Al subir las escaleras del ambulatorio notó un fuerte calambrazo en una pierna, que le hizo trastabillarse y rodar como un balón de playa hasta el descansillo, arrastrando en su caída a cuántos pacientes y acompañantes trataban de esquivarla a duras penas, entre aquella marabunta de gente, que a esa hora del mediodía, abarrotaban el centro hospitalario, y que con tan mala suerte tropezaron con Doña Hipólita, que así se llamaba nuestra protagonista.
La buena de Doña Hipólita tenía aprensión a los matarifes, que era lo que ella opinaba de tales profesionales de la salud, pues las experiencias acumuladas no le traían buenos recuerdos, más bien todo lo contrario, y para colmo de males, también era muy supersticiosa, con lo que dicha aparatosa caída la sobresaltó tanto, que se le pasó por la cabeza si era probable que fuera el anuncio de alguna desgracia, por lo que casi estuvo decidida a marcharse a su casa y pedir la consulta otro día que no estuviera gafado, pero después del trabajo que le supuso conseguir aquella cita, se dijo a si misma que no debía pensar en semejantes dislates y como pudo arrastró el trasero con las manos haciendo fuerza en el suelo y ladeando la cadera se giró hasta que logró ponerse de pie. A su alrededor se había agolpado un montón de curiosos, que con el móvil en mano, en lugar de ayudarla no paraban de hacerla fotos con el fin de colgarlas en las redes sociales.
—¡Anda, iros de aquí, cucarachas! ¡No os da vergüenza! —exclamaba fuera de si, dando golpes con su bolso a todos los que pillaba cerca.
Ya en la sala de espera, se acomodó en una silla con los brazos cruzados disimulando su vientre algo voluminoso, con el abrigo entreabierto rozándole el vestido a la altura de los muslos y los pies colgando. La ociosidad del momento la llevó a observar intensamente al resto de individuos que también esperaban su turno. Sus rostros le parecieron los de animales de un zoológico: la jirafa delgaducha y con el cuello tan pronunciado como si estuviera en estado de alerta permanente para que nadie se le colara, el tigre flemático con las piernas tan abiertas, que daba la impresión de estar exhibiendo el récord guiness del "tesoro platanero" que no le cabe en la entrepierna, la gacela de baja cama y alta "costura" con las uñas de garfios felinos deslizándose por la pantalla táctil a velocidad de crucero, el zorro y la zorra vigilando y sin mediar palabra, los gorriones en los cochecitos de bebé emitiendo en directo intermitentes berridos animando la mañana, las marmotas echando una cabezada, las ardillas sonriendo a pesar de la procesión que debían llevar por dentro, la mirada enigmática de los búhos, el cuchicheo de algunas ranas... Hasta que por fin escuchó su nombre y apellidos al dejar abierta la puerta el paciente que la precedía y la ansiedad la dejó la boca seca.
—Tome asiento y cuénteme qué le pasa Doña Hipólita.
—No sé que tengo, pero no me deja dormir.
—¿Tiene dolores, mareos, falta de sueño?... La noto demasiado pálida. ¿Cómo va de apetito?...
—Bueno, el caso es que no tengo sueño de noche y en cambio de día me caigo rendida en el sofá, con mi gata encima de mis rodillas roncando también.
—¡Claro, eso es normal! Si no duerme de noche es porque lo hace de día. Debe tratar de cambiar su horario biológico para adaptarlo a las horas de sueño.
—¡Ya quisiera yo! Pero tengo un vecino músico, que toca el trombón por las noches y luego su mujer no para de emitir gritos, susurros y gemidos. No sé si en realidad están dándose un buen homenaje o es que el "concierto" lo dan a dos manos... ¡Comprenda usted, que así no hay quien duerma!
—¡Cálmese doña Hipólita y súbase a esta báscula! La veo demasiado gruesa.
—¡Ayyy que me caigooo doctoraaa!
—¡Vaya por dios se acaba de hacer un esguince! Quédese ahí en el suelo, tal como está, que ahora la voy a poner un vendaje.
Justo en el instante de agacharse la facultativa, nota un tirón en la espalda a la altura de las vértebras lumbares, derrumbándose por el dolor. En esto que llaman a la puerta insistentemente y al abrirse aparece un hombre con bata blanca, que corre a auxiliar a ambas mujeres, quedando completamente abierta.
Los gemidos de la doctora junto a los gritos de la paciente, empiezan a llamar la atención del resto de personas de la sala espera, que poco a poco se asoman a mirar lo que ocurre.
El espectáculo no tiene parangón, dos mujeres en el suelo y encima el hombre de bata blanca haciéndole el boca a boca, primero a una y luego a la otra, ambas con las ropas sueltas y desabrochadas, sin zapatos y los ojos saliendo por las órbitas.
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
Solo faltaba que el "socorrista" dijera a la concurrencia esa frase tan manida de "no es lo que parece", jajaja.
ResponderEliminarMuy buena la descripción "zoológica" de los pacientes en la sala de espera.
Un abrazo.
Jajaja, lo de visualizar así al resto de pacientes... Me ha recordado a alguien ;-)
ResponderEliminarUn relato muy ameno que se agradece en este día, mi querida amiga.
Mil besitos con cariño y feliz día ❤️
Jajaja vaya visita médica y es que a veces las apariencias engañan. Me he reído con esa descripción de los pacientes de la consulta.
ResponderEliminarMuy divertido relato Estrella.
Besos
Eso de ser supersticiosa, y además, como en el caso de doña Hipólita aprensión por los "matarifes" no suele dar buenos resultados, pobre mujer, que mal lo tuvo que pasar jaja.
ResponderEliminarQué bien te quedó el espectáculo, Estrella, sobre todo, el final cuando el médico les hace a las dos mujeres el boca a boca no tiene desperdicio.
Está visto que cualquier tema se te da de maravilla, este relato no pudo ser más entretenido. ¡Qué imaginación!
Un placer pasar a leerte, querida amiga.
¡Un abrazote, y buen fin de semana!!
Ay!! la sala de espera de las consultas, la de cosas que te puedes encontrar, una serie de personajes dispares que te dejan boquiabierta, si encima resulta que es aprensiva ya ni te cuento, sale peor de lo que estaba, jajajajajaja.
ResponderEliminarMi estimada amiga que buen rato me has hecho pasar con tu relato.
Mi abrazo y cariño, te deseo pases un lindo fin de semana.
Ese no era su día evidentemente. Pobre mujer... Me reí mucho con la descripción de los otros pacientes.
ResponderEliminarUn abrazo
Vaya, Estrella, que aquello parecía el camarote de los Hermanos Marx. Jajajajajaja ¡Ay pobres!
ResponderEliminarBromas a parte, Estrella. Ocurre que a veces las personas mayores incluyen a los médicos en sus rutinas y, la verdad, es que los pobres lo hacen de maravilla ¡Bendita paciencia!
En este caso, al final, tuvo sentido la visita jajajaja
Un fuerte abrazo, amiga Estrella.
Yo estoy con Josep Mª,... y es que "Esto no es lo que parece",... jajaja
ResponderEliminarjajaja!!! Buenísimo Estrella, qué ratito tan divertido he pasado con esta genial historia. La pobre Hipólita quizá debió seguir su pálpito y dejar la visita para otro día. Entre su negativa predisposición y todos los accidentes ocurridos no me extrña que le dieran ganas de salir corriendo jajaj. La descripción zoológica es genial, alabo tu gran imaginación y te felicito de nuevo por tus grandes dotes narrativas y tu divina inspiración.
ResponderEliminarQue tengas una muy bonita tarde-noche.
Te dejo un enorme abrazo y todos los besos del mundo mundial querida amiga.
Me ha encantado la enumeración de personajes de la sala de espera. la verdad es que es divertido mirar a la gente que espera con una y empezar a inventarles una historia. Yo lo he hecho en el médico y en la parada del autobús.
ResponderEliminarTu relato es desternillante y lo gracioso es que esas cosas pasan.
Un beso.
👏👏😘💙🌹
ResponderEliminarEn las salas de espera no es necesario llevar un libro para entretenerse hasta que toque el turno, basta mirar a la gente y empezar a encontrarle parecidos con las distintas especies animales. Funciona y lo hiciste con mucho humor. La escena final es desopilante.
ResponderEliminarUn abrazo, Estrella.
Suele pasar de todo mientras se espera a la consulta del doctor en los ambulatorios, y es que los minutos se hacen eternos, y qué bueno que tú sacaste humor de ello, y es que hay que tomarse las cosas en broma porque sino estaríamos amargados.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato, mi querida Estrella.
Te mando un beso enorme deseándote una feliz noche.
Jajajaja, me imagino que rápidamente dirían; no es lo que parece.
ResponderEliminarMe encanta cuando ibas enumerando a los oopacientes y los comparabas con algún animal.
Un relato genial.
Muy feliz noche.
Estrella que graciosa entradad nos traes, la caida por las escaleras la narras tal cual ocurre, y la gente haciendo fotos en lugar de ayudar, al menos en mi país, es el pan de cada día.
ResponderEliminarLa comparacion de los pacientes en espera con el zoologico, te quedó genial, imposible pasarlo por alto en el comentario.
Y el desenlace..., para reir de lo lindo imaginando ese espectáculo y los malos pensamientos del zoologico humano, ja, ja.
Soy de las que piensa que cuando te toca, te toca, si se hubiera marchado por lo supersticiosa, igual tenía todas las probabilidades de caerse muerta en plena calle a consecuencia de la caida, ja, ja.
Mientras, salimos ganando los lectores que lo hemos pasado de risa en risa, claro porque es un relato ficticio, de ser real seriamos mas discretos al reirnos.
Linda semana querida amiga.
Ja, ja, ja... La visualización del relato es de diez, desde luego esa sala de espera es tremenda y estoy seguro que a más de uno le ha recordado algún espécimen de la vida real. Desde luego, Hipólita pasó de espectadora del "númerito" de sus vecinos a ser protagonista de un "juego de médicos" aunque involuntaria.
ResponderEliminarUn lectura muy, pero que muy simpática y divertida. Un fuerte abrazo!
Jeje, divertidísimo. Mucha suerte en el Tintero, Estrella.
ResponderEliminarDesde luego es un relato inspirado en la realidad cotidiana, porque hay de cada representante de la fauna animal que ya te digo.
ResponderEliminarDivertido, divertido.
Un abrazo.
La frase tan recurrente de " esto no es lo que parece " le viene como anillo al dedo a ese doctoro que se encontró con ese panorama al entrar.
ResponderEliminarDivertido y con muchos tintes de realidad
Besos Estrella
Puri
Qué divertido el relato. Esa escena de la caída y la gente en vez de ayudar haciendo foto ¡Jajaja! ( Yo me caí una vez cuando me hacían una foto y no lo logré que me fotografiaran del susto) Muy buena descripción de los personajes en la consulta. Y al final la caçida de las dos con el doctor, no es lo que parece. Muy buen final. Un abrazo.
ResponderEliminarHay que tener una cita en otro sitio mejor, el ambulatorio mejor evitarlo.... Aunque es muy necesario muchas veces.
ResponderEliminarMuy agradecida por vuestras atentas muestras de cariño y atención con la lectura, queridos compañeros y seguidores:
ResponderEliminarJOSEP Mª PANADÉS - AURORATRIS - CONXITA C. - MILA GÓMEZ - ROSANA MARTÍ - MIRNA GENNARO - EL MUNDO CON ELLA - EL BAILE DEL NORTE - MARINA - ROSA BERROS CANURIA - CARMEN SILZA - MIRELLA S. - MARÍA DORADA - MARIGEM - I. HAROLINA PAYANO T. - DAVID RUBIO SÁNCHEZ - MARTA NAVARRO - FRANCISCO MOROZ - DULCINEA DEL ATLÁNTICO - MAMEN PIRIZ GARCÍA - TRINI ALTEA
Y de mi parte, un cariñoso abrazo para cada uno. ¡Feliz fin de semana!
Vaya fauna que te has buscado para tu nuevo relato, Estrella. Doña Hipólita ya presentía que el día no auguraba nada bueno, pero no creo que pudiera imaginarse tal desenlace.
ResponderEliminarUn relato muy divertido, Estrella, y con la justa dosis de crítica social, con esos individuos grabando con el móvil en vez de ayudar.
Un saludo y mucha suerte.
Jajaja, me ha encantado leerte
ResponderEliminarSaludos
Hola, Estrella: Siempre viene bien uun relato ocurrente y dinámico. Es un axioma que las caídas y golpes ajenos excitan nuestra vena sádica. Así hemos disfrutado los males de doña Hipólita y su cortejo. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Estrella, gracias por el rato mañanero y risueño que nos has brindado. Desde luego, no se salva ni uno de el hiperretrato al que la autora somete a quienes les pasa delante de sus ojos. Una radiografía esperpéntica de todo "quisqui". Dicen que tener sentido del humor es propio de personas inteligentes. Tu relato lo avala. Por fortuna no fue humor tipo Omaiiitaaa... arg.
ResponderEliminarNo sé como te las apañas para hacer frases tan largas sin morir en el intento ;)
Buen trabajo Estrella. Suerte en Tintero compañera.
Mal día eligió doña Hipólita para ir al médico, aunque seguro que no lo olvidará nunca, ni ella ni el resto de personas que ese día coincidieron en la consulta. Un relato divertido, Estrella. Mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarLas historias que pueden darse en la sala de espera son casi infinitas, atesoran cientos de anécdotas, algunas divertidas y otras más preocupantes. La de tu relato es una rafaga de buen humor.. Suerte en el tintero!
ResponderEliminarSi es cierto que las personas compartimos rasgos con algunos animales, doña Hipólita los ha detectado todos entre los que comparten con ella sala de espera, je, je. ¡¡Qué despliegue de imaginación, Estrella!! :)
ResponderEliminarDesde luego el día estaba gafado para tu protagonista, tal y como ella temía, y no es buena cosa cruzársela en tal circunstancia porque a saber cómo puede terminar una... por los suelos, con las lumbares hechas polvo y en actitud "comprometida" :P
Muy divertido y visual tu relato, gracias por el buen rato que me has hecho pasar.
¡¡Un beso enorme y mucha suerte en el Tintero!!
¡Jajaja! El día estaba gafado para la protagonista y todos los que se le acercaban. El pase de revista a la sala de espera, me ha encantado; vaya zoológico. Pura caricatura. Es tan visual y plástico que te lo vas imaginando.
ResponderEliminarSuerte en el Tintero, estrella.
Un abrazo.
Tu notable y desternillante relato me recuerda una de esas series de TV dónde se va complicando hasta desembocar en un final caótico y absolutamente delirante. Me viene a la memoria, también, la célebre escena del camarote de los hermanos Marx y algunas aventuras de los payasos de la tele. A destacar, además de esperpéntica escena final, esa caída al inicio y todos haciendo fotos, y también la muy lograda descripción del "zoo" de la sala de espera. Mucha Suerte en El Tintero. Un Abrazo, Estrella.
ResponderEliminarBuen ejercicio humorístico, amiga Estrella, que nos ha sacado una gran sonrisa, si no una carcajada, a todos tus lectores; con esa sala de espera que de bien caricaturizada, parecía más bien un zoo, o un circo, o la propia selva... y la protagonista, que en mi caso la imaginaba como la de la imagen inicial, no sé si sugestionado por la misma o por tus excelentes descripciones, o por ambas cosas... ¡Gracias por el buen rato que nos has hecho pasar!
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en EL TINTERO DE ORO.
Un fuerte abrazo.
Magnífica exhibición narrativa y desarrollo de personajes. Y además de regalo un detallado "Bestiario". Gracias por este aporte, estimada colega
ResponderEliminarVaya con Doña Hipólita, está clarísimo que no era su día. Un relato muy divertido, Estrella. Me ha gustado mucho el tono y las descripciones de los pacientes que esperan en la sala. Mucha suerte en el Tintero. Saludos.
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