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noviembre 11, 2017

EL INSÓLITO CASO DEL PARQUE DE LAS GÓNDOLAS (segunda parte y fin del relato)

noviembre 11, 2017 67 Comments

Me vi de repente transportado al interior de aquella juguetería, donde todavía estaba Makane, quien nada más abrir la puerta corrió a mis brazos y tirándome con ternura de las manos, me intentaba guiar hasta una casa de muñecas que intuí era su foco de atención. No me costó nada avanzar unos pasos y ponerme justo delante de aquella preciosa residencia para muñecas, que atónito vi como se abría la puerta principal y desde su interior alguien nos llamaba por nuestros respectivos nombres:



—¡Hizar!... ¡Makane!...No os quedéis ahí fuera, pasar y sentaros en el sofá del salón. ¡Ya era hora de que regresarais! Estábamos muy preocupados por vosotros desde que os fuisteis al colegio... Me ha llamado vuestra profesora para avisarme de que habéis hecho novillos, saltándoos las clases y eso merece un castigo.

—Me puse a rascarme la piel de los brazos, como en un vano intento por saber si estaba despierto o no. Todo aquello me resultaba demasiado perturbador, siendo incapaz de poner en orden mis pensamientos que no paraban de hacerme entender que lo que vivía era completamente real.

Si, estaba sentado en aquel sofá de piel marrón desgastada por el uso, leyendo un libro que no recordaba su portada, pero que por otra parte me parecía familiar. También tenía al lado un ventanal, cerca de un viejo aparador con algunos trofeos y una caja de música de madera con técnica de taracea y fondo de terciopelo rojo, que me llamó mucho la atención. La tomé en las manos y le di cuerda, entonces sonó aquella melodía que me ponía tan triste y melancólico sin saber el motivo. 

—¡Deja esa caja ahora mismo y ponte de rodillas! ¡No me lo hagas repetir más veces! —aquel tono de voz grave y autoritario gravitó entre las paredes y acabó rebotando en mis tímpanos, hasta que preso del pánico me hinqué de rodillas sobre la alfombra persa y le supliqué que no me diera con la hebilla de su cinturón en mi espalda, algo que se lo pasó por alto mientras me quitaba la ropa para propinarme unos buenos latigazos. Sabía de sobra, que siempre podía doblegarme con su despótico método educativo.

—¡Ahora te toca a ti, Makane! ¿Me has oído o quieres que te pegue más fuerte que a él?... ¡Acércate y ponte de rodillas, mocosa! —exclamaba fuera de si aquel implacable individuo, cuyo espíritu paternal nunca había desarrollado, pues más bien se asemejaba a un perverso granuja acostumbrado a atemorizar a sus pequeños vástagos.

Al acabar aquella humillante zurra de correazos los dejó solos llorando desconsolados y emitiendo raros hipidos, que interrumpían su respiración como si fueran a ahogarse. 

Después volvieron a sentarse en el sofá con las manitas juntas y en completo silencio... La luna asomaba ya por la ventana y pronto tendrían que irse a dormir... 



Mi cabeza empezó a darme vueltas y más vueltas, estaba otra vez sentado en aquel banco de madera del parque, sin comprender del todo qué era realmente lo que me sucedía, quizás me había dormido sin darme cuenta y todo aquello no era más que un sueño, o como había leído en alguna parte me había desplazado a un mundo paralelo... ¿Quién sabe a ciencia cierta si lo que experimentamos como realidad no lo es y estamos dentro de un sueño o de una mente que nos piensa?...
Entretenido en mis elucubraciones distinguí a una pequeña figura infantil que se iba aproximando hasta mi presencia. Se trataba de Makane y me alegré tanto de volver a verla que sentí un fuerte estremecimiento que me subía por las piernas hasta la cabeza. Sin embargo, la niña caminaba muy despacio, tenía el impermeable destrozado y los ojitos llenos de lágrimas. Cuando la inspeccioné me quedé sobresaltado, tenía moretones en el cuello y en la espalda, lo mismo que la supuesta hermanita con la que había tenido aquella insólita vivencia minutos antes. Consideré conveniente preguntarle su nombre y ella me contestó: "Makane"
Desconcertado ante tantas coincidencias, pues se juraba a si mismo que ella era una perfecta desconocida hasta ese instante y lo mismo pasaba con él, respecto a la niña desde el minuto en que se conocieron, no acababa de asimilar tantas circunstancias contradictorias. No obstante se dejó llevar por aquel inmenso cariño que sentía hacia ella y la sentó con cuidado a su lado, tal y como estaban en la otra realidad... Instantes después notó que Makane se caía desplomada al suelo agarrada de su mano, por lo que estiró de ella para alzarla, hasta notar un intenso dolor en el pecho que le hizo perder la consciencia e inclinar su cuerpo hacia un lado.

El jardinero municipal fue quien los encontró e intentó reanimarlos sin ningún éxito. Después llegó el forense para inspeccionar los cuerpos:

—¡Qué extraño! Ambos presentan moretones en la espalda y cuello, aunque la niña además tiene una profunda hemorragia interna. Esto parece tener toda la pinta de haber sido víctimas de algún desalmado que vagaba por los alrededores.

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¿Qué os parecido este final?... ¿Sospechabais que podía ocurrir algo así o qué desenlace pensasteis que iba a tener cuando leísteis la primera parte?...

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

noviembre 04, 2017

EL INSÓLITO CASO DEL PARQUE DE LAS GÓNDOLAS (primera parte)

noviembre 04, 2017 71 Comments


Aquella mañana los visillos celestes se habían teñido de espesa humareda grisácea, haciendo imposible que ni siquiera se filtrara un diminuto rayo solar, lo que suponía todo un despropósito para motivar el habitual inicio de jornada y un lastre emocional con el que cargar hasta que llegase por fin a despejarse el horizonte, porque aunque nos acostumbremos a todo, es difícil prescindir de esa irradiante calidez del sol.

En esas estaba, cuando la vi deambular por las estrechas aceras, marcando con sus pequeños pies, una forma indolente e insegura de caminar. Me pareció una niña traviesa que se había escapado de los brazos de algún adulto o tal vez de un grupo de colegiales, que a esas tempranas horas, pudiera estar de camino del centro escolar más próximo. Tuve la corazonada de que si la seguía podía ayudarla en caso de peligro, pues no era muy aconsejable abandonar a su suerte a una criatura tan pequeña e indefensa, pero tampoco quería asustarla si me acercaba a ella y dado que no me conocía pues podría salir huyendo o echarse a llorar.

Ella llevaba un impermeable amarillo con un amplio paraguas a juego, que le cubría buena parte del cuerpo, también ocultaba su cabeza con un sombrero floreado y por último tenía puestas unas botas rosa chicle con lunares blancos hasta las rodillas, por donde le asomaban unos calcetines. Iba saltando los charcos que encontraba en su trayecto matutino, sin poner atención alguna en lo que sucedía a su alrededor, aquella actividad le debía gustar tanto que la escuché cantar alguna de esas famosas canciones con estrofa pegadiza. Más tarde la contemplé sentada al borde de la acera con el brazo extendido y la mano abierta reteniendo el agua de la lluvia en sus dedos. Al incorporarse se alejó hasta una plaza, donde haciendo esquina, había una enorme tienda de juguetes. Se paró nada más verla y corrió hasta sus enormes escaparates, poniendo la nariz fija en los cristales y dejando escapar su aliento que por la diferencia de temperatura con aquellas lunas, las empañó completamente con su cálida respiración, aún así permanecía embelesada sin poder apartarse. En ese instante pensé que podía acercarme hasta allí y permanecer a su lado observándola más de cerca. 

—¿Te gustaría entrar a esta tienda y poder tocarlos?... —le insinué con mi mejor predisposición de ánimo y en un tono muy cariñoso.

—Bueno, si, si me gustaría, pero yo no le conozco señor y mis padres me reñirían si lo acompañase —replicó la niña.

—Te prometo que no te voy a hacer ningún daño. Además yo solamente te abriré la puerta y luego le diré al dependiente que te muestre los juguetes, pero si me tienes miedo prefiero irme ahora mismo y dejarte sola —volví a insistir, tratando de transmitirle confianza.

—No se enfade señor, no me gustan los extraños. Prefiero que se vaya. ¡Entraré yo sola! —continuaba excusándose y exclamando, decidida a cruzar la puerta.

Preferí alejarme de ella, prosiguiendo aquel agradable callejear que me llevó hasta "El Parque de las Góndolas" donde encontré un lago con góndolas que lo recorrían de un extremo a otro. También había un estanque con muchos patos y cisnes chapoteando y luego secando sus plumas en el mullido césped de alrededor. Busqué un banco en una zona apartada y solitaria, poblada de castaños de indias, falsos plátanos y abedules esparcidos por todo el extenso recinto rodeado de sólidas verjas de acero acabadas en punta.
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No tuve constancia del tiempo, pues me envolvió una inusual sensación de paz y felicidad demasiado extraña...  (Continúa en la segunda y última parte).

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

noviembre 15, 2016

Los Siete Aspirantes

noviembre 15, 2016 22 Comments
 Yukai Du - Illustration/Science-Society-of-Chin

Fue suficiente incluir una simple oferta de empleo, una impactante nota donde apareciese en letras negritas: "Se ofrecen dos puestos de dirección para nuestra empresa multinacional con alta remuneración libre de impuestos. Imprescindible superar prueba de acceso y demostrar las siguientes habilidades:

C.N.T. (conocimiento de las nuevas tecnologías).

C.N. (curiosidad natural)

I.A.L. (inteligencia analítica y lógica)

A.N. (actor nato)

O.M. (observación y memoria)

R.R. (reacciones rápidas)

B.C. (buen comunicador)

E.A.O. (estado de alerta y objetividad)

Al cabo de una semana se agotó el plazo de presentación de curriculums y después de una ardua selección en la central del departamento de personal, tuvo lugar el encuentro de dichos candidatos en el piso 63 de la gran compañía, donde se llevaría a cabo el proceso final para la obtención de dicho puesto directivo. La empresa se reservaba todos los derechos para realizar las pruebas que estimase convenientes previas a la admisión de dicho puesto de responsabilidad, por lo que sus métodos podían rozar la ilegalidad o provocar situaciones nada indulgentes. 

A las 8:00 AM llegaron puntualmente los siete candidatos que la empresa determinó para su desafío final:

  • Nora G. [extécnica de laboratorio, intuitiva, con autoconfianza y muy curiosa de carácter, 38 años, rubia, delgada, alta, llevando un vestido azul oscuro y zapatos de tacón negros]

  • Alder M. [hacker y con amplio conocimiento de las nuevas tecnologías, inquieto y tímido, 45 años, moreno con barba arreglada, de estatura media, complexión musculosa, vistiendo un traje negro, corbata a rayas y zapatos negros]

  • Beto Z. [experiodista freelance y buen comunicador, afable e ingenuo, 30 años, cabello liso castaño, gordo, bajo, llevando pantalón vaquero oscuro, camiseta y zapatos deportivos]

  • Erwin C. [empresario con inteligencia analítica, pensamiento lógico y de reacciones rápidas, 43 años, cabello negro rizado, de estatura y peso medio, con gafas, iba provisto de camiseta con cazadora de cuero negro y pantalón ajustado con botas camperas]

  • Sally V. [ama de casa, actriz nata, 27 años, morena de pelo corto, algo gruesa y de estatura media, luciendo jersey fino, falda tubo y calzado cómodo]

  • Ida B. [miss universo, alegre y divertida, scort de lujo y con bastante tendencia a permanecer en estado de alerta y objetividad, 49 años, cabello largo rubio platino, esbelta y delgada, exhibiendo una blusa con transparencias, unos leggins de cuero negro, una chaqueta estampada y unas botas altas]

  • Zoco S. [extrabajador en planta petrolífera y aspirante a doctor en derecho en varias convocatorias, de carácter reservado, observador y con buena memoria, 35 años, cabello corto y estilo “hipster”, 1,71 m. de estatura, no demasiado grueso de complexión, vistiendo una camisa blanca con pajarita de seda y traje estampado con zapatos marrones]

Ya en la sede corporativa de la compañía fueron recibidos por el responsable de la prueba a la que habían sido convocados, este les sugirió pasar a otra sala más amplia con varias alturas sin ventanas, luz artificial, algunos sillones y sofás y dos o tres mesitas pequeñas y bajas. También les sugirió que se acomodasen como quisieran o que podían permanecer de pie mientras observaban un reportaje audiovisual en varios monitores instalados en las paredes donde se les mostraría escenas de la vida cotidiana de todos los candidatos con el fin de que pudieran familiarizarse con ellos, pues debían lograr una estrecha complicidad que les hiciera fácil superar la primera misión de la prueba: "Descubrir a los dos falsos candidatos que dicha corporación se había encargado de camuflar entre el resto de los aspirantes".

Al acabar el visionado se produjo inmediatamente un apagón eléctrico, permaneciendo todo el grupo a oscuras, aunque lo que ignoraban es que aquello formaba parte del plan previsto al que serían sometidos, ya que habían firmado la conformidad antes de esta prueba.

En los primeros minutos se escucharon gritos, risas histéricas, ruidos arrastrando muebles, excusas ante cualquier tropezón o empujón... Preguntas sin respuesta y quejas de todo tipo ante aquella extraña situación... Luego fue disminuyendo el griterío a medida que iba transcurriendo el tiempo, hasta que alguien levantó la voz:

— ¡Tienen que arreglar este fallo técnico, de lo contrario se trata de una encerrona con un claro abuso de autoridad! ¡Enciendan las luces de emergencia!

No se produjo ningún cambio, únicamente se empezaron a escuchar algunos balbuceos y después murmullos desde diferentes ángulos de la sala. Sorpresivamente se notaron algunos jadeos  y suspiros junto con roces de cuerpos acompasados. También se apercibía de vez en cuando algunas bofetadas y amagos de peleas, así como sonidos de muebles arrastrándose y de pronto un intenso zumbido atronador que lo invadió todo.

Después cesó el endiablado estruendo y se iluminaron débilmente algunas luces de emergencia, quedando la habitación en penumbra, aunque se podía distinguir a dos grupos separados entre si y una persona más apartada del resto. 
En un lateral de la sala se habían colocado dos sofás, uno enfrente de otro a modo de improvisado lecho y donde dos candidatos yacían absortos del resto en actitud lasciva. Y en otro grupo se hallaban otros cuatro más alejados de aquella pareja, dos permanecían sentados en un sofá y con la expresión del rostro aterrorizada, otro estaba subido en una torre de mesas y sillas permaneciendo de pie como si estuviera realizando alguna tarea de observador de todo el colectivo y el cuarto tirado en el suelo. 
Sentado y bastante relajado en un sillón permanecía el último, quien decidió apartarse, tras aquella pelea entre el empresario fracasado y la extécnica de laboratorio.

Los monitores de las paredes volvieron a funcionar mostrando las imágenes, a través de cámaras de visión nocturna, de todo lo acontecido durante aquellas tres horas en permanente oscuridad.

Ida y Sally fueron quienes primero se separaron del resto, habiéndose dedicado a arrastrar aquellos dos sofás para mantener un apasionado encuentro íntimo.
Erwin intentó forzar a Nora para mantener relaciones, pero está le dio unas bofetadas y empujones, hasta que Zoco lo tiró al suelo con una llave de yudo. Nora mientras tanto fue improvisando una torre de mesas y sillas hasta trepar arriba para alzar la voz quejándose de aquella situación tan lamentable.
Discretamente se veía como Alder se iba aproximando a Beto para cuchichearle algo al oído, después como si se hubieran puesto de acuerdo, fueron palpando cada una de las paredes que lograron alcanzar a tientas, intentando localizar los interruptores o la caja de distribución eléctrica, hasta apoltronarse en uno de los sofás con cierta expresión de horror después de sufrir una descarga eléctrica.
Zoco tras el forcejeo se separó finalmente del grupo y se sentó en uno de los sofás más próximos en una actitud tranquila y misteriosa.

Al fondo de la sala se abrió una puerta que parecía oculta y asomó un empleado robot que les invitó a responder a cada uno de ellos ¿quienes eran los dos falsos candidatos?. Las respuestas solo fueron afirmativas para cuatro aspirantes, quedando eliminados los otros tres restantes.

Como ya habréis adivinado, queridos lectores, entre esos cuatro finalistas, estaban incluidos los dos aspirantes camuflados, por tanto ¡atentos a la siguiente y definitiva prueba! porque seréis vosotros los que tengáis que averiguar quienes son dichos impostores, teniendo en cuenta que se caracterizan por su secretismo y auto confianza.

El empleado robot les mostró a los cuatro finalistas, otras tantas cartulinas con imágenes asociadas a su personalidad, representadas por cuatro animales diferentes: 

  • Caballo: el poder, dominación y virilidad. (Erwin)

  • León: la fiereza, intuición, generosidad, control y autoconfianza. (Nora)

  • Ardilla: la diversión y tomarse la vida de forma menos seria. (Ida)

  • Cuervo: el misterio y el secretismo. (Zoco)

Ahora os ha llegado a vosotros el turno para responder: ¿quienes son los dos falsos candidatos que dicha corporación se había encargado de camuflar entre el resto de los aspirantes? y ¿quienes obtuvieron esos dos puestos de dirección?...

Os facilito una pista: los falsos candidatos se caracterizan por la alegría y el carácter reservado. ¡Ya lo tenéis muy fácil!

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

febrero 08, 2016

El plan perfecto

febrero 08, 2016 7 Comments
En cierta noche de tormenta, acudió a aquella residencia, donde Hugo le había invitado a reunirse junto con otros amigos, se trataba de pasar el rato jugando a los naipes, bebiendo como cosacos y chismorreando acerca de sus últimos flirteos amorosos.

Jerónimo llegó descompuesto por aquella atronadora tormenta que le había caído encima en mitad del camino y que además de forma desprevenida le obligó a apresurar el paso, hasta aquella casa en una zona de las afueras de la ciudad. No había querido tomar un taxi porque pensó que así podría estirar las piernas y distraerse con las vistas de las calles y gentes que se agolpaban a lo largo de los establecimientos de ocio y diversión en esas horas.

Tras dejar su abrigo empapado sobre el perchero del vestíbulo, accedió al interior del salón donde sus amigos estaban sentados alrededor de una mesa de juego sorbiendo unos vasos de whisky y con la mirada puesta en él mientras se iba aproximando.

-Siento haberme retrasado, pero en el camino me ha caído un buen aguacero que me ha calado hasta los huesos, con vuestro permiso me voy a situar junto a la chimenea para secarme la ropa. 

-Por supuesto, Jero, hazlo y relájate un poco, porque te noto demasiado agitado. Si lo deseas puedes incluso tomarte un baño caliente y después vestirte con alguno de mis trajes. Quizás sea mejor que secarte en la chimenea.

-No, Julio, no es necesario, te lo agradezco, pero prefiero quedarme al lado de la chimenea. 

Autor: Julieta Ferrero "Jugadores de cartas" Acuarela 35 cm x 50 cm
El grupo de amigos continuó jugando a los naipes y de vez en cuando mirando de reojo al nuevo invitado. No cesaron de observarlo, aunque ninguno de ellos volvió a dirigirle la palabra. Él mientras tanto, los escuchada tranquilamente, sin sentir curiosidad por intervenir en aquellas historias de féminas despampanantes, que parecían hacer las delicias de sus anfitriones. 
Mientras permanecía apartado mirando distraídamente la chimenea, escuchó de nuevo otra voz cercana que le estaba llamando:

-¿Jerónimo, cómo te encuentras?... ¿Te ocurre algo?... Llevas más de tres cuartos de hora ahí apartado. ¡Anda, ven con nosotros! ¡ya te habrás secado la ropa de sobra! ¿no?...

Era Hugo, quien se había levantado del sofá para llegar hasta él y animarle a reunirse con el resto. Le tiró suavemente del hombro e hizo que se desplazase un poco desconcertado hasta otro butacón. 

-Siéntate- le indicó, mientras trataba de alcanzarle un ejemplar del periódico local, donde en la página central venía en grandes titulares que había sido nombrado ilustre miembro de la Orquesta Filarmónica de dicha ciudad. -Te hemos invitado para celebrarlo en privado con nosotros, ya que sabemos de tu timidez y que jamás lo harías con nadie. Queríamos darte esta sorpresa, pero ya vemos que no estás muy interesado en ello, porque sospechamos que la excusa de tu ropa húmeda te está sirviendo bastante, como de costumbre, para seguir inmerso en tu mundo. Sin embargo hoy es un día muy importante en tu vida y no vamos a consentirlo, de modo que sujeta esta copa de champán porque vamos a brindar por tu nuevo éxito.

Acto seguido, tomó la copa en sus manos y a los primeros tragos cayó al suelo desmayado. Sus amigos aprovechándose de los efectos de la droga que le habían suministrado previamente en aquel recipiente de cristal ovalado, le desnudaron completamente y le llevaron en hombros hasta el garaje, donde limpiaron todas las huellas para colocarlo después en el asiento de la furgoneta. 


Aprovechando la oscuridad de la noche, pusieron rumbo hasta aquel acantilado apartado y solitario, mientras una extraña sensación de libertad blandía sobre sus cabezas. El puesto en la Orquesta Filarmónica quedaba ya libre, más... ¿quien sería la próxima víctima?...

enero 02, 2016

La premonición fatal

enero 02, 2016 0 Comments


Etelvina Rosaguas pudo enterarse una noche antes que iba a morir. Al día siguiente y el último de su vida realizó algunas visitas a sus amigos durante la mañana y por la tarde se sentó en el sofá del salón cavilando acerca de aquella visión que había tenido la noche antes y si podía o no fiarse de que su muerte estaba tan próxima. Luego le contó también a su hijo mayor Federico esta visión tan sorprendente y que no terminaba de entenderla, ya que no padecía ningún tipo de enfermedad, ni sospechaba de nadie que pudiera guardarle algún rencor malsano.

Tomó su paraguas y el abrigo de forro polar, ya que en la calle estaba lloviendo y se había levantado una frías ráfagas de viento, cruzó la calle decidida a darse una vuelta por el bulevar pero al doblar una esquina, un vehículo que circulaba a gran velocidad conducido por un joven insensato aprendiz la derribó al suelo y pasó por encima de ella dándose a la fuga y dejando aquel cuerpo abandonado ya sin vida.

Federico que había presenciado la escena unos cuantos metros más atrás, pues había salido detrás de su madre para alcanzarla y darle el paquete con el regalo que pensaba llevarle a su nieto, corrió lo más rápido que pudo para intentar socorrer a su madre que con 58 años yacía tendida en la calzada en medio de un gran charco de sangre y su cuerpo completamente contusionado por aquel fatal atropello.


Etelvina Rosaguas tenía dos hijas: Trini y Dania y un hijo mayor, Federico. Todos ellos le habían tenido siempre una gran admiración y respeto, aunque Federico siempre había sido el más díscolo. Trini ya había cumplido los 25, Dania pronto cumplía los 29 y Federico tenía 35 años.
La pequeña residía en otra ciudad en el norte a unos miles de kilómetros y era médico de no mucho prestigio, por lo que se lamentó al no haber podido estar en el instante del accidente. Dania estaba casada y residía en otro lugar bastante más lejano y fuera de aquel país. De modo que solamente Federico era quien pudo localizar a sus hermanas para que estuvieran al tanto de aquella desgracia y tratasen de llegar a tiempo para el funeral.

Durante el velatorio reunió a sus hermanas para explicarles aquella extraña premonición que su madre le había contado unas horas antes de que sucediera y Dania recordó entonces que la abuela Lavinia, madre de Etelvina, también había tenido otra visión de su propia muerte y que de continuar así aquella "cadena" era muy probable que lo mismo les pudiera suceder a ellos también.

Cuando ya acabó el velatorio y después el entierro, de aquella conversación no volvieron nunca más a hablar, ya que no ninguno de ellos creía en este tipo de experiencias, ni le prestaba la más mínima atención a estas cosas espirituales, al contrario las consideraban meras supersticiones o algo propio de gente con poca cultura.


Pasaron los años y Trini tuvo esa misma visión anticipada de su muerte. Aterrorizada ante aquella probabilidad llamó de madrugada a su hermano mayor, quien atendió la llamada y enseguida se dió cuenta de la gravedad de la noticia, por lo que llamó de inmediato a Dania para ponerla en alerta, que a las pocas horas tomaba un avión rumbo a la ciudad donde residía su hermana, a quien halló pálida y estremecida de miedo, incapaz de tomar ninguna decisión que pudiera ayudarle a mejorar su ansiedad generalizada. Con cerca de 37 años tenía un mundo por delante en el campo de la medicina ahora que ya había empezado a hacerse un hueco entre los más importantes cardiólogos de aquel país donde residía. Muchos años de esfuerzo para ser tirados por la borda y acabar muerta, incluso una muerte mucho peor, por ser avisada previamente.
Federico terminó también desplazándose en automóvil hasta el domicilio de su hermana pequeña y allí reunidos de nuevo los tres hermanos tomaron la decisión de enfrentarse a la muerte y que acompañarían durante ese día previo a Trini, tampoco nadie entraría ni saldría de su casa. Como Trini se había casado y tenía ya tres hijos, Federico tuvo una conversación con su cuñado para aconsejarle trasladarse ese día a casa de su madre con los niños, ya que los tres hermanos debían arreglar un asunto muy importante que únicamente les incumbía a ellos. 
Trini únicamente iba y venía del baño o a lo sumo tomaba algo de agua para no deshidratarse, no se ocuparía de nada más en todo el día. No podían permitirle que pudiera ocurrirle semejante tragedia.
Dania recordó una serie de televisión donde los protagonistas luchaban contra la muerte, aunque al final ésta ganó la batalla. Bueno, al fin y al cabo, todos moriremos algún día, pensó.


Entretenidos en sus propias filosofías confiaban salir triunfantes, por lo menos ese día, el del anuncio de muerte de Trini. En ocasiones parecía que podría ser posible evitarla, ganarle ese combate, burlarse de ella una vez más, un día más. Ya habían dado las 7 de la tarde y todo transcurría con normalidad. Sin embargo fue entonces cuando sucedió todo.
Un vecino que era policía había dejado abierta la ventana que daba justo enfrente del salón donde Trini permanecía sentada mirando el ventanal y medio adormilada... y tuvo que ser el hijo pequeño del policía quien se fijase en aquel viejo revolver de su padre y lo tomase para jugar disparando a aquella señora que estaba justo en línea recta delante de él al otro lado del edificio y cuando lo veía solía reñirle porque era el típico niño repelente y travieso capaz de escupirle a las niñas y a ella también... 


La bala atravesó el cristal del ventanal y se alojó en mitad de la frente de Trini. Una vez más la muerte los había derrotado, el cuerpo sin vida de su hermana permanecía allí en el sofá con el cuello y la cabeza completamente ladeada, sin que ningún hermano hubiera podido evitarlo.

Obsesionados como estaban por evadir la muerte, Dania y Federico se percataron de que no les había dado tiempo de decirse entre ellos y a Trini, lo mucho que se querían. No habían tenido ocasión de recordar las anécdotas, bromas infantiles y todos los buenos instantes de felicidad compartidos. Habían desperdiciado la oportunidad de mostrarse más amables entre ellos mismos, de manera que acordaron estar atentos para cuando se volviese a repetir a cualquiera de ellos dos, semejante premonición, no volver a luchar contra el destino, sino que al contrario procurar que esas últimas horas de vida fueran lo más agradables posible y despedirse por las buenas.
Pero los buenos propósitos que siguen después de los infortunios se suelen olvidar con el tiempo. La rutina y la vida con todo lo bueno y malo acaba por hacer olvidar esa inminente presencia de la muerte. Así pasaron los años, Federico y Dania, cada uno por su lado, habían planeado en numerosas ocasiones su último día de vida, pero cuidando siempre de no contárselo a nadie más, porque no les parecía conveniente que todo el mundo empezase a sufrir semejante desdicha antes de tiempo. Dania estuvo durante un tiempo avisando a su hermano de que tenía el dinero del pasaje de avión en efectivo por si tenía que irle a visitar, pero luego cambió de idea porque su gente estaba en otro país y le pidió a Federico que estuviese atento para ser él quien viajase cuando llegara su último día de vida.
A Federico se le ocurrían ideas divertidas respecto a su postrero día. Se imaginaba emborrachándose a lo grande y de esta manera no sentiría la muerte, o que invitaría a un montón de prostitutas para hacer una gran fiesta con sus amigos, o que escribiría una larga carta de despedida a sus amigos y amores, o que acabaría en la iglesia arrepentido de todos sus pecados.
Casualmente descubrió en Internet un vídeo de un tipo muy respetado en el campo de la informática, que decía ante un grupo de estudiantes graduados que había que vivir todos los días como si fuera el último y lo aplaudían. Pensó que la gente suele aplaudir todo lo que a primera vista le parece bello, pero también que este tipo siguió trabajando y nadie en su sano juicio, sabiendo que va a morir, sigue yendo a la oficina a trabajar. Es una idiotez, porque lo que le hace ir a trabajar es la posibilidad de un futuro motivador que te anima a ir a ganarte cada mañana ese porvenir.
Decidió que su último día lo emplearía para agradecer a todas esas personas importantes que habían pasado por su vida. Sin discursos largos, sin apelar a compasiones de compromiso. Sin embargo, lo empezó a hacer cuando murió Dania.


La llamada de Dania llegó en una calurosa madrugada de agosto. Tuvo que salir apresuradamente hacia el aeropuerto y volar hasta otro lejano país donde residía la única hermana que le quedaba viva y al llegar al hospital, ella le recibió con su mejor sonrisa. Lloraron los dos en un apretado abrazo, en medio de la alegría de volver a verse y la inminencia de la muerte. Dania padecía una enfermedad terminal y le habían dado ese día el alta para irse a su casa y morir en medio de terribles dolores. Federico ya tenía ahora la constancia de que él sería el último en morir.


La visión le llegó por fin cuando tenía 65 años. Se levantó inmediatamente de la cama, preparó el desayuno, cortó una rosa del jardín y la puso en el florero del comedor y salió con el coche como otras mañanas hasta llegar a su establecimiento de ropa deportiva. Levantó el cierre metálico de la entrada y nada más acceder al interior de la tienda sintió una fatal puñalada en la espalda propinada por un joven ladrón que entró detrás de él dispuesto a robarle la mercancía que tenía guardada en la trastienda.