La inesperada compañía - Capítulo 4
Estrella Amaranto
febrero 12, 2016
30 Comments
—No hay nada raro en ello, tienes un coche muy parecido al de mi novio, con idéntico color, la misma marca y también lo habías aparcado en el mismo sitio donde suele dejarlo cuando me viene a esperar para llevarme a mi casa. Es pura rutina, de modo que tampoco me fijé si era o no el suyo. He tenido guardia toda la noche y estaba rendida de cansancio.
Para mi tranquilidad, le expliqué que había estado pensando mientras hablaba por teléfono, en acercarla lo más posible al centro urbano y que allí se buscara la vida o que intentase ponerse en contacto con su novio y que la fuese a recoger.
Resultó ser una chica muy alegre y natural. Empezamos a sentir una gran empatía y complicidad a medida que nos enzarzamos en un intenso debate sobre las relaciones de pareja y los problemas que tenían los matrimonios estables con mucho tiempo de convivencia, como me ocurría con el mío, de más de quince años. Ella apenas llevaba dos, saliendo con su novio y todavía estaba demasiado confusa respecto a lo que suponía casarse.
Noté que me observaba sin parpadear, mientras le hablaba de temas que para ella parecían demasiado desconocidos o extraños, hasta que al cabo de un buen rato conduciendo como un autómata, me percaté de que había otro auto detrás que me daba la impresión de estar siguiéndome, lo cual me inquietó bastante. Me fijé que no variaba de velocidad manteniéndose a corta distancia, asi que apreté a fondo el pedal del acelerador temblándome la pierna ligeramente e intenté iniciar una maniobra de despiste, que me ayudase a librarle de aquel coche que parecía empeñarse en acelerar también la marcha y no dejarme escapar de su radio de visión.
—¿Por qué has acelerado la marcha tan bruscamente? ¿Es que ocurre algo grave? Dime ¿qué está pasando?
—¡Un coche viene siguiéndonos! ¡No me gusta nada esta historia! ¿Con quien has hablado antes? ¡No te hagas la tonta!
—¡Sólo hablaba con mi novio! ¡Cálmate y por favor controla el coche o vamos a sufrir un accidente!
—¡No me lo creo, estás compinchada con alguien que ahora nos está siguiendo, confiésalo o juro que te abro la puerta y soy capaz de tirarte al asfalto! ¡No me mientas!
—Te repito que soy la primera sorprendida y no tengo ni idea de lo que nos está ocurriendo. ¡Por favor, no hagas una tontería, porque si sufro algún accidente, tú eres el responsable! ¡Quién supuestamente me has montado en tu coche!
Me empecé a notar algo mareado y lo peor de todo era que mi mujer no podía imaginarse, ni por asomo, la gravedad de mi situación actual. Tampoco me funcionaba el móvil, pues se quedó sin batería y mi extraña pasajera cada vez me estaba causando más problemas. Lo único favorable era que de momento había perdido de vista al turismo que nos perseguía o al menos eso pensaba yo...
Para mi tranquilidad, le expliqué que había estado pensando mientras hablaba por teléfono, en acercarla lo más posible al centro urbano y que allí se buscara la vida o que intentase ponerse en contacto con su novio y que la fuese a recoger.
Resultó ser una chica muy alegre y natural. Empezamos a sentir una gran empatía y complicidad a medida que nos enzarzamos en un intenso debate sobre las relaciones de pareja y los problemas que tenían los matrimonios estables con mucho tiempo de convivencia, como me ocurría con el mío, de más de quince años. Ella apenas llevaba dos, saliendo con su novio y todavía estaba demasiado confusa respecto a lo que suponía casarse.
Noté que me observaba sin parpadear, mientras le hablaba de temas que para ella parecían demasiado desconocidos o extraños, hasta que al cabo de un buen rato conduciendo como un autómata, me percaté de que había otro auto detrás que me daba la impresión de estar siguiéndome, lo cual me inquietó bastante. Me fijé que no variaba de velocidad manteniéndose a corta distancia, asi que apreté a fondo el pedal del acelerador temblándome la pierna ligeramente e intenté iniciar una maniobra de despiste, que me ayudase a librarle de aquel coche que parecía empeñarse en acelerar también la marcha y no dejarme escapar de su radio de visión.
—¿Por qué has acelerado la marcha tan bruscamente? ¿Es que ocurre algo grave? Dime ¿qué está pasando?
—¡Un coche viene siguiéndonos! ¡No me gusta nada esta historia! ¿Con quien has hablado antes? ¡No te hagas la tonta!
—¡Sólo hablaba con mi novio! ¡Cálmate y por favor controla el coche o vamos a sufrir un accidente!
—¡No me lo creo, estás compinchada con alguien que ahora nos está siguiendo, confiésalo o juro que te abro la puerta y soy capaz de tirarte al asfalto! ¡No me mientas!
—Te repito que soy la primera sorprendida y no tengo ni idea de lo que nos está ocurriendo. ¡Por favor, no hagas una tontería, porque si sufro algún accidente, tú eres el responsable! ¡Quién supuestamente me has montado en tu coche!
Me empecé a notar algo mareado y lo peor de todo era que mi mujer no podía imaginarse, ni por asomo, la gravedad de mi situación actual. Tampoco me funcionaba el móvil, pues se quedó sin batería y mi extraña pasajera cada vez me estaba causando más problemas. Lo único favorable era que de momento había perdido de vista al turismo que nos perseguía o al menos eso pensaba yo...