noviembre 15, 2016

Los Siete Aspirantes

noviembre 15, 2016 22 Comments
 Yukai Du - Illustration/Science-Society-of-Chin

Fue suficiente incluir una simple oferta de empleo, una impactante nota donde apareciese en letras negritas: "Se ofrecen dos puestos de dirección para nuestra empresa multinacional con alta remuneración libre de impuestos. Imprescindible superar prueba de acceso y demostrar las siguientes habilidades:

C.N.T. (conocimiento de las nuevas tecnologías).

C.N. (curiosidad natural)

I.A.L. (inteligencia analítica y lógica)

A.N. (actor nato)

O.M. (observación y memoria)

R.R. (reacciones rápidas)

B.C. (buen comunicador)

E.A.O. (estado de alerta y objetividad)

Al cabo de una semana se agotó el plazo de presentación de curriculums y después de una ardua selección en la central del departamento de personal, tuvo lugar el encuentro de dichos candidatos en el piso 63 de la gran compañía, donde se llevaría a cabo el proceso final para la obtención de dicho puesto directivo. La empresa se reservaba todos los derechos para realizar las pruebas que estimase convenientes previas a la admisión de dicho puesto de responsabilidad, por lo que sus métodos podían rozar la ilegalidad o provocar situaciones nada indulgentes. 

A las 8:00 AM llegaron puntualmente los siete candidatos que la empresa determinó para su desafío final:

  • Nora G. [extécnica de laboratorio, intuitiva, con autoconfianza y muy curiosa de carácter, 38 años, rubia, delgada, alta, llevando un vestido azul oscuro y zapatos de tacón negros]

  • Alder M. [hacker y con amplio conocimiento de las nuevas tecnologías, inquieto y tímido, 45 años, moreno con barba arreglada, de estatura media, complexión musculosa, vistiendo un traje negro, corbata a rayas y zapatos negros]

  • Beto Z. [experiodista freelance y buen comunicador, afable e ingenuo, 30 años, cabello liso castaño, gordo, bajo, llevando pantalón vaquero oscuro, camiseta y zapatos deportivos]

  • Erwin C. [empresario con inteligencia analítica, pensamiento lógico y de reacciones rápidas, 43 años, cabello negro rizado, de estatura y peso medio, con gafas, iba provisto de camiseta con cazadora de cuero negro y pantalón ajustado con botas camperas]

  • Sally V. [ama de casa, actriz nata, 27 años, morena de pelo corto, algo gruesa y de estatura media, luciendo jersey fino, falda tubo y calzado cómodo]

  • Ida B. [miss universo, alegre y divertida, scort de lujo y con bastante tendencia a permanecer en estado de alerta y objetividad, 49 años, cabello largo rubio platino, esbelta y delgada, exhibiendo una blusa con transparencias, unos leggins de cuero negro, una chaqueta estampada y unas botas altas]

  • Zoco S. [extrabajador en planta petrolífera y aspirante a doctor en derecho en varias convocatorias, de carácter reservado, observador y con buena memoria, 35 años, cabello corto y estilo “hipster”, 1,71 m. de estatura, no demasiado grueso de complexión, vistiendo una camisa blanca con pajarita de seda y traje estampado con zapatos marrones]

Ya en la sede corporativa de la compañía fueron recibidos por el responsable de la prueba a la que habían sido convocados, este les sugirió pasar a otra sala más amplia con varias alturas sin ventanas, luz artificial, algunos sillones y sofás y dos o tres mesitas pequeñas y bajas. También les sugirió que se acomodasen como quisieran o que podían permanecer de pie mientras observaban un reportaje audiovisual en varios monitores instalados en las paredes donde se les mostraría escenas de la vida cotidiana de todos los candidatos con el fin de que pudieran familiarizarse con ellos, pues debían lograr una estrecha complicidad que les hiciera fácil superar la primera misión de la prueba: "Descubrir a los dos falsos candidatos que dicha corporación se había encargado de camuflar entre el resto de los aspirantes".

Al acabar el visionado se produjo inmediatamente un apagón eléctrico, permaneciendo todo el grupo a oscuras, aunque lo que ignoraban es que aquello formaba parte del plan previsto al que serían sometidos, ya que habían firmado la conformidad antes de esta prueba.

En los primeros minutos se escucharon gritos, risas histéricas, ruidos arrastrando muebles, excusas ante cualquier tropezón o empujón... Preguntas sin respuesta y quejas de todo tipo ante aquella extraña situación... Luego fue disminuyendo el griterío a medida que iba transcurriendo el tiempo, hasta que alguien levantó la voz:

— ¡Tienen que arreglar este fallo técnico, de lo contrario se trata de una encerrona con un claro abuso de autoridad! ¡Enciendan las luces de emergencia!

No se produjo ningún cambio, únicamente se empezaron a escuchar algunos balbuceos y después murmullos desde diferentes ángulos de la sala. Sorpresivamente se notaron algunos jadeos  y suspiros junto con roces de cuerpos acompasados. También se apercibía de vez en cuando algunas bofetadas y amagos de peleas, así como sonidos de muebles arrastrándose y de pronto un intenso zumbido atronador que lo invadió todo.

Después cesó el endiablado estruendo y se iluminaron débilmente algunas luces de emergencia, quedando la habitación en penumbra, aunque se podía distinguir a dos grupos separados entre si y una persona más apartada del resto. 
En un lateral de la sala se habían colocado dos sofás, uno enfrente de otro a modo de improvisado lecho y donde dos candidatos yacían absortos del resto en actitud lasciva. Y en otro grupo se hallaban otros cuatro más alejados de aquella pareja, dos permanecían sentados en un sofá y con la expresión del rostro aterrorizada, otro estaba subido en una torre de mesas y sillas permaneciendo de pie como si estuviera realizando alguna tarea de observador de todo el colectivo y el cuarto tirado en el suelo. 
Sentado y bastante relajado en un sillón permanecía el último, quien decidió apartarse, tras aquella pelea entre el empresario fracasado y la extécnica de laboratorio.

Los monitores de las paredes volvieron a funcionar mostrando las imágenes, a través de cámaras de visión nocturna, de todo lo acontecido durante aquellas tres horas en permanente oscuridad.

Ida y Sally fueron quienes primero se separaron del resto, habiéndose dedicado a arrastrar aquellos dos sofás para mantener un apasionado encuentro íntimo.
Erwin intentó forzar a Nora para mantener relaciones, pero está le dio unas bofetadas y empujones, hasta que Zoco lo tiró al suelo con una llave de yudo. Nora mientras tanto fue improvisando una torre de mesas y sillas hasta trepar arriba para alzar la voz quejándose de aquella situación tan lamentable.
Discretamente se veía como Alder se iba aproximando a Beto para cuchichearle algo al oído, después como si se hubieran puesto de acuerdo, fueron palpando cada una de las paredes que lograron alcanzar a tientas, intentando localizar los interruptores o la caja de distribución eléctrica, hasta apoltronarse en uno de los sofás con cierta expresión de horror después de sufrir una descarga eléctrica.
Zoco tras el forcejeo se separó finalmente del grupo y se sentó en uno de los sofás más próximos en una actitud tranquila y misteriosa.

Al fondo de la sala se abrió una puerta que parecía oculta y asomó un empleado robot que les invitó a responder a cada uno de ellos ¿quienes eran los dos falsos candidatos?. Las respuestas solo fueron afirmativas para cuatro aspirantes, quedando eliminados los otros tres restantes.

Como ya habréis adivinado, queridos lectores, entre esos cuatro finalistas, estaban incluidos los dos aspirantes camuflados, por tanto ¡atentos a la siguiente y definitiva prueba! porque seréis vosotros los que tengáis que averiguar quienes son dichos impostores, teniendo en cuenta que se caracterizan por su secretismo y auto confianza.

El empleado robot les mostró a los cuatro finalistas, otras tantas cartulinas con imágenes asociadas a su personalidad, representadas por cuatro animales diferentes: 

  • Caballo: el poder, dominación y virilidad. (Erwin)

  • León: la fiereza, intuición, generosidad, control y autoconfianza. (Nora)

  • Ardilla: la diversión y tomarse la vida de forma menos seria. (Ida)

  • Cuervo: el misterio y el secretismo. (Zoco)

Ahora os ha llegado a vosotros el turno para responder: ¿quienes son los dos falsos candidatos que dicha corporación se había encargado de camuflar entre el resto de los aspirantes? y ¿quienes obtuvieron esos dos puestos de dirección?...

Os facilito una pista: los falsos candidatos se caracterizan por la alegría y el carácter reservado. ¡Ya lo tenéis muy fácil!

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

noviembre 08, 2016

Andrés y Valeria

noviembre 08, 2016 29 Comments
Jesús Villar - Pareja de viejos

La leve brisa primaveral entró de golpe al abrir la ventana de la cocina en esas primeras horas del amanecer junto al bramido del mar en la lejanía cuando la aldea comenzaba a desperezarse del letargo del sueño, reuniendo a la escasa población, en esa crucial hora en torno a la mesa del comedor o de la cocina, dispuestos a reanudar la disciplina diaria. Andrés contemplaba ensimismado las fotografías enmarcadas, una al lado de la otra sobre la repisa de la ventana. De esta forma ella le miraba con aquellos ojos pizpiretos de los que se enamoró cuando apenas era un adolescente y le iba contando sus cuitas y cuánto la echaba de menos...

—Martín ya ha tenido otra niña y tiene tus mismos ojos. Dice que la pondrá de nombre Valeria, en tu honor, porque ya le conoces siempre estuvo bajo tus faldas, no era capaz de hacer algo por si mismo, siempre recurría a ti cuando tenía algún problema. Ya sé que también era tu niño preferido, pero eso no te daba derecho a hacerle tan dependiente. Siempre te critiqué que fuera tan blando de carácter porque de esa manera nunca podría hacerle frente a las vicisitudes de la vida, como cuando tuvo que alistarse en el ejército. ¡Menos mal que allí le enseñaron a hacerse un hombre!

Ella le escuchaba paciente desde la repisa y esto le gustaba, porque en vida, solían acabar sus pláticas enfadados y reprochándose mutuamente la falta de interés en poner remedio a todo aquello que les acontecía.

La visión de aquella familia: cuatro hijos y el matrimonio viviendo en una humilde casa próxima a la playa que nunca había sido reformada y que por tanto conservaba intacta cada habitación, cada mueble, cada ventana, su aroma a pino viejo, sal marina, café tostado, espliego, manzanas asadas... Las risas de los niños rebotaban aún en las paredes junto a los gritos de Valeria intentando sofocar las travesuras de aquellos enanos.
Ensimismado en sus recuerdos no había escuchado unos golpes en la puerta que insistentemente alguien desde afuera llevaba ya un buen rato tratando de avisarle de su presencia. Los ruidos subieron lentamente de volumen hasta convertirse en un molesto y pesado aporreo que terminó por escuchar.
Abrió la puerta principal y se sobrecogió ante la visión, le pareció distinguir la presencia de Liborio, el joven que murió de una pulmonía mal curada el mismo día que nació Enzo, el tercero de sus vástagos, aquella defunción se le quedó en la memoria grabada para el resto. Bien es verdad, que ya padecía de dificultades con la vista, mas tal aparición estaba envuelta en un halo luminoso que le dificultaba aún más enfocar la mirada. Creyó que podría tratarse de alguna alucinación, sin embargo tenía un ramo de flores en las manos que dicho muchacho se lo acababa de entregar. Intentó hablarle pero en aquel instante desapareció sin conseguir su propósito.

¿Quién seguía acordándose de él si se había convertido un vejestorio? ¿Por qué elegir a Liborio para traérmelas si ya estaba muerto?... Ninguna de las preguntas tenía una respuesta razonable.

—Liborio me acaba de entregar este ramo de flores y no acabo de entender por qué a mi y quien se lo ha dado. No te pongas celosa Valeria, que ya no estoy para esos trotes y todas mis amantes ya han fallecido, tú bien lo conoces. Voy a buscar el búcaro de cristal donde solías poner esas criaturas silvestres, tan parecidas a estas (¡vaya casualidad!, pensó) cuando llegaba nuestro aniversario de bodas o era domingo. Ya sé que hoy coincide también con idéntico día de la semana, no obstante tú ya no estás y Liborio tampoco. ¿No será que he perdido el juicio y vuelvo a tener alucinaciones como la de hace algunas semanas, contemplándote sentada en la cama acariciándome la frente?... Las pondré en la mesa del comedor y que las descubran los chicos en el momento que vuelvan a visitarme. Bueno, deja que te de el beso de buenos días que ya me voy a acabar el desayuno y no quiero que me mires con malos ojos, ya sabes que siempre te quise a ti, aunque tú me reprocharas que tuviera algún lío con otras. ¡Era tan joven y tan guapo, que las tenía comiendo de mi mano y eso ya sé que te desesperaba hasta rechazarme en el lecho! Pero mujer, tú fuiste la única que amaba y de eso te aprovechabas cada vez que me retirabas la palabra o me dejabas solo meses enteros marchándote a casa de tu hermana.

Por la tarde comenzó a caer un buen aguacero que no acababa de cesar, mientras un viento huracanado levantó las tejas arrastrando parte del tejado e inundando la vivienda hasta tal punto que el bueno de Andrés temió por su integridad física, un tabique le cayó encima cuando estaba fumándose un pitillo en el comedor. Su cuerpo inerte se había quedado incrustado bajo los escombros y el agua que ya inundaba la casa.

Asombrado de la levedad que le envolvía logró incorporarse sin ninguna dificultad, liberándose de los cascotes de cemento y piedra que le aprisionaban, sin esfuerzo alguno los apartó a un lado y manteniéndose erguido se fue derecho hasta el dormitorio a llamar por teléfono. Todo fue inútil, no daba señal. La lluvia afuera continuaba ininterrumpidamente y dentro de la vivienda el agua cubría cerca de cincuenta centímetros. Le extrañó que no notase tampoco aquella humedad en sus pantalones manchados con una mezcla de barro y sangre, pero algo le impulsaba a marcharse, a dejar indefinidamente aquel lugar. Tenía la mente demasiado lúcida y un inmenso bienestar se iba adueñando de él. Miró alrededor y se fue directo a la repisa de la cocina para llevarse el retrato de Valeria, que se había salvado milagrosamente, ya que la mayoría de los enseres domésticos se hallaban cubiertos de fango y estaban destrozados.

Al salir a la calle se extrañó de encontrarse con mucha gente que hacía años había perdido de vista, aparentemente más jóvenes y felices que cuando se relacionaba con ellos. Algunos lucían ropas demasiado antiguas o que ya no las usaba nadie. Otros parecían ausentes sin observar el paisaje desolador: todas las viviendas en ruinas y llenas de barro, inundadas por aquel torbellino enmarañado que arrastraba montones de cadáveres, ramas y escombros.

Subió la cuesta sin atisbo de aquellas molestias en las rodillas debido a la artritis y en medio de la penumbra apareció ella, Valeria, quien se fue aproximando sonriente dispuesta a fundirse en un abrazo.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

noviembre 01, 2016

Escenas encadenadas de un terrible suceso

noviembre 01, 2016 28 Comments
Hsin-Yao Tseng - Paisaje urbano

- Primera escena -

Llegó a la parada de autobuses de aquella enmarañada glorieta de Las Ánimas envuelta en una espesa humareda blanquecina y con la intención de coger el bus que iba directo hasta la explanada de Galileo. Se trataba de la misma línea que durante su época de estudiante le trasladaba a la facultad, pero que luego con la planificación urbanística había quedado absorbida por la gran expansión de los alrededores y ahora ya formaba parte del centro de la ciudad.
Aquella tarde por fin tenía una nueva oportunidad de encontrarse con ella y entregarle aquel abrigo azul que dejó olvidado en su automóvil desde hacía más de tres meses. Una prenda de la que no había querido desprenderse, porque al fin y al cabo era cuanto le quedaba de ella, su intenso olor a jazmín, orquídea, heliotropo y algún otro componente desconocido, le hacían recordar aquellas entrañables vivencias durante su época de noviazgo. No era gran cosa, pero se  conformó con ello y hoy por fin estaba dispuesto a quitársela definitivamente de la cabeza.

La semana pasada ella le volvió a llamar para zanjar algunas cosas que aún tenían pendientes desde su definitiva ruptura, le animó a volver a verse en su nuevo apartamento, por lo que ya habían acordado la cita a las siete de la tarde. Rony estaba expectante por aquel encuentro y descubrir si todavía le despertaba esa atracción fatal de la que él se aprovechó en el pasado.
Se había puesto su gabardina gris marengo que le llegaba casi hasta los pies y la cabeza cubierta con un sombrero de fieltro negro con anchas alas porque quería llamar su atención, sabía que a ella le encantaban los hombres con semejante prenda de vestir.

En pocos minutos descendía ya del autobús para dirigirse a una de las calles adyacentes, concretamente a la travesía Abedul, que era donde vivía Espe. Llevaba el abrigo guardado en una bolsa de grandes almacenes que movía nerviosamente al aproximarse al apartamento, hasta que sin querer se le cayó al suelo cuando cruzaba tranquilamente la calle, de repente apareció un coche que pasó encima aplastándole. 
Su cuerpo ensangrentado permanecía a un lado de la calzada mientras algunos transeúntes se pararon horrorizados y curiosos a observarlo, sin que nadie se atreviera a tocarlo hasta que llegara la policía.


- Segunda escena - 

Una mujer de unos treinta años estaba mirando por la ventana del segundo piso que daba a la calle donde había tenido lugar el incidente, observaba atentamente todo lo que sucedía afuera incluido aquel accidente mortal, no parecía inmutarse, pero nada más contemplar la llegada de un par de agentes de policía, que trataban de comprobar el estado de la víctima, puso atención y fue cuando notó un escalofrío que le recorría la espalda. La presencia de aquella bolsa, que permanecía tirada a escasa distancia del cadáver, la tenía desconcertada desde el instante en que se fijó que contenía un abrigo de señora azul, el mismo que dejó olvidado en el asiento de atrás la noche en que regresaron juntos de aquellas vacaciones.
Intentó realizar una llamada, pero su interlocutor no le respondió, por lo que prefirió tomárselo con calma y relajarse en el sofá durante un rato, hasta que sonó el timbre de la puerta. Eran dos agentes que le estaban mostrando su abrigo azul encontrado junto al cadáver de la calle y un móvil donde aparecía su número de teléfono y las llamadas realizadas al joven difunto, así como otras charlas en el wasap.

Se cambió de calzado, dejando las zapatillas en casa y se puso un anorak para bajar a la calle. Reconocía que no le hacía ninguna gracia, pero no le quedó otra opción que subir al coche policial y acompañar a dichos agentes, puesto que debían tomarla declaración en la comisaría. La víctima no tenía familia y vivía solo, de modo que aquel caso requería ciertas diligencias e indagaciones a las que no podía renunciar.


- Tercera escena -

En el vestíbulo principal de las dependencias policiales se hallaba un joven, que al verla pasar junto a los dos agentes, torció el cuello intentando seguirla con la mirada, aunque ella ni siquiera se inmutó, tenía el gesto ausente y no le prestó la más mínima atención.
Empezaba a oscurecer, cuando un policía le preguntó la razón de permanecer allí tanto tiempo, pues tenía órdenes de sus superiores para que les informase acerca del motivo que lo retenía, ya que podría estar esperando a alguien con antecedentes. Gabi, que así se llamaba el muchacho, intentó despistarle, comentándole que esperaba a un familiar con el que había quedado en aquellas dependencias.
Las horas iban transcurriendo hasta que un oficial de policía le conminó a marcharse, amenazándole que de seguir en aquella actitud tan testaruda le interrogaría porque le empezaba a resultar sospechoso, y no le beneficiaría en nada si le obligaba a tomar medidas de seguridad en su contra, que le podrían poner en algún apuro.


- Cuarta escena -

Desde las cristaleras de un bar de copas que estaba próximo a la comisaría, una pareja de delincuentes seguían mirando obsesivamente al muchacho a partir de haber salido precipitadamente y no dejaba de mirar alrededor como si estuviera preocupado por alguien. Quizás lo estaban esperando, o tal vez lo confundieron con otro peligroso delincuente y decidieron salir a hacerle frente, asimismo tenían un viejo asunto pendiente que liquidar con "él". Muy sigilosamente lo siguieron hasta que en un desliz tropezó con un socavón en la calzada y valiéndose de su superioridad física lo maniataron con unas bridas, tapándole la boca con cinta americana y desaparecieron llevándoselo en un pickup negro que habían aparcado en esa zona.


- Quinta escena -

Una vecina que sufría de insomnio había bajado a tirar la basura de madrugada cuando se percató de un pickup negro, que hacía eses por la avenida y que dando un volantazo estacionó en la entrada de un viejo almacén. Luego dos corpulentos matones sujetaban por los hombros a un tercer desconocido, que tenía dificultades para andar. Incluso los vio introducirse en aquel edificio abandonado. Esperó un rato más hasta que muerta de frío optó por darse la vuelta y marcharse a su casa.


-Epílogo-

En los informativos de la mañana siguiente, aparecieron unas imágenes en las cuales se reflejaba un accidente de automóvil, ocurrido el día anterior a primeras horas de la tarde en la travesía Abedul, próxima a la explanada de Galileo. También se daba por hecho que existía una muchacha, Espe, de unos treinta años implicada en el suceso y que vivía en la misma calle, en frente de donde ocurrió el deceso. En otro fotograma del reportaje se podía ver a dos matones, que habían huido la madrugada pasada en un pickup negro transportando una abultada carga ilegal de droga y a un sospechoso, Gabi, implicado igualmente en dicho caso. A continuación salían las fotografías de dichos delincuentes, junto a la del vehículo. Parecía que se trataba de un ajuste de cuentas, en el que se afirmaba que la chica era novia del fallecido, del cual quería deshacerse cuanto antes, porque estaba a punto de casarse con el joven heredero del mayor holding empresarial de una famosa marca de automóviles, que se había compinchado con ella para asesinarlo.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados


octubre 25, 2016

El Circo Extraordinario

octubre 25, 2016 30 Comments

LeRoy Neiman - Animales de circo (abstracto)

¡Madames et monsieurs, ladys and gentlemen, señoras y señores, niños y niñas.... ¡Bienvenidos al Circo Extraordinario!
Si están sentados en un sillón, sofá, silla, mecedora, banco, banqueta, butaca, trono, pupitre, piedra, asfalto, tierra, césped, agua, en el salón de su casa, en el parque, en el aula, en la playa, en el laboratorio, en la consulta, en la biblioteca, en el parque, en la calle, en el cine, en el coche, en el teatro, en la sala de reuniones, en la oficina, en la plaza .... ¡Levanten sus reales posaderas y acérquense con premura al circo!"
¡Dejen lo que están haciendo! ¡Olvídense por unos momentos de esa pesada y aburrida rutina! ¡No le den más vueltas y acudan prestos al circo!
Amigo conductor acelere y acabe pronto con la clientela, entréguele nuestras entradas con descuento y si le cuentan un cuento para excusarse pegue un frenazo y si no se bajan los clientes no se apure y rómpales los dientes. 
Querida secretaria súbase a la mesa y diga en alto: ¡Esto es un asalto! Cuando los compañeros le oigan y le imiten en su "gesta", tomen las de Villadiego por la nacional quinta y a su paso por Fuenteovejuna desplieguen todos a una sus pancartas, subiéndose a la planta cuarta del Congreso del Trabajador para venir todos juntos a la increíble función.
Distinguida dama, en salto de cama, deje ya de joder la marrana que en su lecho ya no hay flores ni tampoco mal de amores que tenga que consolar. Vístase de diario sin buscar en el armario aquel vestido de antaño que ya demudó el color y ni con calzador le entra en sus carnes rebosantes de lechón. Reúnase con sus amigas y anímelas a olvidarse de los pañales, del pollo del congelador, de las compras en el hiper, de la prueba del embarazo o del vecino de abajo, porque lleva bajo el brazo un buen puñado de entradas para acudir al evento. 
Caballero del sombrero o de la calva, ¿dónde va tan despistado con aires tornasolados y harto de trabajar?... ¿Dónde quedó la gloria que ya no está en su memoria de aquellos tiempos sutiles, livianos y tan afables que traicioneramente ya no volverán?...  La felicidad le espera, búsquela en sus bolsillos, pues allí están nuestras entradas que anoche de madrugada le entregamos en el pub. No se olvide de invitar a sus familiares, compañeros y vecinos a este gran circo. 
Niña, niño que estás jugando con la pelota en el parque, en tu barrio o en tu escuela, ya deja de dar patadas y de hacer cabronadas a los pobres profesores, padres o educadores, que soportan con paciencia tu mal genio e insolencia. Infantes criaturas golosas, caprichosas y amorosas ¡la función ya está a punto de comenzar! 
Desde el norte en transporte, desde el este, aunque cueste, desde el oeste pedestre, desde el centro hasta el encuentro y desde el sur con glamour ¡acudan todos al circo, que ya se levanta el telón! 
Pero antes unos consejos para que se queden perplejos y no les dé tiempo a pensar: 
"Gran oferta de cuatro pares de calcetines de lana gruesa para las noches de invierno al raso, que, por supuesto no son ocho, sino dos calcetines encontrados en la lavadora y sin sus correspondientes parejas. Si los compra con tarjeta no hay problema porque seguiremos cobrándole los cuatro pares + gastos de envío".
"Chalet confortable con vistas a la vía del tren, goteras al por mayor, tres perros guardianes rabiosos y sin vacunar, una vecina ciega de comer y sorda de profesión, otro vecino atleta y campeón del sillón ball, terraza cubierta de telarañas y con piscina cubierta de mugre y una asamblea de ranas. ¿A qué espera?... ¡Hágase con esta ganga ya!".
"Fantástico coche deportivo con andador incorporado, frenos de disco techno-trance, luces de bohemia, motor de paro con cinco cilindros Parabellum, sillones de esparto con respaldo artrósico, volante para el médico de guardia si no está el otro, palanca de marchas fúnebres o de pompa y circunstancia y un seguro a todo riesgo inmediato. ¡Cómprelo hoy porque mañana estará ya de cuerpo presente!".
¡Tachán, tachín, tachán!  (sonido de fondo de la orquesta circense) 
—Se acabaron los consejos y a disfrutar...aaaar...aaaarrrrrr del espectáculo!! —atronó el presentador ataviado de smoking con lentejuelas, un sombrero de copa negro con grandes alas vueltas y un largo bastón negro rematado por una empuñadura a modo de pequeña bola de billar. 
—Tenemos el gusto de presentarles en primer lugar a nuestro funambulista Vladimir, llegado de más allá de las montañas del Cáucaso, fíjense en sus asombrosas piruetas en el alambre de hojalata ecológica reciclable, sus acrobacias en el aire sin paracaídas y presten mucha atención a su salto mortal irrepetible y único —siguió anunciando el presentador. 
—¡Dios mío, he visto pasar una albóndiga humana por encima de mi cabeza! —exclamó asombrada, una mujer sentada en la primera fila del público, que a su vez fueron sumándose otras voces y otras más, hasta que por fin se escuchó un estruendo y algunos niños empezaron a llorar al ver aquella horripilante imagen de Vladimir destripada y ensangrentada en las últimas filas de las gradas. 
—Pueden cambiarse de asiento, la parte del público que ha presenciado en directo la caída mortal de nuestro artista. ¡Lástima que solo nos haya durado unos minutos y les haya ensuciado sus butacas! ¡Continúa la función! —les informó una voz en off. 
—Distinguido público de la sala, damos paso a las Hermanas Ching Punk Chei, llegadas del Japón y ataviadas con sus flamantes y vistosos quimonos, que seguidamente les van a ofrecer su espectáculo de malabarismo, único en el mundo, donde sus componentes tratarán de lanzar girando en el aire unas cuantas docenas de huevos que lograrán acabar estampándose en sus extremidades, por si acaso cúbranse la cabeza no vaya a ser que alguno de esos huevos saltarines les alcance... Por último, finalizarán con un atrevido número de malabarismo con bates de béisbol macizos que se lanzarán unas a otras sin perder la sonrisa y el compás —comentó el presentador en tono grave y solemne. 
No había transcurrido mucho tiempo, cuando en el escenario quedaron tendidos los cuerpos magullados de las audaces malabaristas... Rápidamente un equipo de camilleros los fue retirando mientras la orquesta interpretaba la marcha fúnebre de Sigfrido de Wagner...  
—Disculpen, pero el espectáculo debe continuar. ¡No se pierdan el gran sorteo final —volvió a interrumpir aquella misteriosa voz en off— 
—Prepárense para la siguiente actuación de nuestro intrépido domador de fieras salvajes, Hércules Musculator, toda una leyenda, pues ya no actúa como hombre sino como espíritu del Olimpo debido a un mortal ataque de un tigre de Bengala que lo devoró. Observen como las fieras se dedican a hacer calceta en sus jaulas mientras el indestructible domador hace ostentación de sus especiales y seductores encantos espectrales dispuesto a hipnotizar a quienes le miren de frente sin hacerle reverencia —dijo el presentador con su habitual tono de voz. 
—Tras reponerse del trance tomando unos refrescos en el intermedio, continuamos hasta la recta final para los más insensatos que aún siguen con nosotros interesados por participar en el fabuloso sorteo —volvió a intervenir con socarronería aquella voz en off. 
—Seguidamente serán testigos silenciosos de nuestro número de magia con el formidable Tunantón pariente lejano de Tutankamón y uno de los más reconocidos prestidigitadores en cientos de miles de kilómetros a nuestro alrededor. Por favor procuren estar atentos a sus carteras, bolsos, bolsillos, etc. porque no nos hacemos cargo del efectivo u objetos de valor que lleven consigo. Nuestro personal de asistencia al público pasará después a tomar nota de las denuncias que puedan producirse, disculpen las molestias y traten de calmar sus nervios —afirmó la voz del presentador. 
—A continuación, tenemos el disgusto de ofrecerles otra nueva actuación de nuestras melancólicas payasas viudas, sus rostros reflejan la tristeza y los tonos oscuros de su maquillaje invitan a la compasión y el sufrimiento. Sus patosos movimientos, así como sus estúpidos chistes y esa música anodina con la que nos fastidiarán durante un buen rato, lograrán acabar con su paciencia o sumirles en un intenso carrusel de emociones a cuál más desagradable —comentó sin inmutarse el presentador. 
—Nuestro próximo show, va a dar comienzo con la perturbadora presencia de Samantha Braille: la lanzadora de cuchillos, pariente del famoso creador del sistema de lecto-escritura para ciegos y heredera también de su pérdida de visión que haciendo honor a su valentía y coraje se ha convertido en un notable peligro público y toda una leyenda del circo. Les rogamos disculpen las molestias, así como los daños colaterales que puedan derivarse, y para nuestro querido público masoquista que continúa tan complacido desde el principio, le acompañamos en su sentimiento placentero de dolor y espanto —volvió a anunciar el impávido presentador. 
—Por último, le toca el turno a nuestro invitado especial, Godofredo Pestilente o el hedor permanente, de ahí que se haya ganado a pulso el título de "el hombre torpedo", pues nadie ha logrado la increíble "hazaña" de vaciar su carga de gases intestinales o de fétidas pedorretas por encima de 2.500 milibares de presión, capaces de levantar del asiento a todo el público asistente y lanzarlo incluso al exterior de este recinto. De modo que les pedimos encarecidamente que se coloquen bien las máscaras antigás que les hemos dado a la entrada y procuren contener la respiración lo más posible, bueno si no lo consiguen del todo, tampoco se molesten mucho porque los efluvios de sus descargas atronarán la sala más que de ruido de gas, por consiguiente, los que quieran, pueden ya irse largando o aguantar el tipo para asistir finalmente al sorteo de un viaje con atractivo o atractiva acompañante a una isla paradisíaca para quedarse allí el tiempo que quieran —acabó diciendo el autómata presentador. 
¡Madames et monsieurs, ladys and gentlemen, señoras y señores, niños y niñas!... Nos sentimos muy orgullosos de haberles podido ofrecer el mejor espectáculo del mundo donde solo unos pocos privilegiados han conseguido disfrutar de la velada, otros menos han sobrevivido con irreprochable estoicismo, mientras que la gran mayoría nos ha ido abandonando por su propio pie o con los pies por delante... ¡Toda una pesadilla que le acompañará incluso en el más allá! 

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados



octubre 18, 2016

Tomando el té con Mr. Henry's Garnet y Mrs Weigela

octubre 18, 2016 29 Comments
Como presentación os quiero decir que esta historia formará parte de una serie de relatos inconexos en su contenido, pero creados todos ellos a partir de un cuadro o una ilustración surrealista diferente, como motivo de inspiración a la hora de escribirlos. Doy paso a continuación al cuadro surrealista de Liese Chavez pintora estadounidense de este siglo, nacida en Massachusetts y que a partir del año 2.000 se trasladó a Colorado. Su formación artística se ha logrado a través del estudio dedicado de libros de texto de arte y vídeos combinados con la práctica diaria. 

Liese Chavez - Una taza de árbol (pintura al óleo) 
Tomando el té con Mr. Henry's Garnet y Mrs Weigela 

Era un precioso día de otoño, los chopos se había desprendido de sus mejores galas y tomaban el sol desnudos y sin ningún rubor, próximos se hallaban una media docena de tilos diseminados a ambos lados de la carretera que en guardia vigilaban a los escasos vehículos que acertaban a pasar por allí, algo más apartados abedules y acacias charlaban animadamente tirando los dados de la fortuna en busca de nuevas aventuras. 

De repente un cortejo de azaleas avanzaba por la colina dispuestas a llegar a la hora del té a la mansión de Mr. Henry's Garnet y Mrs Weigela, un matrimonio muy popular que las esperaban impacientes con la mesa ya dispuesta: vajilla de porcelana inglesa, cubiertos de plata, bandejas y vasos biselados, así como una exquisita decoración a base de candelabros, figuritas y mantelería de hilo bordado.

Al pasar cerca de los chopos, algunas se quedaron mirándoles con descaro, pidiéndoles su móvil o dándoles el suyo, ellos no se inmutaron pues desde pequeños practicaban el naturismo y aquel coro de improvisadas fans acabó por aburrirles.

¡No entiendo a estos tíos!... ¡Ay hija, qué tipazos, están de cómeme el "nardo"!...Yo creo que de tanto tomar el sol como su madre les trajo al mundo se les han cruzado los cables de las ramas. se contaban unas a otras sin perderles de vista.

Bueno apuremos el paso y tener cuidado de no aplastar los insectos que están de guardia, trabajando sin descanso para aprovisionarse de semillas y frutos secos que les duren hasta la primavera. les advirtió la azalea que encabezaba la marcha.

Cuando avanzaban por el borde de la carretera los tilos empezaron a galantearlas con sus empalagosos piropos y ellas guiñándoles un ojo les devolvieron otros, a cual más descarados, por lo que algunos terminaron por pegarlas un susto y ellas sin inmutarse les hicieron cosquillas en la espalda consiguiendo que tropezasen y rodasen por el suelo. 

Tras toparse de bruces con la partida de ajedrez que disputaban "Bola de nieve" y "Espirea del Japón", unas damas ochentonas y algo presumidas, las preguntaron quien iba ganando, a lo que una les respondió que "estaban en tablas". 

Pues yo no creo que estén en tablas, sino más bien entradas en carne. dijo una azalea a otra.

¡Claro no me extraña! ¡Si se pasan todo el día sentadas comiendo musarañas!exclamó la otra a la una.

Vamos chicas dejaros de chácharas y apurar la marcha que pronto nos van a dar la tantas y aún nos queda un trecho. les recriminó la azalea guardiana que encabezaba la "expedición".

Tuvieron aún que caminar media hora más hasta divisar a lo lejos la enorme mansión, fue cuando un mirlo se posó en las ramas de la guardiana indicándole con su canto que el matrimonio se empezaba a impacientar y debían "arremangarse" y echar a correr o de lo contrario sus anfitriones las darían muy mala reputación dentro y fuera del condado del bosque nacarado al que también pertenecían.

Raudas y veloces alzaron sus ramas hasta alcanzar una velocidad de crucero y en un plis plas se plantaron en la puerta principal de aquella fabulosa residencia. La guardiana tiró dos veces de la campana espero y volvió a insistir con otras dos sacudidas más, eso tuvo que ser la contraseña exacta para quien desde el otro lado del portón de madera que nos había observado por la mirilla al poco de llegar, se decidiera por fin a invitarnos a pasar una vez que dejó completamente accesible la entrada.

Al acceder a su interior, un amplio vestíbulo daba paso al salón donde nuestros anfitriones nos estaban esperando para darnos la bienvenida e invitarnos a sentarnos y dar comienzo a la ceremonia del té, que en esta ocasión rompería esa estricta tradición inglesa, ya que ni la hora, ni las hojas de té, ni el agua hirviendo en la tetera, cumplían con las normas establecidas. No eran las cinco, sino las seis, las hojas de té se habían descompuesto en la espera por lo que fueron cambiadas rápidamente por hojas de menta y regaliz y el agua se notaba que estaba recalentada. ¡Un auténtico desastre, pero infinitamente divertido! 

¿Te has fijado en Mrs. Weigela? ... Se le notan las arrugas y su calvicie es galopante, desde septiembre se le está cayendo la melena de flores que ha lucido hasta hace muy poco. Podía haberse puesto un tocado para disimularlo. ¡Qué pena verla tan fea! le comentó una azalea a la otra.

Pues a mi me da dentera y escalofríos. ¡Más parece un erial que un arbusto, pardiez qué susto! arguyó la otra a la una.

En eso que andaban yendo a otra sala contigua al salón para escuchar al cuarteto de cuerda y soprano que ya estaban listos para empezar su actuación, cuando se dieron cuenta que el armario que estaba al fondo se estaba moviendo solo. El resto de los invitados no se habían dado cuenta, pero estas dos azaleas, ¡si!, de manera que disimuladamente se sentaron delante de aquel "misterioso" armario, al que vigilaban de reojo por si volvía a las andadas. No tardaron mucho tiempo en volver a fijarse como aquel armario se iba desplazando muy lentamente, aquello las hizo levantarse y tratar de alcanzarlo:

¡Venga, ya está bien de bromas! ¿Quien anda ahí?... fue tan alto el grito que pegaron la una y la otra azaleas que acabaron por llamar la atención de los presentes, quienes se giraron para ver lo que pasaba y cual fue su sorpresa al descubrir a  Mr. Henry's Garnet completamente desnudo, con un pedúnculo que sobresalía entre sus partes bajas, junto a un esbelto Pink Cloud que lucía de igual guisa.

¡Válgame dios qué varas de medir! cantó la soprano en su última estrofa.

¡Cobarde, me has puesto los cuernos con un criado y delante de todo el mundo! ¡Vete de casa o pediré el divorcio! ¡No quiero volver a verte nunca más! no cesaba de exclamar, fuera de si, Mrs Weigela, arrojándoles a los dos las piezas de la vajilla de porcelana que volaban por los aires. También los ánimos de los asistentes se enardecieron en aquella "guerra" y unos lanzaban a los otros y los otros a los unos, acabando por el suelo completamente magullados.

¡Vayámonos chicas, esto se pone feo y debemos regresar sanas y salvas! Pero entre tanto recojamos algunos dulces para el camino les aconsejó la azalea guardiana.

¡A tomar el té hemos venido pero menuda la que nos ha caído! gritaron al unísono levantándose las faldas las jóvenes azaleas.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados


octubre 11, 2016

El deseo cumplido

octubre 11, 2016 38 Comments


CONCURSO DE RELATOS: Mil maneras de morir" convocado por el Círculo de Escritores.

Inclinado sobre la barandilla de la tercera planta de la discoteca, retirado del tumulto que se aglutinaba a esas horas de la noche, Rufus no perdía de vista a una joven de la que conocía prácticamente todo, como así se reflejaba en su agenda virtual donde anotaba los lugares que frecuentaba, las personas con las que se relacionaba, los horarios por los que se regía en sus rutinas y hasta el más mínimo detalle. Aquel meticuloso "trabajo" reforzaba su autoconfianza además de proporcionarle una gran complacencia.
Por fin esa misma noche ambos había acordado tener su primera cita allí en la disco, tras interminables "charlas" a través del chat que ambos frecuentaban asiduamente.

Bajó las escaleras hasta la pista de baile y sigilosamente se aproximó a ella hasta darle un golpecito en la espalda y ofrecerle una margarita:

Estás guapísima, me gustas más al natural que en fotografía le susurró al oído en un tono grave y provocador.
Me encantan los hombres maduros y que saben lo que nos gusta a las chicas respondió ella con naturalidad.

La música invitaba a desinhibirse y la aglomeración se volvía asfixiante, por lo que no tardaron en abrazarse ni en darse algún que otro beso de vez en cuando. La pasión los había privado de control alguno, por lo que dieron rienda suelta a la fogosidad vehemente de sus íntimos deseos, incluso llegó un momento en que decidieron esconderse en los aseos y hacerse mutuamente felaciones acabando exhaustos de placer.  

Serían las cuatro de la madrugada cuando decidieron continuar la aventura en un hotel, pero al cruzar la acera, un grupo de jóvenes delincuentes les amenazaron con un cúter para robarles sus pertenencias, reteniendo por la fuerza a la chica que intentaba zafarse, entonces él aprovechó un descuido y se largó corriendo de allí a toda velocidad.

Cuando por fin entró en su apartamento preso de una gran conmoción decidió tomarse un tranquilizante que lo ayudase a dormir y se tumbó en la cama sin desvestirse.

Poco después notó un ruido extraño en el pasillo, aunque su estado de somnolencia no le permitía distinguir con claridad si era real o no, permaneció atento unos segundos hasta que se durmió. Al darse la vuelta notó un bulto al lado, aquello le ocasionó tan desconcierto que pegó un respingo y saltó de la cama dándose de bruces con la esquina de la mesita de noche, notando un intenso dolor en la sien que le produjo una hemorragia. 

Cuando alargó el brazo intentando encender el interruptor de la lamparita, una insólita ingravidez acabó desconcertándole... Entonces una espeluznante carcajada reverberó por las paredes.

Ya no podrás librarte de mi presencia insistía aquella misteriosa voz
Conozco tus intenciones, has estado cerca de cobrarte otra víctima, pero lo he podido evitar gracias a esos delincuentes... ¡Cerdo de mierda!... Hoy hace un año precisamente que me violaste y luego vomitando tu veneno, acabaste por lanzarme por la ventana del hotel. ¿Lo recuerdas?... ¡Yo sí! terminó exclamando aquel espectro.

"De pronto empezó a vislumbrar la figura fantasmal de aquella chica que había asesinado mirándole a los ojos y ordenándole mentalmente tumbarse en la cama desprovisto de ropa. Luego ella lo colocó de espaldas atado al cabecero y lo sodomizó con el mango de un martillo."

El espíritu de Rufus vio aterrorizado su propio cuerpo, no acababa de aceptar aquella visión donde un médico forense revisaba escrupulosamente todo su cuerpo que permanecía reclinado sobre la mesita de noche con su brazo extendido al lado de la lamparita, tenía una profunda herida en la sien y su traje empapado de sangre.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados


octubre 04, 2016

Las Gemelas Rojas

octubre 04, 2016 26 Comments
Como presentación os quiero decir que esta historia formará parte de una serie de relatos inconexos en su contenido, pero creados todos ellos a partir de un cuadro o pintura surrealista diferente, como motivo de inspiración a la hora de escribirlos. Doy paso a continuación al cuadro de Vladimir Kush, nacido en Moscú (1965), se trata de un pintor surrealista que define su arte como surrealismo metafórico. 


Mi historia: Las Gemelas Rojas

Nacimos de un mismo parto, en una fábrica de calzado a varias manzanas de los arrabales de la ciudad, cuando la industria, en general, sufrió un importante esplendor consolidando sus ganancias y expandiendo sus productos internacionalmente.

Si te apetece adentrarte en los detalles de nuestra familia, te puedo contar que nuestros abuelos nacieron en una humilde dependencia a manos de un famoso alpargatero local, que tenía una gran habilidad con el trenzado del cáñamo y el punzón. Con los años el ingenioso artesano tuvo varios hijos, que a su vez, crearon toda una afamada estirpe de zapateros, que se dispersaron por la comarca, hasta que a finales del XIX empezaron a establecer sus primeras fábricas y con ellas llegaron nuestros lustrosos padres: mi madre Tacón de aguja y mi padre Bota de cuero, que al poco tiempo de casados se fueron a vivir a un moderno establecimiento de calzado regentado por un matrimonio muy alegre y dicharachero, bastante popular por cierto, debido a su buen criterio profesional, que les hacía merecedores de la más selecta y fiel clientela del lugar, ya que todo aquel que iba a comprar solía repetir y además se dejaba siempre aconsejar por las sugerencias de los dos propietarios.

Transcurrieron algunos años, cuando por fin nos manufacturaron en un parto sin dolor, algo parecido a un alumbramiento automático y de gestación en serie, de ahí que no provocásemos ningún tipo de trauma postparto a quienes nos trajeron al mundo y directamente pegáramos el "estirón" hasta alcanzar nuestra talla habitual de un 6 y medio en nuestro país de origen y un 37 en Europa y Latinoamérica. Al poco tiempo fuimos cuidadosamente embaladas y enviadas a la misma tienda que habían exhibido su fina estampa nuestros antecesores, en aquel luminoso escaparate frente a una de las más concurridas avenidas comerciales. Los propietarios rápidamente se dieron cuenta de que podríamos ser el centro de atención y proporcionarles pingües beneficios, por lo que de forma estratégica nos situaron en el punto de mira del extenso ventanal, justo a la altura ideal desde donde producir el mejor impacto visual al posible comprador.

Sin ánimo de ser presuntuosas, la verdad es que se nos fue desarrollando el ego de manera progresiva al comprobar que las damas mayores o maduritas competían entre ellas por adoptarnos y llevarnos de paseo, pero al final las más jóvenes lograron cautivarnos con sus risas y aspavientos, cada vez que trataban de colocarnos bajo sus pies procurando convencernos para servirlas de acomodo. Sin embargo, la economía no les alcanzaba, ya que les resultábamos excesivamente caras.

Por fin una tarde llegó nuestra benefactora dispuesta a dejarse el sueldo de toda una gira artística internacional, con tal de lucirnos en sus múltiples actuaciones, pues se trataba de una afamada soprano con una prodigiosa tesitura y un delicado timbre de voz, además de ostentar un imponente atractivo físico sin mácula artificial que pudiera delatar algún tipo de cirugía estética.

No hizo falta que nos matriculásemos en ningún centro escolar para aprender a dar los primeros pasos, ya que precozmente logramos adaptarnos a cualquier superficie, tanto de piedra, asfalto o barro, donde incluso no pasó mucho tiempo cuando ya fuimos capaces de desplazarnos con gran donaire por salones, salitas, alcobas e inventar nuestras piruetas sobre las tablas de importantes escenarios a nivel mundial y de esta forma sin acudir tampoco a ninguna universidad obtuvimos la matrícula de honor de "Caminante no hay camino, se hace camino al andar... "

Gozábamos de un gran prestigio cuando nuestro plácido devenir sufrió un imprevisible revés, un fatídico incidente que tuvo lugar en el transcurso de la actuación de nuestra propietaria en el teatro de la Scala de Milán interpretando a la Carmen de Bizet, justo en el instante de cometer un grave desliz: desafinar varias notas por culpa de un nódulo mal curado, lo cual produjo el enojo del público que la abucheó el resto de su representación y ella, incapaz de quedar bien, montó en cólera y nos lanzó al rostro del director de orquesta, quien la miró aterrorizado tratando de esquivar el golpe. Perdimos el equilibrio volando por los aires y quedando arrinconadas en el foso del escenario, una vez que pudimos aterrizar sin necesidad de paracaídas y sin que ese hombre que movía las manos con su batuta hubiera sufrido algún daño causado por nosotras. Mas tuvieron que pasar bastantes horas, hasta que el personal de limpieza nos descubriera y fuésemos llevadas al almacén de objetos perdidos.
Perdimos la noción del tiempo en aquel escondrijo donde nos depositó un hombre que fruncía sus pobladas cejas, al tiempo que mascullaba entre dientes su extrañeza de que nos hubieran apartado definitivamente del mundanal ruido. Luego nos colocaron un número en la espalda y a esperar que alguien se apiadase de "pagar semejante rescate" como condena al ostracismo social.
Finalmente salimos de allí gracias a la gentileza de un talentoso ojeador, que conociendo nuestro "linaje" nos llevó hasta el salón principal de una de las casas de subastas más ilustre y cosmopolita.

Tras ser adquiridas por una dama cortesana, es decir, una escort de lujo, para la cual suponíamos un amor a primera vista, comenzó toda una aventura que nos llevó por infinidad de tórridos "paisajes" concupiscentes, donde adquirimos un papel primordial a la hora de realizar sensuales malabarismos, por los tersos aposentos íntimos de algunos clientes dispuestos a dejarse seducir por la pericia de esta experta fetichista, que nos sabía mover como un titiritero maneja sus marionetas. Nuestros tacones de aguja solían enloquecer de placer a quienes los probaban y de forma especial a nuestra ama y señora, también del látigo, en ciertas fiestas privadas o con asidua clientela muy dependiente del sadomasoquismo, porque lo que presenciamos dejaría sin conocimiento a más de uno.
Dormíamos a plena luz del día y "trabajábamos" de noche, esto nos llegó a ocasionar insomnio, en consecuencia tuvimos que idear una estrategia para reducir la jornada laboral al viernes, sábado y domingo, que era cuando no teníamos ocasión de mantener impecable el reluciente look y limpiarnos de tantas humedades que nos "llovían" encima. Dicho plan evasivo consistió en dejarnos caer por el suelo en cuanto notábamos que empezaba "la juerga" y así ella cedió a nuestra exigencia de descanso, intercambiándonos entre semana por otros pares de jovencitas de negro acharoladas y otras de Christian Louboutin, que solían mirarnos con desprecio, creyéndose las "amas del armario", aunque a nosotras nadie nos podía eclipsar, ya que nuestro curriculum superaba con creces el de aquellas "polichinelas".

Sin embargo, nuestro sino debía estar marcado por algún extraño maleficio, dado que llegó el aciago día en que nuestra ama perdió el control en su momento apoteósico y le clavó nuestros afilados tacones a un viejo verde, que se empeñó en exigirla que lo castigase y le infligiera el mayor daño posible, por lo que acabó en el suelo con nuestras agujas clavadas en sus testículos y retorciéndose de placer, algo que nos dejó con churretes sanguinolentos colgándonos por los costados y en estado de shock emocional.
Cuando por fin nos liberamos de tan terrible trauma descubrimos aterrorizadas que nos habían arrojado dentro de un asqueroso contenedor de basura, lo que mermó todavía más nuestra autoestima, porque después de aquel suceso la excelente reputación que nos acompañaba, comenzaría a enturbiarse de tal forma que nos relegaría a un destierro forzoso.

De este modo una mañana decidimos escaparnos del mugriento vertedero donde nos iban a incinerar, de forma que sin pensarlo dos veces saltamos a la superficie y nos fugamos de allí con la firme decisión de no permitir que nadie más nos volviera a poner en otro apuro o siendo víctimas de tan insensatas propietarias.
No teníamos mapa ni ruta a seguir, por lo que nos dejamos llevar por la intuición, hasta que nos dimos de bruces (inesperadamente) con un inmenso lago alpino, donde nos bañamos para quitarnos tan nauseabundo olor que se nos había pegado a las suelas y tacones desde aquel traumático percance, que nos llevó al exilio definitivo de nuestra común actividad y de aquella vida que antes sustentaba los pasos de nuestras bellas damas. ¡Al fin eramos libres, renaciendo por encima del caudal del agua!

Y en un acto de agradecimiento al lugar que nos ofrecía cobijo y bienestar decidimos sentar la cabeza, ofreciéndonos a ser el puente ideal que permitiera el acceso entre ambas orillas a todos los viajeros, caminantes o carruajes que habitaban por aquellos alrededores, con lo que nos situamos mirando cada una para otro lado, como haciéndonos las despistadas, ya que nuestra intención era pasar desapercibidas después de nuestro angustioso pasado.
Rápidamente comprendimos que habíamos iniciado un intercambio emocionante, pues por un lado nosotras contribuíamos a auxiliarles en aquel trasiego contínuo atravesando el caudaloso lago y ellos a cambio, nos regalaban cosquillas, emociones y mucha algarabía que nos ayudaba a sonreir por las mañanas cuando las brumas empiezaban a peinar las aguas y algunas barcas, que de tanto en tanto, tropezaban con los "tacones de aguja" heredados de nuestra querida abuela.



Tal vez esta historia os haya sorprendido,
quizás pueda haberos divertido,
o lamentablemente aburrido,
pero queridos lectores, 
nosotras, Las Rojas Gemelas, 
solo somos centinelas
de este bello lugar, 
que ahora con vuestra licencia, 
ya nos toca descansar,
después de tanto camino andado.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados