El deseo cumplido
Estrella Amaranto
octubre 11, 2016
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Inclinado sobre la barandilla de la tercera planta de la discoteca, retirado del tumulto que se aglutinaba a esas horas de la noche, Rufus no perdía de vista a una joven de la que conocía prácticamente todo, como así se reflejaba en su agenda virtual donde anotaba los lugares que frecuentaba, las personas con las que se relacionaba, los horarios por los que se regía en sus rutinas y hasta el más mínimo detalle. Aquel meticuloso "trabajo" reforzaba su autoconfianza además de proporcionarle una gran complacencia.
Por fin esa misma noche ambos había acordado tener su primera cita allí en la disco, tras interminables "charlas" a través del chat que ambos frecuentaban asiduamente.
Bajó las escaleras hasta la pista de baile y sigilosamente se aproximó a ella hasta darle un golpecito en la espalda y ofrecerle una margarita:
—Estás guapísima, me gustas más al natural que en fotografía —le susurró al oído en un tono grave y provocador.
—Me encantan los hombres maduros y que saben lo que nos gusta a las chicas —respondió ella con naturalidad.
La música invitaba a desinhibirse y la aglomeración se volvía asfixiante, por lo que no tardaron en abrazarse ni en darse algún que otro beso de vez en cuando. La pasión los había privado de control alguno, por lo que dieron rienda suelta a la fogosidad vehemente de sus íntimos deseos, incluso llegó un momento en que decidieron esconderse en los aseos y hacerse mutuamente felaciones acabando exhaustos de placer.
Serían las cuatro de la madrugada cuando decidieron continuar la aventura en un hotel, pero al cruzar la acera, un grupo de jóvenes delincuentes les amenazaron con un cúter para robarles sus pertenencias, reteniendo por la fuerza a la chica que intentaba zafarse, entonces él aprovechó un descuido y se largó corriendo de allí a toda velocidad.
Cuando por fin entró en su apartamento preso de una gran conmoción decidió tomarse un tranquilizante que lo ayudase a dormir y se tumbó en la cama sin desvestirse.
Poco después notó un ruido extraño en el pasillo, aunque su estado de somnolencia no le permitía distinguir con claridad si era real o no, permaneció atento unos segundos hasta que se durmió. Al darse la vuelta notó un bulto al lado, aquello le ocasionó tan desconcierto que pegó un respingo y saltó de la cama dándose de bruces con la esquina de la mesita de noche, notando un intenso dolor en la sien que le produjo una hemorragia.
Cuando alargó el brazo intentando encender el interruptor de la lamparita, una insólita ingravidez acabó desconcertándole... Entonces una espeluznante carcajada reverberó por las paredes.
—Ya no podrás librarte de mi presencia —insistía aquella misteriosa voz
—Conozco tus intenciones, has estado cerca de cobrarte otra víctima, pero lo he podido evitar gracias a esos delincuentes... ¡Cerdo de mierda!... Hoy hace un año precisamente que me violaste y luego vomitando tu veneno, acabaste por lanzarme por la ventana del hotel. ¿Lo recuerdas?... ¡Yo sí! —terminó exclamando aquel espectro.
"De pronto empezó a vislumbrar la figura fantasmal de aquella chica que había asesinado mirándole a los ojos y ordenándole mentalmente tumbarse en la cama desprovisto de ropa. Luego ella lo colocó de espaldas atado al cabecero y lo sodomizó con el mango de un martillo."
El espíritu de Rufus vio aterrorizado su propio cuerpo, no acababa de aceptar aquella visión donde un médico forense revisaba escrupulosamente todo su cuerpo que permanecía reclinado sobre la mesita de noche con su brazo extendido al lado de la lamparita, tenía una profunda herida en la sien y su traje empapado de sangre.
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