marzo 28, 2016

Mi primera experiencia docente. 1ª Parte

marzo 28, 2016 27 Comments
una aldea gallega semejante donde impartí clases por primera vez
En esta ocasión me he decidido a compartiros parte de mi experiencia como educadora y docente, se trata de hablaros de mis inicios cuando era una joven llena de ilusiones por transformar un panorama demasiado conformista y tradicional en la mayoría de centros educativos. 
Desde que acabé mis primeros estudios de Magisterio, allá por los años 80 y antes de retomar mi carrera de Filología Hispánica, decidí comenzar mi experiencia docente nada más y nada menos que en una perdida zona del norte de España, yo me había criado en esa franja que va de Madrid para arriba y acabé por solicitar en una convocatoria de ofertas de trabajo de la Delegación Provincial del Ministerio de Ecucación y Ciencia de la ciudad donde residía, una plaza como profesora de escuela, no me importaba si tenía que trasladarme a varios cientos de kilómetros de mi domicilio familiar, como así me sucedió, de modo que fui a parar a una humilde y perdida en el mapa, pedanía gallega. Para quienes no conozcais ese término de pedanía, os aclaro que se trata de un núcleo de población pequeño y con pocos habitantes que depende de un municipio y que está bajo la jurisdicción de un alcalde o de un juez, por consiguiente lo primero que me tocó hacer fue irme directamente al domicilio particular del "pedáneo" (alcalde de esa pequeña aldea donde estaba mi futura escuela), tras una breve visita al ayuntamiento, para intentar localizarle y que me entregase la llave de mi nuevo lugar de trabajo.

Por aquellos primeros años de los 80, este país comenzaba a salir aparentemente del oscurantismo franquista de esa España sumida en el atraso y el miedo, cosa que también experimenté cuando llegué aproximadamente con mi vehículo hasta un punto de la carretera general donde dudé, si debía o no dejarlo aparcado al borde de la misma, o aproximarme con el coche hasta aquella pedanía, cosa que al final decidí hacer, teniendo que recorrer unos pocos kilómetros a través de un sendero pedregoso y empinado, más propio para el tránsito de rebaños de ovejas o ganado, que para circular con un vehículo, cosa que caí enseguida en la cuenta, nada más detenerlo e intentar hacer una pequeña maniobra para cambiarlo de dirección y dejarlo ya preparado para la vuelta, lo cual fue imposible, puesto que con el lodazal que había a la entrada, se me quedó atascado en el barro y la mierda de las vacas que merodeaban por allí. 

un vehículo parecido al mío
Las mujeres ya mayores vestidas de negro y con pañuelos atados a la cabeza, me recibieron asombradas al ver como la futura maestra no era lo que acostumbraban a ver por allí o la persona que esperaban, sino una jovencísima chica de ciudad que no hablaba su lengua materna, o sea el gallego, sino un castellano demasiado culto o formal. También mi forma de vestir y mi presencia acabaron por desanimarlas, puesto que no había apenas nada en común. Pregunté donde estaba mi escuela y si alguien se ocupaba de dar comidas a los forasteros, enseguida una mujer de mediana edad, de piel arrugada y físicamente poco agraciada, soltera para más señas, se me aproximó para ofrecerme su ayuda y negociar el precio que debía pagarla si me hacía la comida diariamente, en cuanto a poderme quedar a dormir fue imposible, dado que la mayor parte de las personas que vivían allí, eran las abuelas o abuelos de mis alumnos, cuyos padres se hallaban en aquellos tiempos buscándose la vida en ciudades europeas como Suiza, Francia o Alemania, y sus viviendas no reunían unas condiciones higiénicas o de comodidades a las que estaba acostumbrada.

Cuando llegué a la pequeña casita que iba a ser mi futuro lugar de trabajo, ya observé con preocupación, los ventanales con una estructura de madera con pequeños rectángulos dentro del marco donde iban alojados multitud de cristalitos sujetos con clavos y muchos de ellos rotos, lo cual me hacía presagiar el abandono del local y el frío que debía hacer durante el invierno, pero la desilusión fue mayor al entrar dentro, allí el espectáculo fue desolador... Un suelo basto de cemento, paredes deslucidas de cal, donde también se hallaba una que tenía unos pequeños recuadros en negro, a modo de pequeñas pizarras y unos borradores atados con cordeles y sujetos a la pared. El escaso mobiliario que descubrí con mucha perplejidad, fue un armario de madera con puertas desvencijadas y lleno de polvo en su interior, en cuyas baldas había un montón de pequeños libros de una época remota que se suponía habían ido pasando por las manos de otros alumnos, naturalmente su información y  conocimientos estaban completamente obsoletos, lo cual me hizo pensar en la conveniencia de comprar nuevo material de estudio, que lo más probable sería que corriera por mi cuenta, como así sucedió luego. Los pupitres todavía conservaban el diseño de los años 50, es decir, pupitres biplaza de madera de haya con asiento elevable y el frontal inclinado con un par de agujeros donde iban antiguamente los tinteros escolares y que se podían alzar también para guardar sus libros y utensilios. También había una especie de mesa de escritorio para el profesor con una llave para cerrar la fila de cajones situados a ambos lados. No disponía de agua, ni tampoco de luz eléctrica y lo que debía ser el aseo no era más que un cuartucho separado por una puerta, con una especie de retrete en el suelo donde había que agacharse, en caso de necesidad.
un aula bastante similar, aunque con ventanas más modernas que la mía
Aquel panorama me dejó algo aturdida, ya que no había imaginado un lugar tan anticuado y desolador para dar clase a unos niños que necesitaban de ayuda para conocer y descubrir otras posibilidades de vida y un futuro más halagüeño al que generaciones enteras se habían acostumbrado a soportar con naturalidad.
No dudé un segundo, en cuanto salí de allí y retorné a la "civilización" horas más tarde, en dirigirme a una librería de la capital para comprar libros a mis futuros alumnos adaptados a los distintos cursos según su edad, desde párvulos a adolescentes, también me aprovisioné de infinidad de utensilios escolares modernos y naturalmente de rollos de plástico y cinta adhesiva de celulosa (celo) para forrar aquellos libros que deseaba pudieran llegar hasta final de curso, sanos y salvos. Como colofón adquirí también varias cajas de juegos didácticos, con el propósito de motivar mucho mejor a mis alumnos, ya que venían a ser el premio cuando terminaban con éxito sus tareas habituales. Y como podréis suponer a estas alturas del relato, todo corrió a cargo de mi modesta economía o de mi bolsillo particular, puesto que ni el pedáneo ni la Delegación educativa corrieron nunca con semejante dispendio.

Luego llegaron las innumerables goteras, más roturas de los cristalitos de aquellas ventanas, el frío y la nieve sin ningún medio para paliarlo, a no ser que consintiera en ser la chica fácil y atractiva del pedáneo, para que mediase en alguna solución posible, así como también, las costumbres y tradiciones de aquellas abuelas, que hacían de madres de mis alumnos y solo entendían de varas y castigos violentos, trayéndome huevos, verduras, botellas de orujo, gallinas y otros regalos a la escuela...

Muchas gracias y espero conocer vuestra opinión al respecto, para seguir o no con este relato autobiográfico, ya que preferiría despertase vuestro interés.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

marzo 27, 2016

Tres alegres campesinos

marzo 27, 2016 17 Comments

En un poblado medieval de una antigua isla anglosajona residían tres alegres campesinos que cultivaban sin descanso sus tierras en aquella verde campiña apartada por un extenso recinto fortificado donde residía la nobleza.

Meggy, que era una de aquellas lozanas campesinas que trabajaban con denuedo aquellas tierras de labranza, solía cultivar peras y otras frutas, aunque lo que más la gustaba era que sus peras crecieran sanas y muy, pero que muy grandes. Había logrado con mucho esfuerzo liberarse de la servidumbre que había mantenido de joven, puesto que tuvo que depender del marquesado, que regentaba aquellas tierras. Luego al casarse y enviudar tan joven, obtuvo la gracia de su noble Marqués, para tener una modesta vivienda en la aldea próxima y seguir libre su camino.
Lindando con su pequeña parcela, estaban a ambos lados situados, los terrenos de dos granjeros, Tielo que cultivaba aceitunas y Wilky que cultivaba trigo. Al primero le encantaba el sabor de las aceitunas, de ahí que las cultivara con mucho esmero, en cambio a Wilky lo que le preocupaba es que los pájaros no arruinasen sus cosechas, que con tanto sudor había logrado que fueran excelentes.

Cada mañana, todavía de noche, los tres labriegos solían levantarse muy temprano y recorrer a lomos de sus asnos, las decenas de leguas que separaban la aldea de sus plantaciones. Cada uno limpiaba de hierbajos e insectos las cosechas, las regaba con el agua que transportaba en grandes tinajas  desde un manantial cercano y de vez en cuando se alzaban de pie para reponerse de aquella incómoda postura agachada en la que permanecían tantas horas con el sol cayéndoles en vertical a su espalda. Entonces solían contarse los chismes de sus vecinos o de otros labriegos:

-¿Sabes que Bogumir se casó la otra semana y su mujer le acabó echando de casa sin ropa y montado en un burro ciego? -dijo jocosamente Winky, echándose unas carcajadas-

-¿Y eso por qué? -le preguntaba curiosa Meggy-

-Porque le había sido infiel hasta en diez ocasiones después de su boda y eso que solo llevaban casados menos de un mes -le respondió tosiendo irónicamente tras algunas pausas, con la intención de remarcar burlonamente cada idea.

-¿Cómo dices semejante barbaridad, Wilky? Conozco a ese buen hombre y jamás engañaría a su mujer, que es una astuta zorra y ella lo único que ha hecho es poderse quedar libre, para acostarse con otros hombres -afirmó muy enfadado Tielo, que sin duda era amigo de aquel desdichado jovenzuelo que tuvo que huir de la aldea para que no lo molieran a palos otros vecinos, sin duda esos amantes  con los que ella se acostaba en secreto-

En estas divagaciones se podían pasar tiempo repasando los rumores y cotilleos que circulaban de boca en boca, por mesones, bodegas o antros, a cual más sucio o descuidado. 

Más, pasaron los años y las tierras empezaron a mermar sus cosechas, por lo que pronto notaron la escasez de bienes y comida, los pájaros arruinaban el cultivo de trigo, se comían las aceitunas y dejaban diezmados aquellos frondosos perales, que Maggi con tanto esmero cultivó. No podían rendirse a la desgracia y se les ocurrió situar varios espantapájaros en sus tierras, pero lo malo es que los construyeron con unas cañas a modo de mástiles en cruz con harapos viejos, algunas frutas y verduras  y algo de paja para relleno. El resultado fue que poco a poco, los pájaros devoraron las frutas y verduras, desmoronándose los espantapájaros.

Tras este revés, volvieron a construir nuevos espantapájaros, donde ya no colocaron frutas ni verduras, pero en cambio los llenaron de cencerros y cascabeles para que con el movimiento pudieran espantar a las aves. Lo peor ya no fueron los pájaros, sino los chirriantes sonidos que en el silencio y oscuridad de la noche, si los vientos arreciaban como era habitual, se hacían oír a muchas leguas alrededor y tan molestos eran, que perturbaban a otros labriegos que dormían a la intemperie, o a tantos ladrones que frecuentaban esos territorios. Por lo que cierto día cuando los tres campesinos llegaron como de costumbre a sus tierras, en horas tan tempranas y envueltos en la oscuridad, al poco de bajarse de sus pollinos notaron tal cantidad de patadas, bastonazos y embates, por parte de sus malhumorados agresores, que entre los sonidos de los cencerros y cascabeles, sumados a los gritos y gruñidos de quienes les zurraban de lo lindo, empezaron a correr despavoridos pensando que aquellos espantapájaros se habían convertido en demonios decididos a acabar con sus tierras.

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marzo 18, 2016

LA LEYENDA DEL UNICORNIO

marzo 18, 2016 48 Comments
UN MICRORRELATO PARA EL CONCURSO DEL 
CÍRCULO DE ESCRITORES "MICROFANTASY III"




El luto se había adueñado de todo el condado tras el fallecimiento del conde Elvinio el Valeroso, que tras duras peleas logró la paz. Casado con su prima Melinda, tuvo tres varones. La condesa entristeció hasta quedarse muda y ciega. Un día, sus tres vástagos partieron en busca de algún remedio que pudiera devolverle la salud a su querida madre.

Después un duro trayecto cabalgando a través de las escarpadas montañas y atravesando los valles del condado arribaron a una pequeña choza donde habitaba una hermosa doncella, que los escuchó desconcertada:

-Está bien, trataré de encontrar a mi fiel escudero para que me transporte hasta el castillo donde habita vuestra madre. Ya podeis regresar tranquilos y decirle a ella que llegaré al atardecer-

La doncella partió subida en su unicornio alado, el cual ignoraba que tenía la misión de salvar a la condesa de su terrible desgracia.

La condesa Melinda subida en la torre más alta del castillo, notó como un rayo caía sobre su cabeza nada más aparecer aquel precioso unicornio y al instante pudo ver como se transformaba en el conde Elvinio el Valeroso que venía raudo a su encuentro.

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LA AVARICIA DEL DRAGÓN

marzo 18, 2016 34 Comments
UN MICRORRELATO PARA EL CONCURSO DEL 
CÍRCULO DE ESCRITORES "MICROFANTASY III"


En los sótanos de un convento, vivía un rufián dragón, que en una oscura noche mientras los frailes dormían, escuchó un retintín de cadenas atravesando la arcada que daba al jardín. Inmediatamente salio apresurado y se escondió a una distancia prudente entre los setos y árboles a modo de muralla, entonces vio dos figuras fantasmales encapuchadas deslizándose a escasos palmos del suelo, una llevaba una vela encendida y la otra una pala. Luego observó como uno de ellos abría una profunda zanja ayudándose con la pala, mientras su compañero le iluminaba con la vela, hasta descubrir que extraía un saco bastante pesado -pensó al verlo intentando cargárselo a su encorvada espalda-
Siguiendo aquellas siniestras sombras, llegó a un pozo donde al asomarse advirtió que habían desaparecido y se introdujo en su interior, donde divisó una inmensa sala llena de monedas de oro. Radiante de júbilo se puso a saltar encima de aquella inmensa montaña brillante como un sol. 

-¡Seré el dragón más rico y poderoso! ¡Juntaré tierras, dirigiré ejércitos, me casaré con la doncella más bella y abandonaré mi condición de mendigo y rufián!

Al despuntar el día, aquella torre de monedas se había esfumado y de nuevo aparecieron las figuras de los encapuchados que arrastrándole a una zanja lo sepultaron vivo.

-¡Caíste en la trampa de la avaricia y nada ni nadie te salvará!- exclamaron los monjes que antaño murieron allí ajusticiados.

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marzo 07, 2016

Una jugada del destino

marzo 07, 2016 25 Comments

Cuando Akane se despertó aquella mañana calurosa, ignoraba que su vida como estudiante responsable e hija ejemplar había terminado. Desayunó y charló animadamente con su madre antes de salir a la calle. Luego tomó la dirección de la agencia de trabajo temporal donde había quedado con su amiga, pero ella nunca llegó y antes de entrar en la oficina, dos hombres, que le dijeron representar a la agencia de empleo, le pidieron que les acompañara a comprar ciertos útiles de trabajo para su nuevo puesto. 

Durante el trayecto le explicaron de qué se trataba aquel empleo:

-Debes recolectar fruta y traerla después hasta el puesto del mercado, que ya te indicaremos, para venderla.

Durante algo más de media hora recorrieron el centro de aquella localidad. Compraron gorras, sombreros y otros utensilios. Cuando ya eran las 12:00 del mediodía, se pararon en una cafetería para beber algo. Ella estaba sedienta y se apercibió que ya era mediodía y que no le daría tiempo para regresar a su casa a comer, asi que apartándose unos metros habló con su madre por el móvil y se lo comentó. Cuando volvió a la mesa, los hombres le habían pedido una cerveza muy fría y se la bebió mientras charlaba tranquilamente con ellos.
Minutos después cogieron un taxi, pero ella ya estaba bajo los efectos de un somnífero que le habían echado en la bebida mientras estuvo charlando por el móvil. Finalmente llegaron a una especie de sótano completamente a oscuras y ella naturalmente no tenía ni idea, que ahora estaba muy lejos de su casa y donde se hablaba otra lengua que no conocía. Se hallaba en una casa muy pequeña llena de gente mirándola. Le ofrecieron algo de comer y de beber. Aquellos dos hombres se volvieron a dirigir a ella:

-Vamos a comprar algunos equipos electrónicos para venderlos luego a mejor precio en nuestro negocio.

La llevaron a través de dos pasillos, deteniéndose solo para pagar. Sin darse cuenta, Akane había cruzado la frontera clandestinamente.

Era ya medianoche y el grupo se desplazó hasta un mercado en donde había otros hombres con los que ellos estuvieron hablando en un idioma extranjero. Ignoraba que estaban intentando venderla sin éxito, por lo que no hubo clientes para ella, tan sólo un taxi rumbo a otra provincia.

Había una calle muy larga y amplia, repleta de carteles luminosos que copaban las paredes, también había un hotel y dentro, una pareja, él parecía de aquel sitio y ella debía ser de alguna otra ciudad o incluso podría también ser de su misma localidad. Les estaban esperando en silencio. La conversación apenas duró algunos minutos, después aquella mujer de unos 30 años y que hablaba su mismo idioma le indicó que la siguiera hasta su casa. 
Akane se encontraba mareada y débil, por lo que la siguió sin oponer resistencia alguna. Media hora más tarde, otras tres jóvenes extranjeras también aparecieron en la vivienda. En ese momento la mujer le dijo:

-Desde ahora tendrás que servir sexualmente a los clientes para pagar la deuda que tienes conmigo.

Pasó un tiempo hasta que una noche, el marido tenía que hacer un viaje para realizar unas pruebas médicas a aquellas chicas, hasta una ciudad fronteriza con su país y en un peaje, al ver a la policía, Akane se puso a gritar desesperada pidiendo auxilio, había aprendido a hablar aquel idioma extraño, pero sus dueños no lo sabían y la policía enseguida detuvo el coche y en cuestión de horas las chicas del burdel fueron liberadas y devueltas a sus respectivas familias.

El golpe de la vida fue duro, sin duda para Akane, le habían robado dos años, su virginidad y su sonrisa. Ahora tenía que aprender a convivir con su pasado, a olvidar y empezar otra vida, pero estaba por fin junto a sus padres y en ese momento solo le embargaban las lágrimas de felicidad.

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marzo 05, 2016

La inesperada compañía - Capítulo 9

marzo 05, 2016 30 Comments

Abrí la tapa de la guantera para coger el cargador, guardándolo en el bolsillo de mi chaqueta y me fijé en una pequeña llave dorada, que se hallaba en el asiento del copiloto, deduje que tendría que ser de mi atractiva pasajera, mas ¿qué abriría semejante objeto tan sofisticado, con aquellos diminutos agujeros en su hendidura y un pequeño llavero con una chapita áurea y un número en el centro?... No me resultaba el típico llavín de un buzón de correo, ni el de una maleta, ni cualquiera de las llaves que conocía, esta era bastante rara y pensé que sería conveniente guardármela, pues con ese aspecto, solo la ví una vez en el despacho de mi jefe de la sección del laboratorio y nunca más reparé en ella en ningún otro sitio. ¿Cómo era posible que mi inocente acompañante tenía precisamente otra igual o muy similar?... ¿Era necesario mantenerme alerta con Olga?... ¡Pero si parecía una buena chica, con una mirada desvalida! Además, ¿qué podía ofrecerle, si era un tipo normal y corriente, un encargado de un departamento oficial de ensayos químicos y análisis científicos, con unos ingresos medios y un buen padre de familia?... No entendía nada y mucho menos, sabiendo que trabajaba en el mismo hospital de Muriel y lo fácil que sería encontrarla o cerciorarme si me había engañado o no. De todas maneras prefería ser el depositario de la misma, mientras estuviera a su lado y luego ya vería la manera de devolvérsela.

Empezaba a oscurecer y no habíamos comido nada durante muchas tiempo. Reanudé el paso intentando regresar con Olga, que seguramente me esperaría con ganas de cenar. También noté cierta pesadez en mi cuerpo, que me obligaba a andar con dificultad, los músculos de mis piernas estaban agarrotados por el cansancio y la tensión del viaje, era obvio que debía quedarme a dormir en ese lugar, o de lo contrario podría sufrir algún desvanecimiento por la somnolencia y la fatiga acumulada a lo largo de tantas horas. Asimismo, la oportunidad de reparar el sueño juntos si estaba de acuerdo, me producía una desconocida obsesión, puesto que con una chica tan sexy me resultaba muy difícil que me mantuviese indiferente. De todas formas no necesitaba aprovecharme de ella, sino probar o intentar seducirla y que todo fluyera libremente. Con este inquietante desasosiego mental regresé y fui directo al mostrador de recepción para reservar una habitación de matrimonio, no hizo falta entregar su carnet de identidad, solo bastó con el mío al mostrar mi actitud tan confiada a la hora de pagar por anticipado. Tomé la tarjeta ya activada y me fui directamente al cuarto a dejar cargando el móvil, a continuación cogí de nuevo el ascensor y bajé a la primera planta donde se ubicaba la cafetería. La joven me observó salir del elevador y se levantó de la mesa haciéndome una señal con la mano a fin de que me acercase hasta allí, luego le mencioné que había reservado una estancia con objeto de quedarnos a descansar esa noche, ya que estábamos exhaustos y dormidos. Mi acompañante parecía mucho más relajada que antes, se notaba haberle sentado bien refrescarse en el baño y esperarme en aquel cómodo sillón del establecimiento. Le pregunté si tenía hambre a lo que asintió con la cabeza, entonces me giré hacia un lado y le hice una seña al camarero con el propósito de que nos trajese la carta con el menú.

.......   CONTINUARÁ ......
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marzo 04, 2016

EL HECHIZO DE LA BOTELLA

marzo 04, 2016 35 Comments
Concurso  LA  IMAGEN  IMPOSIBLE  I
Propuesta del Círculo de Escritores

Título: EL HECHIZO DE LA BOTELLA

Drifting Away del fotógrafo y artista sueco Erik Johansson

Decidido se levantó con esfuerzo de la cama, cogió su capa de capucha amplia y se aproximó hasta una estantería donde tenía guardados sus útiles de alquimia, ya llevaba tiempo sin usarlos y tras rebuscar un buen rato logró encontrar el libro de hechizos y encantamientos, con aquellas tapas de cuero pardusco y llenas de polvo, que guardó cuidadosamente dentro de su capa. Después reunió algunos instrumentos, como una probeta con un líquido verdoso que no paraba de burbujear, un caldero, su varita mágica, y el sombrero. Mirando varias veces por la ventana tratando de cerciorarse de si algún vecino podía verlo y sin parar de temblarle el pulso, ya que estaba muy nervioso, porque sabía perfectamente las consecuencias de lo que estaba dispuesto a hacer y de que jamás se lo perdonaría, preparó su brebaje en aquel caldero sobre el fuego de la chimenea arrojando el líquido verdoso de la probeta, unas cuantas hierbas, huesos de animales, vísceras y polvos extraños, que fue removiendo lentamente hasta verter lo que quedó depositado en el fondo dentro de otra probeta y después abriendo la ventana para que la luz de las velas y la luna coincidieran en un punto exacto de una especie de altar que tenía en aquella habitación, fue pronunciando un conjuro en un tono incomprensible para el oído humano y arrojando finalmente aquel tubo de cristal alargado al fuego de la chimenea. De inmediato un horrendo hedor ascendió por su conducto que salía al exterior de la casa e iba expandiéndose por los tejados, calles, parques, la iglesia y hasta el faro del pueblo. Lentamente se fue formando una espesa niebla y cuando desapareció, el tamaño de aquel pueblo se había quedado reducido a su milésima parte sin que sus habitantes, también sometidos al mismo sortilegio, pudieran haberse dado cuenta de lo sucedido y sin lograr evitar su designio.

Entonces cogió la botella que llevaba en su capa y saliendo disparado subido a su escoba logró encerrar al pueblo entero dentro del frasco. Después le colocó el corcho y situándose en medio del océano la arrojó a sus aguas.

La vida está hecha de momentos, unos seguros otros inciertos. ¡Qué maravilloso sería que siempre pudiésemos saber lo que va a ocurrir mañana para poner remedio! Sin embargo tenemos que aprender a vivir realmente, a saber abrir ese tapón de la botella que ignoramos y a liberarnos del hechizo de vivir sometidos a la tiranía del "castigo divino".

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