Jesús Villar - Pareja de viejos |
La leve brisa primaveral entró de golpe al abrir la ventana de la cocina en esas primeras horas del amanecer junto al bramido del mar en la lejanía cuando la aldea comenzaba a desperezarse del letargo del sueño, reuniendo a la escasa población, en esa crucial hora en torno a la mesa del comedor o de la cocina, dispuestos a reanudar la disciplina diaria. Andrés contemplaba ensimismado las fotografías enmarcadas, una al lado de la otra sobre la repisa de la ventana. De esta forma ella le miraba con aquellos ojos pizpiretos de los que se enamoró cuando apenas era un adolescente y le iba contando sus cuitas y cuánto la echaba de menos...
—Martín ya ha tenido otra niña y tiene tus mismos ojos. Dice que la pondrá de nombre Valeria, en tu honor, porque ya le conoces siempre estuvo bajo tus faldas, no era capaz de hacer algo por si mismo, siempre recurría a ti cuando tenía algún problema. Ya sé que también era tu niño preferido, pero eso no te daba derecho a hacerle tan dependiente. Siempre te critiqué que fuera tan blando de carácter porque de esa manera nunca podría hacerle frente a las vicisitudes de la vida, como cuando tuvo que alistarse en el ejército. ¡Menos mal que allí le enseñaron a hacerse un hombre!
Ella le escuchaba paciente desde la repisa y esto le gustaba, porque en vida, solían acabar sus pláticas enfadados y reprochándose mutuamente la falta de interés en poner remedio a todo aquello que les acontecía.
La visión de aquella familia: cuatro hijos y el matrimonio viviendo en una humilde casa próxima a la playa que nunca había sido reformada y que por tanto conservaba intacta cada habitación, cada mueble, cada ventana, su aroma a pino viejo, sal marina, café tostado, espliego, manzanas asadas... Las risas de los niños rebotaban aún en las paredes junto a los gritos de Valeria intentando sofocar las travesuras de aquellos enanos.
Ensimismado en sus recuerdos no había escuchado unos golpes en la puerta que insistentemente alguien desde afuera llevaba ya un buen rato tratando de avisarle de su presencia. Los ruidos subieron lentamente de volumen hasta convertirse en un molesto y pesado aporreo que terminó por escuchar.
Abrió la puerta principal y se sobrecogió ante la visión, le pareció distinguir la presencia de Liborio, el joven que murió de una pulmonía mal curada el mismo día que nació Enzo, el tercero de sus vástagos, aquella defunción se le quedó en la memoria grabada para el resto. Bien es verdad, que ya padecía de dificultades con la vista, mas tal aparición estaba envuelta en un halo luminoso que le dificultaba aún más enfocar la mirada. Creyó que podría tratarse de alguna alucinación, sin embargo tenía un ramo de flores en las manos que dicho muchacho se lo acababa de entregar. Intentó hablarle pero en aquel instante desapareció sin conseguir su propósito.
¿Quién seguía acordándose de él si se había convertido un vejestorio? ¿Por qué elegir a Liborio para traérmelas si ya estaba muerto?... Ninguna de las preguntas tenía una respuesta razonable.
—Liborio me acaba de entregar este ramo de flores y no acabo de entender por qué a mi y quien se lo ha dado. No te pongas celosa Valeria, que ya no estoy para esos trotes y todas mis amantes ya han fallecido, tú bien lo conoces. Voy a buscar el búcaro de cristal donde solías poner esas criaturas silvestres, tan parecidas a estas (¡vaya casualidad!, pensó) cuando llegaba nuestro aniversario de bodas o era domingo. Ya sé que hoy coincide también con idéntico día de la semana, no obstante tú ya no estás y Liborio tampoco. ¿No será que he perdido el juicio y vuelvo a tener alucinaciones como la de hace algunas semanas, contemplándote sentada en la cama acariciándome la frente?... Las pondré en la mesa del comedor y que las descubran los chicos en el momento que vuelvan a visitarme. Bueno, deja que te de el beso de buenos días que ya me voy a acabar el desayuno y no quiero que me mires con malos ojos, ya sabes que siempre te quise a ti, aunque tú me reprocharas que tuviera algún lío con otras. ¡Era tan joven y tan guapo, que las tenía comiendo de mi mano y eso ya sé que te desesperaba hasta rechazarme en el lecho! Pero mujer, tú fuiste la única que amaba y de eso te aprovechabas cada vez que me retirabas la palabra o me dejabas solo meses enteros marchándote a casa de tu hermana.
Asombrado de la levedad que le envolvía logró incorporarse sin ninguna dificultad, liberándose de los cascotes de cemento y piedra que le aprisionaban, sin esfuerzo alguno los apartó a un lado y manteniéndose erguido se fue derecho hasta el dormitorio a llamar por teléfono. Todo fue inútil, no daba señal. La lluvia afuera continuaba ininterrumpidamente y dentro de la vivienda el agua cubría cerca de cincuenta centímetros. Le extrañó que no notase tampoco aquella humedad en sus pantalones manchados con una mezcla de barro y sangre, pero algo le impulsaba a marcharse, a dejar indefinidamente aquel lugar. Tenía la mente demasiado lúcida y un inmenso bienestar se iba adueñando de él. Miró alrededor y se fue directo a la repisa de la cocina para llevarse el retrato de Valeria, que se había salvado milagrosamente, ya que la mayoría de los enseres domésticos se hallaban cubiertos de fango y estaban destrozados.
Al salir a la calle se extrañó de encontrarse con mucha gente que hacía años había perdido de vista, aparentemente más jóvenes y felices que cuando se relacionaba con ellos. Algunos lucían ropas demasiado antiguas o que ya no las usaba nadie. Otros parecían ausentes sin observar el paisaje desolador: todas las viviendas en ruinas y llenas de barro, inundadas por aquel torbellino enmarañado que arrastraba montones de cadáveres, ramas y escombros.
Subió la cuesta sin atisbo de aquellas molestias en las rodillas debido a la artritis y en medio de la penumbra apareció ella, Valeria, quien se fue aproximando sonriente dispuesta a fundirse en un abrazo.
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
¡Qué relato tan tierno, Estrella! Has sabido plasmar a través de los pequeños detalles que has ido narrando como, a pesar de esos líos de faldas de Andrés, el amor por Valeria era genuíno. Aún en ese momento de partir se llevaba consigo su foto.
ResponderEliminarTambién me ha encantado esa visión de familia unida que se intuye, y he podido hasta oler ese café tostado o las manzanas asadas, ¡precioso!
Un besazo y feliz tarde
Estimada Estrella, aún sabiendo que eres lo bien que escribes consigues sorprenderme siempre que leo tus relatos.
ResponderEliminarLa historia cuenta las cosas que suceden en la vida, describes los personajes, podemos verlos, estamos sentados con ellos, el ritmo jamás decae, mantiene al lector atento a cada letra hasta el final.
Y volvemos a releerlo !!!
M Victoria
Un relato muy real, Andrés y Valeria, una historia muy común, y no todas terminan con un abrazo,me ha encantado el final...El amor al final vence ante cualquier obstáculo.
ResponderEliminarUn placer leerte Estrella.
Un gran abrazo.
Feliz tarde, amiga.
Un ramo premonitorio y ese viaje alado que tanto anhelamos... El recuento de una vida, se hace ley, antes de la pacífica partida que soñamos. Cautivante relato!
ResponderEliminarHola!!!!
ResponderEliminarQué bonito Estrella, me gustan mucho las historias de amor en la que al final ambos se reúnen, aunque no sea en este mundo.
Besos y feliz martes!!!!!
Cotidiano como un sencillo paseo.
ResponderEliminarUn viaje entre la vida y la muerte, lo que dejamos atrás y un día nos reencontraremos.
Últimos pensamientos y la profundidad de los errores cometidos, valorando sobre todo el amor que tuvimos.
Muy bueno Estrella, hace pensar.
Últimamente me tenéis muy reflexiva, ;)
Besitos!!!
Que historia tan triste y a la vez llena de tanta dulzura, fue Valeria la que lo llamaba y por la cuál llegarían todos esos hermosos recuerdos que vivieron y volvieron a él. Paso a paso relatado fui sintiendo a esa familia qué, iba facilitando el pellizco al corazón, la casa donde un día, testigo de la algarabía y vivencias,todo!,y dejó de existir, eso sí, llevándose todo un gran amor.
ResponderEliminarHaces posible totalmente el mimetismo, querida amiga, como me gusta la forma en la que narras y haces llegar, estoy segura que sientes las historias en primera persona, porque traspasan, escritora.
Un fuerte abrazo y un besazo, Estrella, de ésta, que te valora mucho y aprecia un potosí :-)))
Empecé a leer, pero me pareció adecuado hacerlo con la música que has añadido al final el texto. Me he visto envuelto en maravillosas notas que acompañaban tu evocador y emotivo texto.
ResponderEliminarMe ha resultado una experiencia que me ha dejado perplejo por su intensidad.
Querida Estrella te quedo agradecido por ello.
Un abrazo
Muito bom, Estrella. Depois, voltarei a ler, para dar mais atenção aos acontecimentos propriamente. Pois me perdi em algum momento, já que passei a dar atenção não ao relato, propriamente, mas à maneira como você emprega a palavras. É que acabei sendo envolvido por algo que pareceu do mesmo nível da grandeza de um Edgar Allan Poe. Se houvesse uma comparação possível de ser feita no campo cinematográfico, ousaria dizer que você avançou pelo terrenos do "terror de sugestão" à moda do cineasta Jacques Tourneur, que fez "Cat People", "The leopard man", "I walked with a zombie" e "Night of the demon".
ResponderEliminarAbraços y saludos.
Pues... ¡Estamos ante otra maravilla del ingenio y de la pluma!
ResponderEliminarPor norma, los relatos y las películas relacionadas con la muerte, la otra vida, el túnel... me parecen espeluznantes; pero si el tema se trata con cariño, como tú has hecho, y el tránsito de un lugar a otro se hace lentamente, con cariño y casi sin darnos cuenta... me parece algo tierno. Un paso más de nuestras vidas hacia delante. Y así espero yo que la muerte venga a buscarme, aunque no me gustaría que me tocara pasar por el trance de esperarla sin la compañía del círculo más cercano de mis seres queridos...
Ya ves ¡Estrella! Otros días me haces reir, pero hoy, me has hecho ponerme reflexiva... Lo que es cierto, desde luego, es que tus relatos no pueden dejar indiferente a nadie.
Enhorabuena una vez más.
Muchos besos. He disfrutado.
Visita inesperada y un ramo de flores con el que partir al encuentro de su amada Valeria. Esa levedad con la que se desprende del cuerpo para sentirse libre y sin dolor. La espera por fin ha finalizado.
ResponderEliminarUna manera pacífica para Andrés de dejar el traje carnal, con escenas que me resultaron muy nítidas de comprender gracias a tu buena y fluida narración.
¡Un fuerte abrazo, amiga!
Dios mio, cuanta ternura sentimiento, me cautivo. precioso,
ResponderEliminarEstrella, un abrazo amiga.
Estrella el video imposible cariño no puedo verlo ni escucharlo.
ResponderEliminarHola Estrella! Qué hermoso relato! Tal vez eran avisos, los que tenia Liborio, de una muerte anunciada. Quien sabe? Presentía el cruce del umbral y lo hacía de una manera romántica y bella#
ResponderEliminarUn placer leerte!
Besotes y feliz miércoles!
Con soltura y naturalidad nos fuiste conduciendo desde los pequeños rituales cotidianos de Andrés, sus añoranzas, recuerdos, la charla con el retrato, hasta un mundo menos sólido, hecho de espíritus del pasado, entre los que apareció Valeria, en un reencuentro -imagino- ya sin discusiones.
ResponderEliminarMuy bueno, Estrella, enternecedor.
Un abrazo.
Es un relato muy tierno en que de tu mano vamos conociendo a esa pareja tierna, llena de recuerdos, de todo lo que hicieron y poco a poco llegando a ese reencuentro aunque no sea en el aquí y esté en el más allá.
ResponderEliminarBonito Estrella.
Excelente relato. Quedé encantada con el final. Un placer ingresar a tus letras. Abrazos
ResponderEliminarTernura,cotidianeidad, un amor que mo es perfecto, un ideal, el mundo de los vivos que se funde con el de los muertos que siguen vivos en tanto no son olvidados. Un ameno y cálido relato, Estrella!!!
ResponderEliminarBesos!
Fer
Una maravillosa y dulce forma de tratar el amor que perdura en el tiempo y que se lleva consigo al cruzar el umbral de la muerte. Un espléndido relato Estrella. Un gran abrazo, amiga.
ResponderEliminarSu aroma a pino viejo, sal marina, café tostado, espliego, manzanas asadas...
ResponderEliminarAromas y texturas enbriagadoras que te meten en un relato y desembocan en el final de una vida, marcada por el amor que cada uno sentimos de una forma igual pero distinta.
Puede haber belleza en el final de la vida, e incluso belleza en lo amargo, así son las letras cuando son inspiradas e inspiradoras.
Felicitaciones por tu obra Estrella.
Un abrazo.
Qué delicia la muerte con el reencuentro con el ser más querido. No voy a negar que me produjo sentimientos encontrados su afición a otras mujeres, pero finalmente ganó el amor eterno.
ResponderEliminarUn abrazo
EN EL CAMINO DE ESTAS LETRAS DISCURRE UN DULCE VIAJE ENTRE TRAMOS DE RECUERDOS, TERNURA, FAMILIA Y SE DESLIZA HACIA LA ETERNIDAD. ES UD. ESTRELLA UNA MAESTRA; YO SU ALUMNA, TODO ESTO ES HERMOSO.
ResponderEliminarUn relato lleno de ternura y amor del bueno, ese que dura más allá aún de la vida. Me ha encantado como has ido narrando los recuerdos, los detalles e incluso las canitas al aire de Andrés que él mismo justifica, y luego ese ramo de flores que es la crónica de algo que va a pasar denota el amor que a pesar de todo los unía.
ResponderEliminarMaravilloso escrito amiga mía.
Mil besos
Hermosa historia, felicitaciones Estrella, tienen tus letras la ternura y la sorpresa de los cuentos fantásticos.
ResponderEliminarmariarosa
Estrella
ResponderEliminarLa literatura bien tratada es una dama mágica que nos hace soñar cuando leemos un texto tan maravillosamente contado como éste. El relato abre con un escenario en el que sucederá la historia e inmediatamente comienza a hablar el personaje y ahí, un poco antes, un poco después, ocurre el milagro, el de la aceptación de esa aventura maravillosa que empieza a suceder. Y nos predisponemos como el niño que sabe que le van a contar un cuento de hadas, que sabe que las hadas no existen, pero está dispuesto a aceptar todo como si fuese verdadero, parte de la realidad, admitiéndolo sin discusión y con ansias esperando el punto final. Algo, entre líneas se percibe, algo ha quedado librado a nuestra imaginación, es una señal débil, sutil, que deja la mano maestra de la autora para colocarnos en el plano de lo fantástico.
Luego lo escucharemos a Andrés hablando con una fotografía de su esposa fallecida y a la voz que nos cuenta, que nos relata los sucesos que acontecen. Y así iremos librando los nudos que puedan atar nuestra imaginación, entenderemos, salvaremos las distancias que nos separan de la realidad porque estaremos ya embelesados, metidos dentro de la cajita mágica de la historia. Veremos aparecer a Liborio trayendo flores. Escucharemos las dudas de la voz que cuenta (¿será una alucinación?) pero no haremos caso, nos creeremos todo. También el amor de Valeria, sus reproches respecto de las amantes de su marido, las peleas por eso, la ternura de él al besar la fotografía, el diluvio, el derrumbe, el dolor de dejar la casa, la necesidad de llevarse el retrato de Valeria, las gentes conocidas vagando sin rumbo en aquel paisaje devastado por la inundación, y la aparición, ahora sí, de Valeria sonriente para encontrarse con él en un abrazo. Y va a ser ahí, en ese instante en que la intensidad se aflojará porque la historia se ha cerrado, la magia ha concluido, nuestros corazones crédulos pueden dejar sus latidos desordenados. La autora ha decretado el fin de la fantasía.
Estrella has hecho un relato magistral del que no he podido distraerme en ningún momento, me has hecho soñar, y eso vale una inmensidad. Te mando un afectuoso saludo y mis felicitaciones por este sublime trabajo.
Ariel
Ternura creo que es la palabra que mejor describe tu relato y la que parece preferir la mayoría de tus comentaristas.
ResponderEliminarQué bonito que una pareja vuelva a reunirse aquí o allá, después de la vida. Qué lindo que dos seres permanezcan juntos para siempre cuando el amor, con sus roces y sus peleas también, es la argamasa que los une.
Me ha gustado mucho, Estrella. Un beso grande.
¡Buen relato! Ya han comentado su ternura, el amor que siempre vence... Pues yo veo otro relato en ciernes. Andrés tenía amantes que ya murieron. ¿Qué pasaría si en el Más Allá aparecen de nuevo? Creo que podría salirte un relato muy divertido. Un abrazo!
ResponderEliminarQué relato tan tierno, Estrella. Con sus más y sus menos tus protagonistas eran un matromonio que se quería y que ahora podrá estar junto de nuevo. Incluso podrán visitar a antiguos amigos que creían "perdidos" :)
ResponderEliminarOjalá fuera así de condescendiente la muerte para todos nosotros.
Precioso, me ha gustado mucho.
¡Un beso de miércoles!
Muchísimas gracias por vuestros comentarios:
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