Queridos amigos y compañeros:
En esta ocasión os presento una breve historia donde las emociones impregnan mis letras a través de este personaje tan entrañable con el que cualquiera de nosotros podemos empatizar y dejarnos envolver por su encanto tan especial. Estoy convencida de que la huella imborrable que nos han dejado en el alma cualquiera de nuestros abuelos o abuelas (en este caso) también la veréis fácilmente reflejada en mi historia.
Muchas gracias a todos y poco a poco nos vamos leyendo.
¡Ánimo a todos y confiemos que este encierro no acabe coartando nuestras libertades y empeorando la economía de tantas familias empobrecidas!
Escucho un golpe de viento que cierra la ventana y al mismo tiempo contemplo a mi abuela octogenaria, asomando la cabeza detrás de la cortina, tan desconcertada como yo haciéndome un gesto con la mano, que solo puede significar sorpresa y emoción contenida.
Me acerco a ella y le doy un abrazo. Entonces, noto algunas lágrimas rodando por sus mejillas. Su cuerpo tan menudo y frágil se arquea con dificultad al mío inundándome de ternura y confianza.
—¡Felicidades, abuela, hoy es su cumpleaños!
—¡Gracias, hijo mío, ya no me acordaba!
Ella, que había sido una mujer independiente y resuelta, le comenzaba a traicionar la memoria, lo que la hacía enfrentarse a su propio miedo a perder la razón. No le importaba olvidar los nombres de los objetos que la rodeaban, pero le fastidiaba la idea de que le desapareciesen los recuerdos que le unían al presente y especialmente a su familia.
Antes de soplar las velas de la tarta, nos repartió unos sobres para que guardásemos en ellos una foto con la imagen más impactante o la que reflejara un episodio especial de nuestra vida a lo largo del año y después se encargaba de guardarlos en un cajón de la cómoda. Seguidamente, nos pedía que le leyésemos las cartas que le envió su marido desde el frente, cuando todavía eran novios.
Pasó tiempo y en cada cumpleaños seguíamos cumpliendo la misma rutina. Nosotros le regalábamos el presente inmortalizado en instantáneas y ella nos compensaba con aquella correspondencia del pasado; donde el enamoramiento, la esperanza, lo imprevisible y el miedo hacían que valorásemos como algo sublime, su amor incondicional que había hecho posible nuestra existencia.
Ahora que ella se ha ido, cada verano, nos volvemos a reunir el mismo día de su cumpleaños, para añadir más sobres con fotos en su cómoda de los recuerdos. Si cerramos los ojos podemos verla sonriendo feliz, abriendo con impaciencia cada sobre.
Me acerco a ella y le doy un abrazo. Entonces, noto algunas lágrimas rodando por sus mejillas. Su cuerpo tan menudo y frágil se arquea con dificultad al mío inundándome de ternura y confianza.
—¡Felicidades, abuela, hoy es su cumpleaños!
—¡Gracias, hijo mío, ya no me acordaba!
Ella, que había sido una mujer independiente y resuelta, le comenzaba a traicionar la memoria, lo que la hacía enfrentarse a su propio miedo a perder la razón. No le importaba olvidar los nombres de los objetos que la rodeaban, pero le fastidiaba la idea de que le desapareciesen los recuerdos que le unían al presente y especialmente a su familia.
Antes de soplar las velas de la tarta, nos repartió unos sobres para que guardásemos en ellos una foto con la imagen más impactante o la que reflejara un episodio especial de nuestra vida a lo largo del año y después se encargaba de guardarlos en un cajón de la cómoda. Seguidamente, nos pedía que le leyésemos las cartas que le envió su marido desde el frente, cuando todavía eran novios.
Pasó tiempo y en cada cumpleaños seguíamos cumpliendo la misma rutina. Nosotros le regalábamos el presente inmortalizado en instantáneas y ella nos compensaba con aquella correspondencia del pasado; donde el enamoramiento, la esperanza, lo imprevisible y el miedo hacían que valorásemos como algo sublime, su amor incondicional que había hecho posible nuestra existencia.
Ahora que ella se ha ido, cada verano, nos volvemos a reunir el mismo día de su cumpleaños, para añadir más sobres con fotos en su cómoda de los recuerdos. Si cerramos los ojos podemos verla sonriendo feliz, abriendo con impaciencia cada sobre.
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
Una historia conmovedora que nos lleva a rememorar a esa abuela, a la que todos tuvimos alguna vez, su sonrisa, su abrazo y esa manera suya de confundir los nombres a la hora de llamarnos. Gracias, mi querida amiga, hoy me has traído a mi abuela, aunque ella nunca se fue porque vive en mí desde hace muchos años... ella me crió y creo que nadie me ha conocido tanto como ella.
ResponderEliminarLa música que nos dejas es un abrazo que nos invita a danzar al son de tus letras... a rememorar.
Mil besitos con mucho cariño, mi querida Estrella y muy feliz día ♥
Bonita historia. Un homenaje muy merecidos a los abuelos. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias Susana y ¡bienvenida!
EliminarUn saludo igualmente.
¡Qué bonito homenaje a los abuelos! Y ahora que se están muriendo tantos...no sabes cómo me duele en el alma su situación. Pienso en ellos cada día y siento cada pérdida, porque detrás de los números están las personas, con sus historias y sus seres queridos.
ResponderEliminarEn fin, ha sido muy bonito leerte.
Un abrazo
Qué precioso relato y que lindo homenaje a los abuelos, que seres más maravillosos y entrañables llenos historias no siempre bonitas que tuvieron que vivir. Yo ya no los tengo pero les extraño un montón.
ResponderEliminarUn beso grande Estrella, cuídate mucho.
¡Qué bonita historia, Estrella! ¡Y qué crueles son la demencia senil y el Alzheimer! Como bien señalas... no acordarse de los nombres de los objetos no tiene mayor relevancia, pero que tu memoria te arrebate recuerdos de tu vida y de las de los tuyos eso es demasiado cruel, la verdad. Me ha gustado mucho esa recopilación de fotos combinada con la lectura de esas cartas: una combinación perfecta.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
#yomequedoencasa
#devuelvocomentarios
Que sencillo pero emotivo relato Estrella, yo apenas vi en varias ocasiones a mi abuelo materno, casi siempre por su cumpleaños, los demás ya habían muerto cuando vine al mundo, pero siempre tuve abuelas de otros que las sentí muy mias.
ResponderEliminarDescribes una hermosa tradición familiar en una también hermosa familia, que sabe valorar y respetar la vida de sus antepasados, y seguir homenajeándola aún despues de su partida.
La música acabó de encandilarme el alma, !Que belleza de pieza musical!
Gracias querida amiga. Sigue cuidándote.
Bello homenaje amiga. Un relato maravilloso, como tu sentir. Saludos Estrella amiga.
ResponderEliminarBuen intercambio en el que los hijos y nietos regalan presente y la abuela lo paga con la moneda de los recuerdos pasados (los qu eno ha olvidado)
ResponderEliminarUn relato apropiado, amiga Estrella, para estos extraños y atípicos tiempos que estamos viviendo, donde nuestros mayores son los más frágiles y expuestos.
Un escrito emotivos y bien escrito, ¡sí señora!
¡Hola Estrella! Cuanto sentimiento en tan pocas palabras. Yo me acuerdo mucho de mi abuela materna (de la otra mejor ni hablar), era alguien muy especial (como también lo era mi madre). Todo lo relacionado con los mayores me enternece mucho. Lo único que no me ha gustado de tu historia es que se me ha hecho demasiado corta
ResponderEliminar¡Besos!
Tierno y conmovedor relato. Recuerdo mucho a mis abuelas y hasta a mi bisabuela, a la que también llamábamos abuela y murió cuando yo tenía veinte años. Sueño con ellas y a veces siento verdadera frustración por no poder traerlas de nuevo aunque sea el tiempo suficiente para darles un último beso y un abrazo.
ResponderEliminarUn beso.
Una bella y emotiva tradición familiar Estrella,... espero que muchos abuelos puedan volver a celebrar pronto sus cumpleaños en compañía de sus familias y que este tiempo de "reflexión impuesta" nos haga ver lo realmente importante en la vida.
ResponderEliminarCuídate!
Los abuelos y las abuelas siempre inspiran ternura, una ternura que se mezcla con tristeza con el pasar de los años, por el deterioro físico y cognitivo que vamos percibendo en ellos. Al final, cuando ya no están, solo nos quedan los recuerdos más entrañables, como el que has descrito con tanta destreza.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Aunque mis abuelos se fueron cuando yo era todavía muy joven (en algún caso solo un niño), los mismos sentimientos albergo con respecto a mis padres.
Un beso.
Amiga Estrella! Que tierna historia nos has traído esta vez y con ella me haces recordar un día más a mi abuela! Yo tuve la suerte de ser criada por mi abuela, la cual era una madre para mi y desde que se fué hace casi seis años, no he dejado de pensar un solo día en ella, siempre la recuerdo con su sonrisa y sus dulces ojos grises brillantes como la luz.
ResponderEliminarTe dejo todos mis cariños para que nos sigas aportando luz con tus historias.
Un inmenso abrazo, millones de besos y no dejes de cuidarte siempre amiga.
Qué bonita historia con la que has homenajeado a las personas más entrañables de nuestras vidas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y cuídate mucho, Estrella.
¡Qué precioso relato, Estrella! Y qué bonita esa tradición de ir guardando trocitos importantes del presente de cada cual. Con el paso del tiempo todos vamos olvidando o transformando la realidad de lo que sucedió, así que esas fotos pueden ser un testigo entrañable y muy fiable.
ResponderEliminarSiempre he pensado que una de las cosas más terribles de la vejez es enfrentarse a todas las mermas que se sufren, el ser plenamente consciente de ellas y no poder detenerlas. Así no me extraña que la depresión sea tan frecuente en esa etapa de la vida...
Un placer leerte, Estrella. ¡Gracias por hacernos vibrar con tu relato!
Un beso grande de domingo.
Que bonito Estrella, me has hecho recordar a una de mis abuelas, la más querida por mí.Yo era adolescente cuando se fue pero aun recuerdo muchas de las charlas que tuve con ella.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Los abuelos son figuras que representan ternura, sabiduría. No conocí a los míos, quedaron en Italia y la única que nos escribía con asiduidad (y nos mandaba fotos) era la abuela materna. Son, como lo mostrás tan dulcemente en tu relato, los que guardan los recuerdos, aunque vayan perdiendo la memoria.
ResponderEliminarTiernísimo, Estrella.
Besos.
Traes una canción que se llama La indiferencia y es curioso porque tu historia no deja indiferente a nadie, creo yo.
ResponderEliminarEs bonito ese ritual de las fotos. Una forma de atrapar la memoria para cuando ésta falle o directamente falte.
Besos, Estrella
¡Qué bonita historia, Estrella! Me ha parecido ver a mi madre, ahora de esa edad, disfrutando con las fotos de recuerdos de cada uno de sus hijos. Es tan bonita la historia que no sé si hacerla realidad con mi familia. Ese cajón es el mayor de los tesoros.
ResponderEliminarUn abrazo
Ains, Estrella, entiendo perfectamente que haya recuerdos imborrables. Yo pienso en mi abuelo demasiado a menudo.
ResponderEliminarAhora mismo, lo que más miedo me da es morir. Creo que el ciclo de mi vida estará completo cuando Macarena haya echado a volar. Una vez esto haya ocurrido, supongo que lo peor que puede pasar es perder los recuerdos.
Un besazo, amiga Estrella.
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Que bello Estrella, un hermoso homenaje a los abuelos, abuela en este caso, ellos lo merecen. Este homenaje me trae a la mente, todos los abuelos y abuelas que se han ido sin poderse despedir de sus seres queridos...Horror amiga.
ResponderEliminarTe mando un fuerte abrazo. CUidate.
Bss
Un merecido homenaje a la abuela que siempre están dispuesta a darlo todo por la familia.
ResponderEliminarEsa tradición impuesta por ella en su día , hace que siempre esté presente en la vida de todos.
Un abrazo Estrella.
Puri
Es un texto muy triste pero a la vez muy bonito.
ResponderEliminarSAludos.
¡Hola, Estrella! Un relato que llega al alma por su mensaje, pero del que literariamente quiero destacar un aspecto. Aunque los mensajes sean positivos y hermosos, los relatos de ficción tienen que aportar algo más. Ese algo más tu lo has conseguido con un rito maravilloso. Digo rito al hecho de esa preciosa costumbre de la anciana de pedir a cada uno de sus hijos una foto con lo más notorio de su vida en ese año. Esa imagen guardada en un sobre y esos sobres que continúan tras la muerte de la abuela, son una magnífica manera de mostrarnos la eternidad, de demostrar aquello de que mientras alguien nos recuerde siempre estaremos vivos. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarLa verdad es que cuando se piensa en los abuelos nos envuelve irremediablemente esa desazón mezcla de tristeza por lo perdido y alegría por haberles podido conocer y disfrutar.
ResponderEliminarTodo un homenaje dedicado a ellos.
Un abrazo querida amiga y mucha salud y paciencia.
Tierno y muy conmovedor. Un relato precioso, Estrella.
ResponderEliminar¡Qué bonito y emotivo relato mi querida Estrella! La entrañable imagen de los abuelos siempre es conmovedora, no conocí a los míos pero hoy que soy abuela me he visto reflejada y visualizada con avanzada edad en este relato repitiendo posiblemente el mismo ritual año tras año...bueno, suponiendo que llegue jajajaj
ResponderEliminarGracias por este hermoso regalo mi entrañable trasta.
Te dejo un abrazo inmenso con todo mi cariño y un cargamento bien repleto de besos desde todos los puntos de mi universo.Cuídate mucho, corazón bello.
Que bonito, Estrella, un homenaje a los abuelos, los que más están sufriendo, los que tienen la incondición ensamblada en la palabra amor, esos que sufrieron por nosotros y nunca dejarían de hacerlo... Podríamos estar toda la vida con estas descripciones, pero nunca quedaría a la altura de un relato como el tuyo. Esos momentos, imágenes con esos sobres intercambiados por un trocito de vida me parece un regalo muy especial, y es que, en el ocaso de una vida repleta de remembranzas que mejor que intercambiables por otras de igual, o mayor, valor.
ResponderEliminarUn abrazo. Me ha encantado.
En mi familia somos mas de vivir intensamente todo y demostrarlo a diario, que recordarlo...Es interesante. Pero cuando el dolor es tan intenso prefiero ni siquiera recordarlo lo mucho de lo amado. Besos
ResponderEliminarTe cuento a mi me gusta dar venir y decirte que lindo escribis lo bien que me hace sentirte feliz, porque la gente te sigue - me gusta darte un comentario simple y sincero.
EliminarY a vos ¿te gusta dar?
un topico interesante seria para que lo escribas vos
un abrazo siempre
Estrella Amaranto said...
ResponderEliminarDesde tu punto de vista es comprensible tu impotencia y desolación, mientras que para él es iniciar una nueva vida o tal vez romper la barrera que lo mantenía en la ignorancia de su propia tendencia sexual.
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Mi querida escritora:
Que pena que no leíste donde digo que me he matado de la risa después de lo que escribí. Lo inventé porque tenía ganas de reirme, de salir del virus, trepándome a una situación que nunca viví . Pero lo has pasado por alto
Gracias por tu tiempo conmigo. Podés pasarte también por el blog del cual te escribo jajajaj!
La sabiduría de los abuelos y abuelas un tesoro entrañable en la vida y que ningún nieto debe no tener la oportunidad de vivir y vivenciar de sus sabiduría para engranaje de la propia vida...ella le daba el mejor tesoro a sus nietos ,saber valorar lo que habían vivido y seguramente lo mejor que compartían con ella, como a su vez ella regalaba lo mejor , la relevancia del profundo amor.
ResponderEliminarBendiciones.
Very touching story!
ResponderEliminarBeautiful tribute to grandparents.
Take care.
Precioso y emotivo texto. El recuerdo de nuestros abuelos son los años vividos en nuestra niñez. Todo pasa y ellos también. Es muy triste y al mismo tiempo su recuerdo es como una caricia que nos acompaña.
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