agosto 26, 2019

La única heredera (cap. IV y desenlace)

agosto 26, 2019 14 Comments

Cap. IV

Bego había estado trabajando en un prostíbulo de lujo unos años antes y tenía buenas relaciones con personas de alto poder e influencia en distintos paises, como Panamá, Corea del Sur, Barbados, Emiratos Árabes, Macao, Túnez y otros denominados por la U.E. paraísos ficales.
 

En otra dependencia se llevó a cabo un nuevo interrogatorio con los principales testigos, Richy y Nely, quienes no se pusieron de acuerdo en el tiempo de ausencia de Bego del apartamento, en tanto que él afirmaba que hacía una semana, Nely sostenía con insolencia que llevaba algo más de un mes desaparecida; reprochaba a su cuñado el obsesivo interés amoroso por Angélica, con quien le había pillado en más de alguna ocasión mostrando actitudes impropias y reprobables, tratándose de una menor. También le contó al jefe de la policía, que según su hermana estaban en trámites de divorcio y por eso llevaba semanas alojada en otro sitio.
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Las indagaciones sobre este caso llevaron al hallazgo, en  un hotel de carretera, de un pasaporte, cuya fotografía mostraba el rostro de Sebas con algunos cambios de aspecto: el pelo rasurado, barba descuidada y gafas de pasta negra.
También hallaron la autorización de un ingreso con una elevada suma de dinero, extraída de la cuenta bancaria de Nely y depositada en otra cuenta de La banque de Tunisie. Dicha operación debió efectuarse con toda normalidad, ya que Sebas era cotitular de la misma, al igual que la difunta. El descubrimiento de este hecho originó el inmediato bloqueo bancario del sospechoso y la obstaculización de un posible plan de fuga al extranjero, iniciándose un férreo control policial en los aeropuertos tanto nacionales como internacionales, que felizmente consiguió proceder a su detención fuera del país.
Una vez en la comisaría, declaró que había alguien más implicado, pero que estaba amenazado de muerte si le delataba, por lo que prefería que le llevasen a prisión. ¡No era la primera, ni la segunda vez que la visitaba!
 

En consecuencia a los hechos ocurridos, Richy había sido descartado como posible sospechoso, puesto que Sebas atestiguó en su declaración a la policía, el estrecho lazo sentimental existente entre su tío y hermana, a espaldas de su madre y de su cónyuge, es decir, de Bego, con lo que aseguró no estar implicado en el crimen. Respecto a su tía, afirmó hallarse completamente desvinculado, sin tener noción alguna de su paradero.
 

Otras vías de investigación apuntaban a la necesidad de localizar a Bego para proceder a un careo entre Sebas y ella.

Las pesquisas todavía no habían concluido, faltaban los resultados de algunas minuciosas pruebas de laboratorio para elucidar ciertas lagunas y cerrar definitivamente el caso.
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Contrastadas las declaraciones de Sebas con los informes policiales, apareció un nuevo dato del laboratorio forense, que hasta ese instante había pasado inadvertido, los cortes letales en ambas sienes además de haber sido efectuados por su navaja de montaña, provenían de una mujer zurda y de complexión delgada, algo que no encajaba con su físico corpulento, lo que derivó a la policía en convertir a Bego en la principal sospechosa y culpable, puesto que reunía todas las condiciones, incluso estaban impresas sus huellas.

De un modo inexplicable, Nely se personó en la comisaría acusando a su hermana de ser la autora del asesinato, puesto que había comprobado estupefacta, otro cuantioso reintegro en el saldo de su cuenta durante los últimos días, autorizado por alguien que trabajaba en La banque de Tunisie y del cual solo su hermana podía estar detrás, por lo que de inmediato la policía nacional tuvo que solicitar la colaboración con la de Túnez para pedir la extradicción de la acusada y trasladarla en helicóptero hasta España.
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Finalizado el juicio y dando validez a las pruebas materiales, así como a las distintas declaraciones de los testigos y pesquisas realizadas durante el proceso penal, la acusada, Begoña R.F. fue ingresada en prisión por asesinato con alevosía, entre quince y veinte años de condena.

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A miles de kilómetros de distancia y sin ninguna clase de disfraz, ambos amantes incestuosos, Nely y Sebas celebraban con satisfacción el triunfo absoluto de su depravado crimen, tanto tiempo planificado para gozar de una vida de ensueño y que ahora les aguardaba, tras el ardid perfecto burlando a la justicia, ya que en el testamento de Angélica figuraban su madre y hermano como únicos herederos de su fortuna, a su vez cedida por su padre difunto y exmarido de su progenitora.

                                                                           F     I     N 

Bueno amigos lectores, ahora que ya ha concluido la historia, os propongo que sinceramente me aportéis vuestra opinión sobre lo que os ha parecido el desenlace, si lo encontráis o no sorprendente y dentro de una cierta coherencia o lógica con el resto de la narración. Si también os apetece señalarme otros detalles pues ¡adelante! 
No me importa recibir críticas, siempre que sean constructivas.
Gracias por adelantado a todos y feliz comienzo de semana.

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agosto 19, 2019

La única heredera (cap. III)

agosto 19, 2019 14 Comments

 Cap. III

Al regresar al salón su vista se fijó en el cuerpo de Angélica, que yacía tendido en el suelo y rodeado por un extenso charco de sangre, algo espeso y teñido de un intenso color rojo oscuro, que se iba ensanchando de un extremo al otro de la habitación. 
Cuando se aproximó para comprobar el pulso y si realizaba algún movimiento respiratorio, sufrió una nuevo desmayo que le hizo perder el conocimiento y caerse de bruces.
 

Pasado algún tiempo, la puerta de la casa volvió a abrirse, era Nely, quien al contemplar aquel espantoso panorama se vió desbordada por una profunda crisis de ansiedad, gritando fuera de si contra su cuñado, dedicándole una buena tanda de insultos. Cogió el móvil y marcó el 112, con la voz entrecortada e incapaz de coordinar sus pensamientos, balbuceaba con su interlocutor para pedirle ayuda inmediata, este la trataba de tranquilizar, asegurándole que pronto llegaría un agente de policía y una ambulancia. Colgó mientras las lágrimas empañaban su mirada, distorsionándole la expresión del cadáver de su pequeña.

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El coche de policía arrancó siguiendo al furgón de la funeraria hasta el centro sanitario, donde debían practicar la autopsia a la interfecta. La madre permanecía rota de desesperación, incapaz de controlar el incesante llanto que la invadía a lo largo de todo el trayecto. 

Solicitó al comisario la ayuda de una psicóloga para recuperar el ánimo, tras sufrir aquel estado de ansiedad, del que según sus palabras no era capaz de superar. También le decía a los agentes que la acompañaban que le parecía estar viviendo una pesadilla. 
En su declaración añadió que su cuñado nunca dió muestras de violencia, al contrario, siempre se había mantenido sumiso y atento con toda la familia.
Luego, el comisario Gutiérrez se encargó de interrogarla:

—Por favor, señora ¿le ocurre algo?
—¡Ah, si, pérdóneme, estaba distraída!
—Le preguntaba por las personas que están compartiendo su techo. ¿Quienes y cuántos son? Facilíteme sus nombres, apellidos, edad, etc.
—Conmigo somos cinco, mis hijos, bueno mi hi...ja... Angélica que ya se fue para siempre, mi hijo Sebas, mi cuñado Richy, mi hermana Bego y yo...
—Dígame, su hijo ¿dónde se encuentra?, ¿sabe algo de su hermana?
—Desconozco su paradero y en cuanto a mi hermana tampoco tengo noticia, pues ha estado fuera de casa en estos últimos días.
—Bien, hemos acabado ¡Fírme abajo! Dentro de un rato, en otra dependencia, les tomaré declaraciones como testigos a su cuñado y a usted.


                                                              .     .     .     .     .     .     .     .     .
 

La noche se volvió perezosa, presagiando una dilatada espera en las desoladas estancias de la comisaría, mientras llegaban los informes de la autopsia, así como las diligencias realizadas por los agentes de policía al apartamento tras su registro y numerosas llamadas telefónicas.
Según el informe del forense, la fallecida había recibido algunas puñaladas en la cara con un objeto punzante, lo más probable un cuchillo de cocina y unos cortes muy profundos en las sienes producidos con toda seguridad por una navaja de montaña, que le causaron la muerte en el acto.

El grupo de agentes encargados del caso le informaron, horas después, al jefe de la policía que se habían localizado todas las pruebas materiales dentro del apartamento y que según los resultados del laboratorio señalaban como autor del asesinato al hermano de la finada, del cual ya existían antecedentes penales por distintos tipos de robos, violaciones, extorsiones y un largo etcétera.
Nely con la mirada extraviada en un punto al infinito confesó destrozada la manía que tenía su hijo de llevarse la misma navaja, que le mostró el comisario, en las acampadas con amigos y con sus iniciales grabadas en la empuñadura.

A partir de aquí se puso en marcha la orden de busca y captura del asesino.

Una nueva prueba material se unió a las ya existentes, se trataba del móvil de la finada, oculto en una caja metálica del escritorio cerrado con llave de la habitación de Bego y con varias llamadas a un mismo número del extranjero, lo que también la situaba en el punto de mira de la policía.

CONTINUARÁ ... 
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agosto 12, 2019

La única heredera (cap. II)

agosto 12, 2019 20 Comments

 Cap. II

—¡Necesito que me prestes cincuenta euros! ¿Me has oído, huevón de mierda? ¡Ah, si no me los prestas, te los sirlo ahora mismo!
—¡Hija puta, deja mi cartera donde está o te reviento!
—ja,ja,ja... Tu no revientas ni a una mosca, capullo, bocachancla, caraculo...
—Suelta el billete o te rajo tu carita de gilipuertas —la amenazó blandiendo un cuchillo de cocina.
                                                          .     .     .     .     .     .     .     .     .
 
Un leve taconeo irrumpió en el apacible silencio, que imperaba en aquellas tempranas horas de la tarde. La luz, que atravesaba las cristaleras de la escalera, iba proyectando la sombra en la paredes interiores del edificio, de alguien que parecía ocultarse bajo un disfraz eventual con unas gafas negras, que le cubrían la mitad del rostro, y un amplio pañuelo en la cabeza estampado con rosas y hojas verdes. Con premeditado sigilo se iba acercando a la puerta de la vivienda, de la cual tenía una llave. Una vez dentro, escuchó la pelea y los gritos procedentes del salón, sin embargo optó por pasar a su habitación y quedarse a oscuras sin inmutarse lo más mínimo, hasta que el forcejeo fue disminuyendo, lo que le animó a proceder con el plan fijado de antemano, consumando la muerte de la muchacha con dos incisiones en las sienes.

Después una escueta conversación en voz baja, según testificaría la vecina del piso de al lado y de la que únicamente pudo percibir algunas frases: «nunca me menciones o lo lamentarás de veras», «cambia de aspecto y consigue un pasaporte», «disimularé las pruebas para confundir a los polis», «si te detienen, en la cárcel estarás más seguro», «el botín nos lo repartiremos a partes iguales cuando cumplas la condena, como en otras ocasiones»...
Tuvieron tiempo de ducharse juntos, volver a desatar su lujuria con sus favoritas perversiones, besos interminables con profusión de obscenidades y miradas cómplices que ardían al atravesar sus pupilas. Fue una orgía completa de posturas imposibles y juegos de seducción que los condujo a experimentar la sensación y el vértigo de estar volando en una montaña rusa, con una óptima mezcla de adrenalina, serotonina y endorfinas, que los volvieron locos de placer, olvidándose por completo del asesinato.
Por fin, cada uno salió por separado y con sus respectivos «disfraces» para que nadie los pudiera reconocer fuera del edificio. Las pruebas ya estaban incorporadas con premeditación, así como la postura del cadáver en el centro del salón rodeado de un gran charco de sangre. 
                                                         .     .     .     .     .     .     .     .     .

Se iba extinguiendo la luz solar de forma gradual dando paso al crepúsculo. Nely prolongó su jornada otras ocho horas, aunque ya empezaba a sentir aquel molesto escozor vaginal, al que ya se había ido acostumbrando. No era una puta de lujo como para decir basta y sacudirse de en medio a tanto viejo verde, que eran al fin y al cabo, los que la sacaban de apuro, soltándole los cuartos de sus pensiones. Aguantó el tirón, a base de hacerles un francés o un griego con ayuda de lubricantes que suavizaran el dolor.
Cuando ya había logrado alcanzar la cifra mágica diaria, se retiró del callejón para internarse entre los vericuetos de aquella jauría de calles medio en penumbra, que la llevaban hasta el apartamento.
                                                          .     .     .     .     .     .     .     .     .
                                                        
Alguien giró la llave en el interior de la cerradura y abrió la puerta de casa, lo que se encontró le dejó la mente en blanco, sin saber como debía actuar o a quien pedir ayuda. Su bloqueo mental no le dejaba posibilidad alguna de tomar decisiones. Con precipitación se fue hasta el baño a tomarse un calmante, que solía guardar su cuñada en el botiquín del armario. Al encender la luz descubrió un cuchillo de cocina ensangrentado, dentro del lavabo con el grifo abierto y varias prendas de ropa en la bañera, que por su aspecto debían ser el pantalón del chandal, la sudadera y la camiseta de su sobrino, Sebas.

CONTINUARÁ ... 
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agosto 05, 2019

La única heredera (cap. I)

agosto 05, 2019 15 Comments
Estimados compañeros, os presento un relato novelado o una novela corta (como prefiráis), distribuida en cuatro capítulos de más de seiscientas palabras, que iré publicando semanalmente a lo largo de este mes de agosto, para que no perdáis el hilo de la historia, inspirada en el género policíaco y de suspense.
Aunque casi al principio de crear este blog, empecé otra novela «La inesperada compañía», decidí dejarla porque prefería compartir otro tipo de publicaciones más variadas y que me permitiesen salir de esa zona de confort en la que probablemente me hubiera mantenido, sin arriesgarme a probar con otro tipo de géneros, pero ahora llega este mes de agosto, tan caluroso y donde no me dan ganas de escribir nada nuevo, por lo que me he decidido a compartiros este nuevo relato largo, pues será una forma de mantener el contacto con vosotros, mis fieles lectores, y ofreceros un poco de diversión para amenizar el descanso.
A pesar de que no os conteste directamente, si leo con mucho detenimiento cada uno de vuestros comentarios y luego si os habéis fijado ya, suelo responderos al final en un comentario amplio, donde resumo también las impresiones que me llegaron de vuestras palabras. 
Espero que seáis buenos críticos y me vayáis comentando qué tal os parece la trama y si de verdad la encontráis amena e interesante.

Muchas gracias a todos, feliz mes de agosto y estupendas vacaciones.

Sin más preámbulos os dejo ya con «La única heredera».



Cap. I


—¡Cuelga ese puto teléfono!
—¡Vete a tu cuarto, pringada!
—¡Te estás pasando tres pueblos! ¡Llevas una hora hablando con mi móvil!
—¡Jódete zorra!
                                                                                                                          
Su madre los había dejado solos en casa, mientras se ocupaba de los clientes que de vez en cuando asomaban por el callejón del suburbio tratando de acordar el precio del servicio. Apenas se cubría los pechos con un brasier descolorido y de encaje transparente; llevaba puesta una minifalda negra muy ceñida, que le marcaba la redondez perfecta de sus nalgas y unas botas de imitación de cuero por encima de las rodillas, con unos tacones de vértigo. Del hombro le colgaba en bandolera un bolso holgado y repleto de objetos de los que nunca se separaba, como lubricantes, condones, juguetes sexuales, toallitas desinfectantes, pañuelos de papel, billetero y documentación, móviles de prepago, bolsa de cosméticos y una navaja siempre afilada con la que defenderse de posibles agresiones. También solía guardar en su interior una medalla milagrosa, que le habían regalado en el orfanato y que según pensaba la protegía, por lo cual, antes de iniciar cualquier actuación mentalmente se encomendaba a ella.
                                                         .     .     .     .     .     .     .     .     .


La inagotable sarta de mutuos reproches iba caldeando el ambiente, ya de por si asfixiante debido a la ola de calor que padecían en aquella semana de principios de agosto. La vivienda, en aquellos momentos, alojaba a dos de sus cinco moradores habituales. Ellos eran hermanos por parte de madre, pero se llevaban a matar, ambos tenían un carácter fuerte y algo violento, muy obsesivos y tozudos, sin dar nunca el brazo a torcer y reprochándose cualquier tontería. Bien es verdad, que desde muy pequeños se habían acostumbrado a la ausencia de sus progenitores, por lo que tuvieron que ingeniárselas solos para salir adelante, aprendiendo a sobrevivir dentro de la pobreza, la desigualdad y la marginación.

—¡Cuelga tontolaba!  ¡Te lo advierto, si no me haces caso, se lo digo a tu novia!
—¡Eres una gilipollas! ¡Cógelo, imbécil! ja,ja,ja.. ¿A que no lo pillas?
—¡Un día te juro que te corto esa lengua de mierda y de paso también el colgajo entre tus piernas, que solo te sirve de adorno! ¡Soplapollas!
—ja,ja,ja... ¡Vaya, ya saltó la culopollo! «Un día te juro que te corto esa lengua de mierda...» —la imitaba en un tono sarcástico y con los brazos moviéndose tal y como ella gesticulaba cuando le amenazaba. Después le arrojó el móvil a la otra punta del salón, quedando oculto bajo el sofá.
                                                         .     .     .     .     .     .     .     .     .
 

Nely, así la llamaban sus clientes, trataba de animarse fumando un cigarrillo distraídamente, sentada casi en cuclillas encima de un bote de pintura y con la ansiedad comiéndole las entrañas, pues a pesar de los años el miedo a no ganar lo suficiente y la desgana, continuaban minándola como alimañas enquistadas por dentro.
Escuchó unos pasos que le resultaban familiares, debía tratarse de algún conocido que volvía a solicitarle ayuda —pensó sin dejar de observar cada milímetro del tipo que iba asomando por el callejón. Acertó de pleno, era uno de sus habituales que la buscaba para desahogar su instinto de sexo sin amor, lo cual no le requería demasiado esfuerzo y en escasos minutos, tras fingir el orgasmo, se vería libre y con algunos billetes con los que sobrellevar mejor su miseria.
No le estaba resultando lucrativa la jornada por lo que pasó un buen rato estirando las piernas y regresando a su provisional asiento. Tampoco le habían importunado, como en otras ocasiones, sus compañeras de oficio. Se aproximaba ya la hora de comer y se sacó un bocadillo envuelto en una hoja de plástico. No había pegado dos bocados, cuando se le aproximó un vehículo. El joven conductor acordó el precio y ambos se alejaron hacia un descampado no muy lejos de allí.


CONTINUARÁ ...  

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