enero 05, 2016

# Artículo de opinión.

Las almibaradas y consumistas fiestas de la Navidad



Empezamos la cuenta atrás hacia esa fecha que el consumo y la hipocresía se encargan de almibararla como si de una gran ceremonia de corazones bañados en chocolate se nos pusiera encima de la mesa del salón de nuestra cotidianidad, de aquello que ya ni siquiera apreciamos porque lo tenemos demasiado visitado y los muebles parecen invisibles o erosionados por la rutina, sin embargo ese toque de campana provocador, como aquel de los perros de Paulov, nos activa las papilas gustativas del afán consumista, destapa el corcho de los deseos y al final el espectáculo de autómatas empieza a girar dentro de la bola de cristal con bolitas de nieve... ¡Qué alegría, qué felicidad llegó por fin la Navidad! ... una alegría que de un día para otro no se puede cuestionar, ni siquiera en esas reuniones familiares donde cada año siempre hay más de una silla vacía, más de un silencio congelado en la garganta, más de un llanto resquebrajándonos el alma. Una felicidad tan pasajera como las luces que brillan por todas partes y con el mismo ímpetu de la llegada parten unos días después, dejando a su paso un reguero de promesas disimuladas por el mismo cinismo que ha creado semejante festejo.

No quisiera tampoco ser la cáscara amarga que de un manotazo desinfla ese carrusel de vanidades, pero si me gustaría recordar a todos los que sólo se esfuerzan por agradar a otras personas precisamente en esos días señalados, que la Navidad debe ser cada día, cada minuto de nuestra vida, cada segundo de aliento, porque esas personas a las que supuestamente dices que quieres, no tendrían que significar un gran esfuerzo dibujarles una sonrisa en su mirada, también en esos días ensombrecidos por tu propio egoísmo. Nos encanta regalar y encontrar el regalo más adecuado y de nuevo volvemos a imaginarnos objetos, en lugar de personas, volvemos a imaginarnos productos en lugar de seres humanos que lo están pasando francamente mal también en estas fechas. 

Me conformaría con que este pequeño texto que acompaño con esta imagen navideña, no se interpretase como otra oda más a la Navidad de los centros comerciales, del derroche estúpido o de la hipocresía vestida con lazos de felicidad, sino que fuese una toma de conciencia de cómo los seres humanos acaban confundiendo el amor de papel con el sentimiento más noble que es el Amor incondicional. 

6 comentarios:

  1. Cada personas ve de forma diferente "Navidad", hay personas que por la falta de algún miembro familiar, ya no es lo mismo en sus mesas, mientras que para otros abrir los regalos parece sinónimo de Navidad.
    Para mi la Navidad, no es cenar en una mesa llena de manjares falseando unos con otros, comiendo como si no hubiera un mañana, ni gastarse lo poco que se tenga de golpe en compras, (la mayoría innecesarias) solo porque "Es Navidad".
    Par mi la Navidad es estar junto a las personas que quieres de verdad, dando igual las cosas materiales que haya alrededor. Lo mismo ocurre con los cumpleaños, no pasa nada por no celebrar un cumpleaños con fiesta y regalos, sino, valorar quien esté a tu lado en ese día.
    Pero vivimos en una época que parece que si no compras, regalas a lo bestia, no estás disfrutando de ese momento.
    Me ha encantado tu visión de la Navidad y más ahora que está a la vuelta de la esquina. Yo respeto a cada uno, pero invito a pensar un poquito en las personas más que en las cosas materiales.
    Un fuerte abrazo:)

    ResponderEliminar
  2. Esperemos que cada vez con más celeridad, las gentes nos demos cuenta de cual es el verdadero espíritu de la navidad. Que no son unos días para que unos se sientan bien y otros mal, que unos tengan y otros no.

    Procuro en estos días, pensar que gracias a estas fechas, mucha gente tenga felicidad, que aunque pasajera, siempre puede quedar en el corazón un resquicio de amor y paz. La navidad son todos los días.

    Gracias por mostrarnos tu opinión y compartirla, Estrella, me uno a ti. ¡Un gran abrazo!
    Feliz Navidad, y próspero año 2017.

    ResponderEliminar
  3. Estoy muy de acuerdo en todo lo que has expuesto Estrella, entonces asumo que también soy una cáscara amarga, (para quitar gravedad) :)

    Yo no soy navideña, es una época agridulce donde como bien dices hay más de una silla que queda vacía y es imposible llenarla. También está el detestable consumismo, esa esclavitud en la que nos vemos envueltos y por desgracia sucumbimos la gran mayoría.

    Pero entiendo la parte bonita, parar y mirar alrededor para dar las gracias, eso también es de agradecer que por un momento se nos abra los ojos y hacernos conscientes de ello. La parte crítica es que no debe ser sólo por unos días sino todo el año, que las palabras bonitas y los gestos amables deben acompañarnos sin necesidad de llevar fecha.

    Muchos besos.
    Gracias por estar, :)

    ResponderEliminar
  4. Reconozco que yo soy muy navideño, de una manera peculiar. Detesto las reuniones familiares, el consumismo, la hipocresía de que toca imbuirse en el espíritu navideño... Pero me quedo con la idea primigenia de esta época, lo que de verdad le da sentido. El 25 de diciembre es aparte de la Navidad, el solsticio de invierno, el día en el que la noche comienza a acortarse. Antiguamente se llamaba a ese día La puerta de los dioses en contraposición a La puerta de los hombres que representa el solsticio de verano. La diferencia de uno y otro la marca la luz del sol. Con el de verano, esa luz divina decae. Las noches, y por ende la oscuridad, comienzan a ganar la partida. ¿Dónde va la luz entonces? Al interior del hombre. Esa luz cruza la puerta del ser humano para purificarnos interiormente, de ahí símbolos como el agua, el fuego... Cuando llega el solsticio de invierno el proceso es inverso, la luz divina abandona al hombre para regresar al cielo y hacer que los días sean más largos, habiendo purificado al ser humano, quien libre de cargas puede comenzar su nueva vida. Aquí esta el meollo, por eso se fijó este día como el del nacimiento de Jesús, el RENACIMIENTO del hombre. Es la época de la ilusión, de los buenos propósitos, de hacer balance, de iniciar el futuro libre de las cargas y pecados del pasado. Por eso soy navideño, y creo que esa es la fuerza de esta época. La pena es que ese espíritu renovador se quede solo en estos días, como dices ojalá siempre fuera Navidad, al menos en su concepción más básica. Bueno, me quedó un comentario un tanto largo. Te deseo una FELIZ NAVIDAD, Estrella.

    ResponderEliminar
  5. Hola Estrella,
    Es una pena lo que ocurre en Navidad precisamente por el argumento que presentas. Y quizás por ello nunca me han gustado estas Fiestas, lo que es una pena; aunque desde que nació Macarena, la disfruto de otra manera... quizás me uno a su ilusión. Pero me aburren las cenas en las que hay que estar contentos y decir Feliz Navidad a aquel con el que no te llevas bien, en las que hay que comer cuando no se tiene hambre, y en las que hay que ser solidario por obligación sin tener en cuenta que el resto del año la gente también pasa hambre y necesidades.
    En fin, están ahí y hay que pasarlas lo mejor posible.
    Buena reflexión Estrella. Muchos besos y Feliz Navidad (a ti, de corazón).

    ResponderEliminar
  6. Uy Estrella, cuánta razón. Es fácil caer en un consumismo vació, más en esta época disfrazada de no se qué y que las corporaciones se ocupan de alimentar con su aguinaldos que más tardan en llegar cuando ya están gastados y estrategias de falsas promociones que enloquecen a cualquiera sin una pizca de conciencia...
    Finalmente es tan fácil y gratis ser felices casa día, como lo mencionas.
    Gracias por esta reflexión!
    Abrazos!!

    ResponderEliminar

Mil gracias, queridos amigos y lectores de mi blog, por hacer un pequeño descanso y apreciar la lectura de mis textos.
Os quedo eternamente agradecida e intentaré devolveros la huella.
Estrella Amaranto.