EL HECHIZO DE LA BOTELLA
Estrella Amaranto
marzo 04, 2016
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Concurso LA IMAGEN IMPOSIBLE I
Propuesta del Círculo de Escritores
Título: EL HECHIZO DE LA BOTELLA
Drifting Away del fotógrafo y artista sueco Erik Johansson
Decidido se levantó con esfuerzo de la cama, cogió su capa de capucha amplia y se aproximó hasta una estantería donde tenía guardados sus útiles de alquimia, ya llevaba tiempo sin usarlos y tras rebuscar un buen rato logró encontrar el libro de hechizos y encantamientos, con aquellas tapas de cuero pardusco y llenas de polvo, que guardó cuidadosamente dentro de su capa. Después reunió algunos instrumentos, como una probeta con un líquido verdoso que no paraba de burbujear, un caldero, su varita mágica, y el sombrero. Mirando varias veces por la ventana tratando de cerciorarse de si algún vecino podía verlo y sin parar de temblarle el pulso, ya que estaba muy nervioso, porque sabía perfectamente las consecuencias de lo que estaba dispuesto a hacer y de que jamás se lo perdonaría, preparó su brebaje en aquel caldero sobre el fuego de la chimenea arrojando el líquido verdoso de la probeta, unas cuantas hierbas, huesos de animales, vísceras y polvos extraños, que fue removiendo lentamente hasta verter lo que quedó depositado en el fondo dentro de otra probeta y después abriendo la ventana para que la luz de las velas y la luna coincidieran en un punto exacto de una especie de altar que tenía en aquella habitación, fue pronunciando un conjuro en un tono incomprensible para el oído humano y arrojando finalmente aquel tubo de cristal alargado al fuego de la chimenea. De inmediato un horrendo hedor ascendió por su conducto que salía al exterior de la casa e iba expandiéndose por los tejados, calles, parques, la iglesia y hasta el faro del pueblo. Lentamente se fue formando una espesa niebla y cuando desapareció, el tamaño de aquel pueblo se había quedado reducido a su milésima parte sin que sus habitantes, también sometidos al mismo sortilegio, pudieran haberse dado cuenta de lo sucedido y sin lograr evitar su designio.
Entonces cogió la botella que llevaba en su capa y saliendo disparado subido a su escoba logró encerrar al pueblo entero dentro del frasco. Después le colocó el corcho y situándose en medio del océano la arrojó a sus aguas.
La vida está hecha de momentos, unos seguros otros inciertos. ¡Qué maravilloso sería que siempre pudiésemos saber lo que va a ocurrir mañana para poner remedio! Sin embargo tenemos que aprender a vivir realmente, a saber abrir ese tapón de la botella que ignoramos y a liberarnos del hechizo de vivir sometidos a la tiranía del "castigo divino".
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados