agosto 12, 2019

La única heredera (cap. II)

agosto 12, 2019 20 Comments

 Cap. II

—¡Necesito que me prestes cincuenta euros! ¿Me has oído, huevón de mierda? ¡Ah, si no me los prestas, te los sirlo ahora mismo!
—¡Hija puta, deja mi cartera donde está o te reviento!
—ja,ja,ja... Tu no revientas ni a una mosca, capullo, bocachancla, caraculo...
—Suelta el billete o te rajo tu carita de gilipuertas —la amenazó blandiendo un cuchillo de cocina.
                                                          .     .     .     .     .     .     .     .     .
 
Un leve taconeo irrumpió en el apacible silencio, que imperaba en aquellas tempranas horas de la tarde. La luz, que atravesaba las cristaleras de la escalera, iba proyectando la sombra en la paredes interiores del edificio, de alguien que parecía ocultarse bajo un disfraz eventual con unas gafas negras, que le cubrían la mitad del rostro, y un amplio pañuelo en la cabeza estampado con rosas y hojas verdes. Con premeditado sigilo se iba acercando a la puerta de la vivienda, de la cual tenía una llave. Una vez dentro, escuchó la pelea y los gritos procedentes del salón, sin embargo optó por pasar a su habitación y quedarse a oscuras sin inmutarse lo más mínimo, hasta que el forcejeo fue disminuyendo, lo que le animó a proceder con el plan fijado de antemano, consumando la muerte de la muchacha con dos incisiones en las sienes.

Después una escueta conversación en voz baja, según testificaría la vecina del piso de al lado y de la que únicamente pudo percibir algunas frases: «nunca me menciones o lo lamentarás de veras», «cambia de aspecto y consigue un pasaporte», «disimularé las pruebas para confundir a los polis», «si te detienen, en la cárcel estarás más seguro», «el botín nos lo repartiremos a partes iguales cuando cumplas la condena, como en otras ocasiones»...
Tuvieron tiempo de ducharse juntos, volver a desatar su lujuria con sus favoritas perversiones, besos interminables con profusión de obscenidades y miradas cómplices que ardían al atravesar sus pupilas. Fue una orgía completa de posturas imposibles y juegos de seducción que los condujo a experimentar la sensación y el vértigo de estar volando en una montaña rusa, con una óptima mezcla de adrenalina, serotonina y endorfinas, que los volvieron locos de placer, olvidándose por completo del asesinato.
Por fin, cada uno salió por separado y con sus respectivos «disfraces» para que nadie los pudiera reconocer fuera del edificio. Las pruebas ya estaban incorporadas con premeditación, así como la postura del cadáver en el centro del salón rodeado de un gran charco de sangre. 
                                                         .     .     .     .     .     .     .     .     .

Se iba extinguiendo la luz solar de forma gradual dando paso al crepúsculo. Nely prolongó su jornada otras ocho horas, aunque ya empezaba a sentir aquel molesto escozor vaginal, al que ya se había ido acostumbrando. No era una puta de lujo como para decir basta y sacudirse de en medio a tanto viejo verde, que eran al fin y al cabo, los que la sacaban de apuro, soltándole los cuartos de sus pensiones. Aguantó el tirón, a base de hacerles un francés o un griego con ayuda de lubricantes que suavizaran el dolor.
Cuando ya había logrado alcanzar la cifra mágica diaria, se retiró del callejón para internarse entre los vericuetos de aquella jauría de calles medio en penumbra, que la llevaban hasta el apartamento.
                                                          .     .     .     .     .     .     .     .     .
                                                        
Alguien giró la llave en el interior de la cerradura y abrió la puerta de casa, lo que se encontró le dejó la mente en blanco, sin saber como debía actuar o a quien pedir ayuda. Su bloqueo mental no le dejaba posibilidad alguna de tomar decisiones. Con precipitación se fue hasta el baño a tomarse un calmante, que solía guardar su cuñada en el botiquín del armario. Al encender la luz descubrió un cuchillo de cocina ensangrentado, dentro del lavabo con el grifo abierto y varias prendas de ropa en la bañera, que por su aspecto debían ser el pantalón del chandal, la sudadera y la camiseta de su sobrino, Sebas.

CONTINUARÁ ... 
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agosto 05, 2019

La única heredera (cap. I)

agosto 05, 2019 15 Comments
Estimados compañeros, os presento un relato novelado o una novela corta (como prefiráis), distribuida en cuatro capítulos de más de seiscientas palabras, que iré publicando semanalmente a lo largo de este mes de agosto, para que no perdáis el hilo de la historia, inspirada en el género policíaco y de suspense.
Aunque casi al principio de crear este blog, empecé otra novela «La inesperada compañía», decidí dejarla porque prefería compartir otro tipo de publicaciones más variadas y que me permitiesen salir de esa zona de confort en la que probablemente me hubiera mantenido, sin arriesgarme a probar con otro tipo de géneros, pero ahora llega este mes de agosto, tan caluroso y donde no me dan ganas de escribir nada nuevo, por lo que me he decidido a compartiros este nuevo relato largo, pues será una forma de mantener el contacto con vosotros, mis fieles lectores, y ofreceros un poco de diversión para amenizar el descanso.
A pesar de que no os conteste directamente, si leo con mucho detenimiento cada uno de vuestros comentarios y luego si os habéis fijado ya, suelo responderos al final en un comentario amplio, donde resumo también las impresiones que me llegaron de vuestras palabras. 
Espero que seáis buenos críticos y me vayáis comentando qué tal os parece la trama y si de verdad la encontráis amena e interesante.

Muchas gracias a todos, feliz mes de agosto y estupendas vacaciones.

Sin más preámbulos os dejo ya con «La única heredera».



Cap. I


—¡Cuelga ese puto teléfono!
—¡Vete a tu cuarto, pringada!
—¡Te estás pasando tres pueblos! ¡Llevas una hora hablando con mi móvil!
—¡Jódete zorra!
                                                                                                                          
Su madre los había dejado solos en casa, mientras se ocupaba de los clientes que de vez en cuando asomaban por el callejón del suburbio tratando de acordar el precio del servicio. Apenas se cubría los pechos con un brasier descolorido y de encaje transparente; llevaba puesta una minifalda negra muy ceñida, que le marcaba la redondez perfecta de sus nalgas y unas botas de imitación de cuero por encima de las rodillas, con unos tacones de vértigo. Del hombro le colgaba en bandolera un bolso holgado y repleto de objetos de los que nunca se separaba, como lubricantes, condones, juguetes sexuales, toallitas desinfectantes, pañuelos de papel, billetero y documentación, móviles de prepago, bolsa de cosméticos y una navaja siempre afilada con la que defenderse de posibles agresiones. También solía guardar en su interior una medalla milagrosa, que le habían regalado en el orfanato y que según pensaba la protegía, por lo cual, antes de iniciar cualquier actuación mentalmente se encomendaba a ella.
                                                         .     .     .     .     .     .     .     .     .


La inagotable sarta de mutuos reproches iba caldeando el ambiente, ya de por si asfixiante debido a la ola de calor que padecían en aquella semana de principios de agosto. La vivienda, en aquellos momentos, alojaba a dos de sus cinco moradores habituales. Ellos eran hermanos por parte de madre, pero se llevaban a matar, ambos tenían un carácter fuerte y algo violento, muy obsesivos y tozudos, sin dar nunca el brazo a torcer y reprochándose cualquier tontería. Bien es verdad, que desde muy pequeños se habían acostumbrado a la ausencia de sus progenitores, por lo que tuvieron que ingeniárselas solos para salir adelante, aprendiendo a sobrevivir dentro de la pobreza, la desigualdad y la marginación.

—¡Cuelga tontolaba!  ¡Te lo advierto, si no me haces caso, se lo digo a tu novia!
—¡Eres una gilipollas! ¡Cógelo, imbécil! ja,ja,ja.. ¿A que no lo pillas?
—¡Un día te juro que te corto esa lengua de mierda y de paso también el colgajo entre tus piernas, que solo te sirve de adorno! ¡Soplapollas!
—ja,ja,ja... ¡Vaya, ya saltó la culopollo! «Un día te juro que te corto esa lengua de mierda...» —la imitaba en un tono sarcástico y con los brazos moviéndose tal y como ella gesticulaba cuando le amenazaba. Después le arrojó el móvil a la otra punta del salón, quedando oculto bajo el sofá.
                                                         .     .     .     .     .     .     .     .     .
 

Nely, así la llamaban sus clientes, trataba de animarse fumando un cigarrillo distraídamente, sentada casi en cuclillas encima de un bote de pintura y con la ansiedad comiéndole las entrañas, pues a pesar de los años el miedo a no ganar lo suficiente y la desgana, continuaban minándola como alimañas enquistadas por dentro.
Escuchó unos pasos que le resultaban familiares, debía tratarse de algún conocido que volvía a solicitarle ayuda —pensó sin dejar de observar cada milímetro del tipo que iba asomando por el callejón. Acertó de pleno, era uno de sus habituales que la buscaba para desahogar su instinto de sexo sin amor, lo cual no le requería demasiado esfuerzo y en escasos minutos, tras fingir el orgasmo, se vería libre y con algunos billetes con los que sobrellevar mejor su miseria.
No le estaba resultando lucrativa la jornada por lo que pasó un buen rato estirando las piernas y regresando a su provisional asiento. Tampoco le habían importunado, como en otras ocasiones, sus compañeras de oficio. Se aproximaba ya la hora de comer y se sacó un bocadillo envuelto en una hoja de plástico. No había pegado dos bocados, cuando se le aproximó un vehículo. El joven conductor acordó el precio y ambos se alejaron hacia un descampado no muy lejos de allí.


CONTINUARÁ ...  

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julio 25, 2019

Anuncios surrealistas - Amazing offers

julio 25, 2019 20 Comments


Señoras y caballeros nuestras increíbles ofertas incluyen trajes de paseo lunar con círculos polares a cuadros y rayas combinados; calzado de último cuplé con tacones de cristal de bohemia y lentejuelas a juego con bolso de mano de Crupier y no volvier.
También le vendemos violetas y geranios para despertar del sueño certificado con acuse de recibo, en caso de devolución le retornamos los pétalos junto a las gardenias de Machín; disponemos de algunas unidades de esperanza con almíbar de susurros y cápsulas de olvido con lágrimas de nácar, dos loros mudos de garganta seca, un billete de aeroplano directo al Gran Cañón del Naranjado con soda y cuatro cubitos de hielo.

No dejen pasar esta oportunidad de alquilar un balcón en las nubes con virutas de chocolate glasé, cinco cucharadas de sorpresas, siete alegrías en la solapa y un jarrón de buena suerte junto al retrato de familia.

Vendemos ropa con aroma a magnolias del último verano del 77, un carné de conducir trineos al Polo Norte, vasos de sueños con néctar de frutas de la pasión, maletas de confianza en si mismo, anclas de fuego, zapatos de agua, una bufanda de cariño tejida del derecho y del revés, media docena de pájaros cuerdos sin cuerda ni cartón; todo el tiempo del mundo en un envase al vacío, billetes impares de una obra de teatro sordo y otros billetes pares para jugárselos a la ruleta rusa; disponemos de limitados manuscritos con memoria histórica de elefante, novelas de usar y tirar después de leer con lupa sus fuentes de inspiración y sus citas de una noche apasionada; caballitos de mar en tardes nostálgicas, soldaditos de papel aluminio para fumárselos de una tacada.

Si le duele la cabeza tenemos píldoras activas que repelen la tristeza y si le molesta la espalda también tenemos un jarabe permanente sin epigramas, para que lo use cuando le de la gana.

Nuestros almacenes no se agotan, pidan lo que se les antoje porque disponemos de un gran stock de objetos, emociones, deseos, sueños y cuánto habite en su imaginación.

No se demoren más tiempo y llamen rápido, los primeros pedidos recibirán de regalo un cheque ahorro que no se acaba nunca. ¡No dejen de comprar... Pidan, pidan, pidan... Todo se les dará!

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julio 17, 2019

Alejandro (reto-micro El Tintero de Oro)

julio 17, 2019 31 Comments
 

Antes de abrir la puerta del hospital, su madre tenía claro su nombre.
De pequeño dio muestras de desvergüenza y espontaneidad, pero no fue hasta los siete, que bajo aquella apariencia, reveló esconder un gran temor a hacer el ridículo; controlando sus impulsos, abandonó su costumbre de decir palabrotas y al cumplir los diez, su maestra reconocía que era educado y perspicaz. De los doce en adelante recogía tapones de plástico para donarlos a proyectos solidarios y a los dieciséis acompañaba a personas en exclusión social.
No pudo realizar una carrera, aunque si consiguió vivir con dignidad; tuvo pocos pero grandes amigos tan altruistas como él. Nunca le dedicaron ninguna plaza, ni calle minúscula, ni la letra de una canción...

En su último adiós, se mantuvo lúcido para evocar el mensaje, que le transmitió su madre antes de nacer: «Alejandro, el que proteje al hombre; el que le alivia de su miseria y desgracia.»
Su familia le hizo un sencillo funeral y los vecinos del barrio llenaron de flores su ataúd. Luego sus lágrimas inundaron su tumba hasta formar un río donde navegó post-mortem.


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julio 10, 2019

El mejor regalo es el tiempo

julio 10, 2019 17 Comments
Personas y tiempo, del fotógrafo ilustrador Kvocek
En esta sociedad tan individualista en que vivimos, donde la falta de tiempo, las prisas o el desinterés por los demás, van en aumento, también nos estamos acostumbrando a no valorar la atención o el tiempo que otras personas nos regalan.

Existen infinidad de acciones diarias por parte de quienes nos rodean que pasan desapercibidas para nosotros, como por ejemplo, un abrazo, una sonrisa, una conversación, un gesto amable...

No es necesario que el tiempo que nos dedican proceda siempre del entorno familiar, pareja o amigos. También los desconocidos pueden enriquecer y estimular nuestro estado emocional, con lo cual es aconsejable valorar a estas personas que nos ayudan a comenzar el día con una sonrisa, porque si te regalan su tiempo, quiere decir, que tú también lo aceptas, y por tanto aceptas recibirlo.

Como el herrero forjaba el metal como plastilina, así el tiempo nos moldea según las experiencias vividas, nos quita o nos da la razón, nos ayuda a valorarlo cuando evocamos el pasado y somos conscientes de nuestros actos, pero que antes de que ocurrieran nunca nos hubiésemos imaginado esas consecuencias. Por eso, el tiempo como el amor, ni se compra ni se vende y es el bien más estimado e irrecuperable. Viene a ser el común denominador de nuestras vidas, de forma que la dignidad de la personas reside en todos esos pequeños detalles capaces de dejarnos grandes huellas llenas de afecto.

Dedícale tiempo a todos los ámbitos de tu vida y goza de cada uno de ellos, porque si sabes anteponer lo realmente importante en tu día a día, eso supondrá que le dedicarás más tiempo a la compañía de tus amigos, de tu familia, pareja, animal de compañía o sencillamente pasártelo bien practicando tu deporte favorito, escuchando música, leyendo un libro, meditando o simplemente de relax. Comprenderás que es tan importante como realizar tu trabajo diario, o de lo contrario pregúntate: ¿para qué nos sirve vivir si no dedicamos parte de nuestro tiempo a lo que de verdad nos gusta?
 
Nadie debe decidir por nosotros, somos libres de regalarles o no nuestro tiempo, algo que no tiene precio y que debe surgir espontáneamente. No se trata de ninguna imposición. Por consiguiente, es bueno valorar los minutos de escucha, de comprensión, de cariño y de apoyo que los demás tienen la atención de dedicarnos, porque ellos tienen muy claro que compartir su tiempo es  darnos parte de su vida.
Para avanzar adecuadamente hay que pararse a pensar, a planificar o a poner en orden aquello que nos preocupa, pero siempre debemos hacerlo pensando en nuestro bienestar interno, cuidando de uno mismo y de los demás.
Estamos tan acostumbramos a cumplir objetivos inmediatos que no nos damos cuenta de lo que supone ese proceso o el tiempo que va desde su inicio y el objetivo final.  Pregúntate: ¿cuántos vamos a trabajar estresados, distraídos con el móvil hasta llegar a nuestro destino o tratando de evadirnos de la realidad?...
Es importante que seamos conscientes del momento presente para aprovecharlo al máximo con esas personas que valoras y de la forma que prefieras, teniendo en cuenta la dedicación que te demuestran.

Mientras que el dinero es recuperable aunque se pierda, el tiempo nunca lo podremos recuperar, por consiguiente, no lo desaproveches ni lo pierdas lamentándote de no haber sabido disfrutar cada instante. Ya es hora de ponerte las pilas y apreciarlo como se merece.

Valora el tiempo de una forma distinta:
  • Regala tiempo a quienes te ayudan a que pierdas la conciencia del tiempo, porque te sientes pleno y feliz a su lado. Sé agradecido con ellos porque te facilitaron llegar a ser quien eres.
  • Siempre habrá días peores o mejores que otros. Nuestros semejantes no se merecen que les «contamines» con tus malas vibraciones. Agradece y  sé amable con los demás, igual que quisieras que se comportasen contigo. No por ellos exclusivamente, sino por lo que tú sentirás después de hacerlo. Sonríe más y sé educado, porque comprobarás que también ellos te sonríen más de lo que te imaginabas y en general recibirás un trato mejor, aunque si no sucede así, tampoco le des vueltas ni te amargues la vida, puesto que tus vibraciones y actos estarán en armonía con tu paz interior.
  • Captar la información de nuestro entorno, como por ejemplo animales, personas, edificios, colores, gestos, objetos... Supone todo un registro de estímulos exteriores percibidos por nuestros sentidos, del cual aprendemos las necesidades de la gente, de cómo sienten y de lo que nos pueden transmitir sus miradas.
  • Priorizar aquello que sentimos en cada momento. Ya sea unos hombros tensos, una respiración apresurada o un rugido en la barriga. Observemos silenciosamente qué nos ha llevado a ello con el fin de encontrar una respuesta adecuada, como por ejemplo hacer una rotación de hombros que los puedan relajar, realizar respiraciones profundas  o comer algo.

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julio 03, 2019

La vida nos da sorpresas (última parte)

julio 03, 2019 17 Comments
fotografía de Clem Onojeghuo

Llevaba unos pocos minutos caminando, cuando algo en mi interior me aconsejaba darme la vuelta y tratar de encontrarme con ella.  Lo cual fue inútil, por lo que me acerqué al bar donde seguro estarían mis amigos empapándose de alcohol hasta las cejas y metiéndole mano descaradamente a las chicas, como si fuera necesario mostrar a la clientela o al mundo, su hombría, aunque cuando regresaban después de acompañarlas a su casa, siempre terminaban celebrando la fiesta en algún garito de ambiente (gay), pero dejando claro a los demás, que únicamente se trataba de pura diversión y nada como para tomarlo en serio ¡no faltaba más! ¡eran muy hombres! A mi, me consideraban un bicho raro, puesto que jamás me había enrollado con una chica y cuando iba a esos antros me ponía demasiado nervioso, incapaz de irme al «cuarto oscuro» con ellos.

Una mañana alguien introdujo debajo de la puerta del domicilio de mis padres un sobre cerrado con mi nombre como destinatario, al mismo tiempo tocó al timbre y al abrir la puerta no pude ver a nadie. Mi madre salió al rellano de la escalera muerta de curiosidad sin advertir ningún rastro.
Me fui corriendo a mi habitación y eché el pestillo a la puerta, no me apetecía que mi madre o mi padre entraran y se enterasen de lo del sobre.
Un implacable aturdimiento comenzó a desbordarme internamente cada vez que destrozaba el envoltorio en mi propósito por conocer su interior, lo cual me dejó atónito.
Respiré con dificultad hasta que por fin logré reponerme de la impresión, luego arreglé un poco mi aspecto físico y me dispuse a tomar un taxi.
Antes de salir de casa, mis padres asombrados por la hora tan temprana y sin haber desayunado todavía, trataron de intimidarme para que les contase el motivo de mi extraño comportamiento, a lo cual respondí con evasivas y me aseguré al salir a la calle de que no me siguieran.

El taxi se detuvo frente a la puerta del edificio donde se situaba el viejo desván de Alfredo, él junto a la chica que conocí en el último ensayo de la banda me observaban desde lo alto.
Al subir arriba del todo, la pareja me invitó a acomodarse en un sofá de terciopelo rojo e inmediatamente me pidieron el dinero.

—Si no lo has traído no te permitiremos salir de aquí —le indicaron con actitud amenazante y mostrándole una foto que evidenciaba la presencia de su padre con otra mujer y la misteriosa chica. Parecía tratarse de una foto familiar.
—Seguro que tu padre nunca te contó que tenías una hermana y que mantenía otra relación con mi madre, hasta que ella murió y me obligó a buscar trabajo, pues ya no quería responsabilidades de ninguna clase. También me asustaba con llevarme al tribunal de menores, si me atrevía a hablar contigo o con tu madre de sus desenfrenos y doble vida, el muy hijo de puta. De esa manera caí en la prostitución y luego en las drogas, para acabar tirada por las calles y a punto de suicidarme. No era más que un trozo de carne que se dejaba hacer por un poco de comida y techo —se desahogó la joven de mirada hierbabuena.
—Entonces fuiste esa noche al sótano para decírmelo y como no te hice caso, ahora quieres ajustar cuentas conmigo. Lo único que no me cuadra es Alfredo, ¿qué pinta en todo este embrollo?
—¡Adivínalo tú, listo! —le increpó, con guasa, su amigo.
—¡No conoces de lo que es capaz tu padre! —exclamó ella sin pestañear y fuera de si.
—¿Qué ocurre con mi padre ? ¡Decírmelo de una vez! —les cuestioné exasperado. Preguntándoles qué es lo que querían hacer conmigo si no les entregaba ese dinero.
—Eres un niño consentido que no tienes ni idea de los trapicheos y mentiras en los que se mueve tu padre como pez en el agua. Ese «perfecto» abogado de causas perdidas, de asociaciones sin ánimo de lucro, de familias desahuciadas o de párrocos acusados de pederastia, por nombrar algunos de esos oficios reservados por el gobierno de turno para tu querido progenitor, todo un experto trilero con el póker al que jamás nadie le pidió, que sacase de la manga sus naipes marcados...
—Va siendo hora de que le llames por teléfono para que pague el rescate o serás tú la víctima de su cinismo y perversidad. No serán otros los que continúen sufriendo sus vilezas, te ha tocado a ti ser el siguiente y de eso nos vamos a encargar.

A partir de ahí no os niego que el mundo se me viniera abajo, aunque como principal protagonista y narrador en primera persona, opto por callarme y os invito a vosotros, lectores y testigos al mismo tiempo, para continuar la historia hasta el final.
 

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junio 28, 2019

La vida nos da sorpresas (primera parte)

junio 28, 2019 19 Comments


Éramos tan jóvenes que la esperanza se había alojado como sumisa inquilina de nuestras vidas de juerga y desmadre. Cualquier ocasión la aprovechábamos al máximo con la intención de reunirnos en pandilla, bien en el desván de la casa de Alfredo, en la buhardilla de Yanira, en un sótano abandonado o en la carpa al aire libre reservada para esas noches calurosas de verano.

Fuimos llegando a partir de las once de la noche, en un goteo permanente, ya que nunca cumplíamos con un riguroso acuerdo de puntualidad. Las chicas por regla general eran las últimas en aparecer, y yo, que era casi siempre el anfitrión, me ponía de los nervios la cansinez con la que evitaban cualquier tipo de responsabilidad.
Esta noche habíamos elegido el sótano que se hallaba próximo a un edificio casi en ruinas, pero en una zona tranquila de la ciudad. Nos encargamos de llevar las bebidas y colocar algunos altavoces conectados a nuestros equipos de sonido, puesto que éramos una de las bandas de moda juveniles de la capital, que mejor tocábamos, e incluso, también dábamos recitales, cuando algún empresario nos contrataba para actuar en directo.

Una chica desconocida me preguntó si podía quedarse a escucharnos, yo le indiqué que no era lo habitual, pero que si no interrumpía nuestro ensayo y se acomodaba en el pasillo, que daba a la entrada del local, no tendríamos inconveniente.

Ya estábamos situados al fondo, en el sitio concreto en que el espacio se ensanchaba y la acústica era más aceptable. Ocupando cada uno su lugar, afinando hasta el último instante los instrumentos y el solista aclarando la voz con un buen trago de vodka...
A eso de la una comenzamos a colocar y presionar los dedos en las cuerdas de las guitarras, de los bajos o del teclado eléctrico. También el batería estaba ya con las baquetas en alto. Una de las chicas revisaba el equipo de sonido listo para la grabación en directo. Otras dos se encargaban de las mesas de mezclas y yo trataba de que las bebidas no se consumieran en exceso hasta que hubiera finalizado el ensayo.

Pertenecíamos a la ya desaparecida clase media, aunque yo era un niño pijo, por lo que aspirábamos a dar el salto fuera de nuestra ciudad, presentando nuestros propios conciertos, ya que nunca carecíamos de suficientes recursos económicos para poder desplazarnos a otros lugares y contratar a nuestro propio representante.
Estudiábamos en la misma universidad y no éramos empollones ni solíamos destacar con nuestras notas, por el contrario, sobresalíamos por nuestra forma de vestir, nuestros peinados punkis con impresionantes crestas de colores y rapados laterales, tatuajes y piercings. El alcohol y las drogas blandas nos ayudaban a mejorar nuestro estado de ánimo y la inspiración para componer nuevas melodías.

Al finalizar la sesión me topé de nuevo con aquella extraña, que parecía hacerse la encontradiza en cuanto abandonaba al grupo, y que no dejaba de mirarme con inusitada curiosidad.

—¿Por qué me miras así? —le cuestioné desconcertado y tratando de descubrir el misterio de sus ojos hierbabuena que me habían encandilado desde que la saludé. También me había llamaba mucho la atención la forma en que gesticulaba con sus manos cuando me hablaba, lo encontraba muy gracioso —repite los mismos gestos que hace mi padre, me dije a mi mismo.

—Si quieres, déjame contártelo en otro lugar. Aquí no me siento cómoda —me susurró al oído, casi rozando mi rostro, a lo que asentí con la cabeza.

Cuando salimos a la calle me tomó de la mano en silencio. Notaba su calor y un pequeño temblor en sus dedos, lo que me estremeció por completo. Estaba tan absorto por aquel inesperado suceso, que hasta me olvidé de despedirme de mis amigos, y de comprobar que todo se había quedado en perfecto orden. Era la primera vez, que me otorgué permiso para olvidarme de mis responsabilidades, lo cual me ayudó a recapacitar acerca de esa parte oculta de mí mismo, es decir, mis contradicciones, que subsistían en mi inconsciente.
Confundido por una vorágine de sentimientos opuestos, aparté toda mi atención de lo que parecía mas bien un monólogo de mi acompañante. Mis pensamientos me mantenían ocupado en otras cuestiones ajenas a lo que en realidad estaba haciendo, por lo cual llegó un momento en que me quedé quieto en la acera y le dije que prefería dar la vuelta y volver con mi pandilla.

—¡No! ¡Tú te vienes conmigo! ¡Tengo que mostrarte algo muy importante!
—¿Qué intentas decirme?
—Ahora no puedo. Debes acompañarme.
—Pues, a pesar de todo, ¡me largo!
—Bien, si así lo quieres, seguro que te arrepentirás ¡O vienes ahora o habrás dejado pasar tu oportunidad! No te lo pediré de rodillas, si es lo que pretendes. ¡Adios!

Continuará....
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