el coraje te saca del hoyo, el miedo te enseña a ser fuerte, los errores también te enseñan a cambiar porque nadie es perfecto y confía en que nunca estarás solo/a. Recuerda que La Vida siempre nos ofrece una nueva oportunidad y suele poner a cada uno/a en el sitio que le corresponde tarde o temprano.

Cada una de nuestras elecciones nos lleva a unirnos o separarnos de las personas, pero no existe ninguna fuerza que sea lo suficiente grande que haga olvidar a las personas que, por alguna razón, algún día nos hicieron felices.

No es cierto que necesitemos a alguien que "nos complete", tan sólo necesitamos a alguien que "nos acepte completamente".

Estar enamorado/a es cuando dos personas que se alejaron vuelven a intentarlo otra vez mas, porque se quieren, porque se echan de menos. Sucede cuando esa persona con cualquier tontería es capaz de provocarle una sonrisa a la otra persona, cuando está conectada y la otra persona está esperando que le hable porque le hace feliz que simplemente le salude, cuando deja a un lado su orgullo porque necesita hablarle, cuando antes de irse a dormir se queda solo/a recordando todo lo que han hablado en ese día y todas las cosas tiernas que le ha dicho la otra persona. 
Estar enamorado/a es confiar en esa persona, sin darle importancia a lo que opinen o digan los demás de ella. Es ponerte celoso/a de cualquier cosa porque no quieres perderlo/a. Es estar feliz a su lado, aunque solo la conozcas un poquito pero sientes que ya desde hace mucho la conoces y siempre la quisiste.


©Estrella Amaranto