El cielo amaneció empedrado de grisácea humareda, algo nada apetecible para acudir a su trabajo de luthier, que durante tanto tiempo le ocupaba la mayor parte del día. Era todo un personaje muy querido y popular entre los parroquianos que le visitaban en el caso de que alguno de sus instrumentos de cuerda se les estropease. Todos le llamaban don Perfecto, que además de ser su nombre de pila también hacía alusión a su forma de ser tan autoexigente, que le mantenía en un estado de permanente insatisfacción e inseguridad, temiendo que en cualquier momento pudiera ocurrirle un imprevisto que le privara del autocontrol y que sus ficticios defectos pudieran revelarse.
Al abrir el establecimiento al público, entró la mujer del enterrador, doña Perpetua, cuyo nombre también decía mucho a su favor, debido a su grácil aspecto que le hacía parecer mucho más joven de lo que era en realidad.
Venía para entregarle una vieja y destartalada guitarra, que en noches de luna clara y cuando su tonalidad era armónica, entonaba preciosas melodías incompletas, que al bueno de su marido le hacían sollozar.
—Buenos días, doña Perpetua, déjeme que le eche un vistazo a esa obra de arte, que para mi supondrá un gran reto devolvérsela a su primitivo estado. Por cierto, luce usted hoy cual bocatto di cardinale en ayuno y penitencia, que es como ahora me siento delante de usted, más no quiero profanar el altar de su decencia y me limito a callar.
—¡No faltaba más!, mi querido don Perfecto, examíneme... ¡Cielo santo, qué estoy diciendo! Revise el instrumento las veces que haga falta y luego usted decida qué solución tiene. Lo que puedo decirle es que aprender a mi edad el solfeo no lo veo prudente, por eso siempre me dejo llevar por lo que me dicta mi conciencia, que me anima a cantar al tuntún. Tampoco es ningún disparate, porque al fin y al cabo el único que me escucha es mi marido y está más sordo que una tapia.
Al abrir el establecimiento al público, entró la mujer del enterrador, doña Perpetua, cuyo nombre también decía mucho a su favor, debido a su grácil aspecto que le hacía parecer mucho más joven de lo que era en realidad.
Venía para entregarle una vieja y destartalada guitarra, que en noches de luna clara y cuando su tonalidad era armónica, entonaba preciosas melodías incompletas, que al bueno de su marido le hacían sollozar.
—Buenos días, doña Perpetua, déjeme que le eche un vistazo a esa obra de arte, que para mi supondrá un gran reto devolvérsela a su primitivo estado. Por cierto, luce usted hoy cual bocatto di cardinale en ayuno y penitencia, que es como ahora me siento delante de usted, más no quiero profanar el altar de su decencia y me limito a callar.
—¡No faltaba más!, mi querido don Perfecto, examíneme... ¡Cielo santo, qué estoy diciendo! Revise el instrumento las veces que haga falta y luego usted decida qué solución tiene. Lo que puedo decirle es que aprender a mi edad el solfeo no lo veo prudente, por eso siempre me dejo llevar por lo que me dicta mi conciencia, que me anima a cantar al tuntún. Tampoco es ningún disparate, porque al fin y al cabo el único que me escucha es mi marido y está más sordo que una tapia.
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
Hola Estrella,me ha encantado este relato porque mientras lo iba leyendo me estaba riendo y a la vez me estaba recordando esos simpáticos guiones que solían escribir esos dos grandes escritores llamados,, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso Estrella:)
Muchos besos y muchas gracias por hacerme reir:)
Qué bueno, me ha encantado. No sé cual me gusta más, si el luthier perfeccionista o la mujer del enterrador con el marido sordo, pero está genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí me parece divertido, sobre todo, porque me identifico, en pura complicidad, con tu propio divertimento. Me suele pasar que cuando me despreocupo de lo que puede parecer literariamente "apropiado" o "refinado", y simplemente me dejo llevar por mi vena más divertida, y me divierto escribiendo, salen cosas que a los demás suelen gustarles, y se produce ese milagro tan hermoso en la escritura que tiene que ver con encontranos con el otro y vibrar juntos los dos en el mismo sentimiento.
ResponderEliminarDoña Perpetua y Don Perfecto son personajes que tienen mucho para enseñarnos, que nos habitan, sobre todo, a todos aquellos que tenemos alguna inclinación artística, y pienso que es muy bueno dejarlos salir de nosotros de vez en cuando y reírnos de ellos para nuestro propio regocijo.
Un beso enorme, Estrella!
Fer
Un relato donde se juega con los dobles sentidos, una historia sencilla en apariencia que hay que leer al menos dos veces para sacarle toda la esencia.
ResponderEliminarAbrazos
Dos personajes muy curiosos.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato.
Un besillo.
Estrella, amiga de mi alma, asi te siento, me has hecho reír y bastante.
ResponderEliminarAdmiro tu facilidad de expresión, pasas de lo serio a divertir de forma tan naturaleza.
Brillante eres.
Te admiro y mi cariño te expreso.
Un abrazo grande.
Disfruta tu tarde.
Me ha parecido un divertido relato en la que los dos personajes juegan con la picaresca de lanzarse indirectas que cada cual tome como quiera y que hace muy amena la lectura, también muy acertados los nombres de los protagonistas.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Besos.
Jeje, amiga Estrella, es un ameno y divertido relato que da gusto de leer jeje, doña Perfecta era sabia y sabía que la costumbre es la más grande de las fuerzas...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amiga, y feliz inicio de semana!!!!
Hola pasa por mi blog cuando puedas hay un premio esperándote.
ResponderEliminarBesos.
Perfecto era él para perpetuar la lozanía de su guitarra.
ResponderEliminarPequeño gran texto, aunque, sinceramente, me ha dejado con ganas de más...
¿Continuará?
Un relato divertido con un punto subrrealista. Creo que los personajes usan un lenjuage en clave al final, diciendo cosas con las que en realidad pretenden decir otras. Para ser un texto tan corto tiene mucha "miga" :))
ResponderEliminarMuy divertido y ocurrente, Estrella.
Un fuerte abrazo y feliz comienzo de semana.
Hola Estrella!
ResponderEliminarComo siempre, simplemente perfecto.
Me han parecido espectaculares las rimas de Don Perfecto y, desde luego, me han encantado las elecciones de los nombres y las profesiones.
Me gusta leer tus historias.
Un besazo
Hola Estrella! Fantástico! Hagamos todo aquello que nos haga sentir bien, aunque sea imperfecto y que nadie nos "escuche".
ResponderEliminarUn abrazo!!
Ja, ja,ja. ¡Que bueno! Me gusta tu forma de narrar. Un abrazo y buena semana. (:
ResponderEliminarVaya par de Per...sonajes ;-)
ResponderEliminarUno disimulando sus 'imaginarios defectos' y la otra luciendo como jovencita.
Qué arte tienes para escribir con concreción y, a la vez, con ese punttito de gracia.
Me ha gustado mucho, Estrella, ¡un beso!
Dona Perpétua é a mulher do enterrador? Que ironia! Isto é, se enterrador tiver na língua espanhola o mesmo sentido que possui no português. Por suposto, enterrador é aquele que cuida de sepultar os mortos, o funcionário mais requisitado de um cemitério. Espero que um dia a Estrella Amaranto possa escrever um conto ou relato sobre as peripécias de Dona Perpétua com seu marido. Isto é, caso ainda não o tenha feito.
ResponderEliminarUm abraço.
Quiero agradeceros a todos los compañeros bloguer y amigos de letras, vuestros comentarios, que por supuesto leo, pero que ya me es del todo imposible responder, pues no solamente tengo este blog y perfil, sino otros dos más, junto a una comunidad de la que soy propietaria: SALIENDO DE LA MATRIX
ResponderEliminarhttps://plus.google.com/communities/108277454160869878025
donde quedáis invitados a promocionar vuestros blogs y compartir vuestras entradas.
¡Abrazos!
Muchas gracias por tomaros vuestro tiempo en leer mi publicación y comentar después:
ResponderEliminarFantasía Y Realidad - Marigem Saldelapuro - María PAZ - Francisco Moroz - María Campra Peláez - Viviana Lizana - Mariola - Servilio Casanova Pestano - Alfredo Ramírez Vega - Hola, me llamo Julio David - Julia C. - El mundo con ella - Gema Avefénix - elpoetaartesano Carlos - Chelo - J.E. Guimaraes
No había leído este micro y me he reído muchísimo, ahora voy a leer la continuación. Un abrazo
ResponderEliminarVengo a ponerme al día con esta historia, los comentaristas tenían razón. El texto clama por ser más desarrollado. Esos dos personajes, recién nacidos pedían mayor vida. El breve diálogo es fantástico. Voy a la continuación!!!
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