septiembre 02, 2016

Sin escapatoria

septiembre 02, 2016 22 Comments



Para el concurso"CUENTOS DE MAFIOSOS" convocado por el Círculo de Escritores.

    Un hombre de aspecto joven y mirada cínica, cruzó una avenida envuelto en un largo gabán que le llegaba a los zapatos de charol negro tan relucientes como los rayos que iluminaban la acera por donde caminaba con paso raudo en dirección al Hotel Glamintong, llevaba un sombrero oscuro ladeado hacia la derecha y unos guantes blancos.
    Cuando, por fin entró dentro del edificio dirigiéndose al mostrador de recepción, recibió tres impactos de bala que le dejaron inconsciente rodeado de un pequeño charco de sangre. Nadie quiso ofrecer pistas a la policía en el momento de personarse dos agentes interrogando a los clientes y a los empleados que habían sido testigos del suceso, por lo que sus pesquisas se vieron rodeadas de un gran mutismo, fruto del miedo a posibles represalias por parte del culpable o culpables.
    Desgraciadamente al despertarse de la anestesia en el hospital, Renato Mezzano, había perdido completamente la memoria. Los médicos esperaron algunas semanas antes de darle el alta para ver si ya se hallaba en mejores condiciones mentales, pero fue imposible, continuaba sin saber quien era ni donde estuvo residiendo todo este tiempo, por lo que tuvieron que entregarle su carnet de identidad y someterle a una sesión de hipnosis, en la cual pudo volver a revivir la escena del hotel y el tiroteo, recordando algunos detalles como el rostro de los dos matones que le habían disparado y el nombre de otro desconocido con el que pensaba reunirse esa mañana allí mismo, un tal Giuseppe.
    Cuando por fin le dieron el alta, se dirigió en un taxi hasta el domicilio que figuraba en su carnet, pero al llegar allí, su supuesto destino ya no formaba parte de la realidad, pues la llave del apartamento que tenía en el pantalón no encajó en la cerradura y al tocar al timbre salió una mujer a la que no conocía de nada y que inmediatamente le cerró la puerta en las narices sin darle la oportunidad de excusarse.
    Tras varios días vagando sin rumbo por la ciudad, acabó por visitar una oficina de empleo, donde obtuvo un puesto de trabajo como ayudante de cocina en una pizzería de un famoso centro comercial, lo que le permitía sobrevivir en busca de aquel par de gorilas que atentaron contra su vida.
    Una noche cuando estaba de pie estribado sobre el mostrador de una barra americana de una sala de fiestas, con el cigarrillo en la mano, una joven se le aproximó con una melena rubia capeada y sin flequillo —susurrándole al oído— ¿Te acuerdas de mi? Yo si, eres Renato.
—¿Quien eres y por qué me lo dices?...
—Soy Gina, la chica que conociste en aquel puticlub de carretera, La Rosa Púrpura. Entonces trabajabas de crupier en un casino.
—Está bien, pero ¿por qué lo sabes?...
—Lo sé porque conozco a los dos sicarios que intentaron asesinarte. Uno de ellos, precisamente, es mi marido. Ahora, no te muevas ni intentes pedir ayuda, te estoy apuntando con un revólver. ¡Vamos, mueve el culo y sígueme!
La cámara rodó la escena desde un ángulo normal acercándose lentamente hasta un primer plano, donde los protagonistas actuaban sin guión, interpretando los papeles que el director cinematográfico les había asignado. Se trataba de la opera prima de uno de tantos genios del cine como esos que viven en vuestra imaginación.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados



agosto 28, 2016

Saludos, confidencias y mi cita literaria para la iniciativa del reto.

agosto 28, 2016 36 Comments
Ya de nuevo con vosotros, quiero haceros partícipes de mi experiencia a lo largo de estos seis o siete meses desde que inicié este blog y al mismo tiempo quisiera agradeceros a todos vuestro seguimiento y compañía.

Para seros sincera quiero manifestar que si en un principio la ilusión y las ganas de ponerlo todo en marcha me desbordaron, poco a poco fui consciente de lo que esta actividad puede llegar a estresar, cuando pierdes el rumbo en medio de tantos nuevos lectores y actividades simultáneas que me acompañaron luego. Quiero decir que sin darme cuenta fui cayendo en algunas "trampas" como el "quid pro cuo" (una cosa por otra), la obligación de leer a toda prisa y comentar aquello que había leído previamente en otros blogs amigos, llegar a pedir disculpas porque física y moralmente no me encontraba motivada a responder a tantos comentarios como se me iban acumulando en mis publicaciones y perder muchas horas de sueño por esta actividad lúdica sin ánimo de lucro que me tenía "enganchada" a un estrés diario.

De modo que después de estos meses de reflexión y cierto sosiego vacacional, ya tengo tomada mi decisión de no tropezar con la misma piedra y seguir cometiendo los mismos errores, porque aunque os pueda resultar egoísta o antipático mi nuevo punto de vista, es lo más sensato y adecuado para que pueda seguir adelante con lo que a fin de cuentas me trajo a este espacio, es decir, la necesidad de comunicar lo que brota de mi interior espontáneamente y compartirlo con las personas que me rodean. No os pido tampoco ninguna obligación con todo lo que vaya publicando, ni siquiera que comentéis cuando no os inspire lo que escribo. 

Intentaré compartir aquellas entradas que participen en los concursos donde intervenga, también todas aquellas iniciativas literarias a las que me inviten contarán con mi apoyo y finalmente podéis también contar conmigo para vuestros nuevos proyectos colectivos u otros que ya hayáis emprendido si están dentro de mis posibilidades. Lamento decepcionar a quienes tengáis la amabilidad de compartir mis publicaciones y después comprobéis que no comparto las vuestras o que me retraso a la hora de comentar en vuestros blogs o entradas, pero ya no quiero entrar en esa vorágine que me ha llegado a perturbar el sueño.

Y por último os comento que me quedó pendiente una interesante propuesta de otro buen compañero y escritor,+Francisco Moroz, quien me retó a participar en una nueva iniciativa acerca de publicar tres citas literarias en tres publicaciones diferentes, pues bien, comparto con vosotros mi primera cita, que espero os guste:

"Quien ha alcanzado la libertad de la razón, aunque solo sea en cierta medida,
no puede menos que sentirse en la tierra como un caminante,
pero un caminante que no se dirige hacia un punto de destino pues no lo hay.
Mirará, sin embargo, con ojos bien abiertos todo lo que pase en el mundo,
asimismo, no deberá atar a nada en particular el corazón con demasiada fuerza:
es preciso que tenga también algo del vagabundo al que agrada cambiar de paisaje."

Cita extraída de HUMANO DEMASIADO HUMANO de FRIEDRICH NIETZSCHE



Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

junio 13, 2016

No era un tipo normal

junio 13, 2016 21 Comments

Cuando apenas acababa de cumplir los veinticinco, finalizó con sobresaliente su carrera de periodismo y pensó que le esperaba todo un gran porvenir. De hecho, al principio, se lo rifaban las editoriales más conocidas de la prensa escrita en su país de residencia, pero más adelante, se fueron complicando bastante las cosas. Existía demasiado compadreo y compromisos de por medio, entre los familiares o descendientes de los ejecutivos de estas empresas, a la hora de cubrir los puestos que se quedaban vacantes y él, aquel gran profesional que había demostrado sobradamente sus méritos a lo largo de tantos años, empezaba a comprender que su trayectoria laboral debía corregir el rumbo que hasta entonces había llevado.
Una mañana su director le llamó por teléfono para proponerle viajar hasta una peligrosa zona en pleno conflicto bélico, algo que anteriormente podía rechazar, pero que ahora debía aceptar sin titubeos y así lo hizo.
Se despidió de su mujer que no paraba de acariciarle el rostro con las manos como queriendo memorizarlo, besándola en los labios apasionadamente sin poder evitar que las lágrimas se deslizasen hasta más abajo de su barbilla. Sus tres pequeños también le sujetaban las piernas tratando de que los alzase en el aire y les hiciera el juego del avión...

Una peligrosa emboscada nocturna le dejó peligrosamente herido de muerte en una calle próxima al hotel donde solía ir a dormir. En su estado casi inconsciente vio una luz que iluminaba toda la zona que cubría su herida y como el gran charco de sangre que le rodeaba se disolvía por momentos hasta desaparecer por completo, lo mismo que su herida. De repente, la visión de un ser desconocido le transmitió un estado de bienestar absoluto con un mensaje telepático: "Regresa, no eres de este mundo"

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junio 10, 2016

Un día inolvidable

junio 10, 2016 28 Comments


Este relato participa en el concurso de Relatos "LOL I" de El Círculo de Escritores.


        El día que Argimiro se quedó por fin solo en casa, debido al viaje que su mujer tuvo que realizar por motivos laborales, se frotó las manos pensando:
        "Me libraré unos días de las cantinelas y reproches que mi caricuchi me endilga durante el desayuno, para que llegue al trabajo hecho un basilisco; que si el peque tiene un sarpullido por comer las galletas del dálmata o la niña ya ha empezado a menstruar, que mi nuera se ha vuelto a quedar embarazada y no tiene subsidio o que su madre le dice que soy infiel. ¡Qué manía me tiene esa tunanta ! ¡Y qué decir de doña Gertrudis apostada en el balcón inspeccionando con unos prismáticos a los vecinos que entran y salen del edificio".

       Quería celebrarlo descorchando un exquisito caldo de Cabernet Sauvignon St. Helena 2007, fumarse un habano, irse con su mejor amigo de juerga y andar desnudo en casa, que le subía el nivel de endorfinas y otras cosas. También podría encestar la ropa al desvestirse en el sillón, dejar escapar los pedos que le viniera en gana o ver películas porno. 
       En esas estaba y como dios le trajo al mundo, cuando llamaron al timbre de la puerta. Dudó si abrir o no, aunque al escuchar la voz de doña Gertrudis notó que le temblaban las piernas y solo acertó a decirle que esperase un momento, pero la mujer parecía agobiada e insistió llamando de nuevo, lo cual aumentó sus pulsaciones por minuto:

        Argimiro, ayúdeme por favor, siento como una punzada en el pecho.

        Escuchó un golpe seco y la voz de la mujer pareció extinguirse por completo. 

       —¿Qué puedo hacer? —pensó, si estoy desnudo y ella padece del corazón.

       —¡Abra la puerta don Argimiro! ¡Soy el vecino del tercero! ¡Necesito ayuda para levantarla y llevarla a urgencias!.

       —Si, claro, espere un momento.

      —¿Cómo se le ocurre tener esa cachaza? con lo atenta que es doña Gertrudis. Déjese de chuflas y abra inmediatamente, se lo ordeno como agente de  la autoridad. —le dijo el subteniente Ramírez, que impaciente ante su demora pegó una fuerte patada a la puerta hasta lograr abrirla.

        El cuadro era patético, doña Gertrudis estaba en el suelo completamente pálida. Ramírez sujetaba un abanico que le dio otra vecina recostada en el suelo tratando de auxiliarla. Cuatro vecinas que acudieron con una jarra con agua y un vaso a rebosar, por si hacía falta. Otras tres personas más, que aparecieron cuando nadie las llamaba, pero que casualmente pasaban por el rellano y escucharon el estruendo de la puerta; don Argimiro exhibiendo sus vergüenzas, atónito y sin emitir palabra, lo cual desconcertó a la vecina que tenía la jarra y acabó derramando su contenido encima de las tres personas que estaban delante sin perderse nada de lo que pasaba, debido a lo cual empezaron a emitir tal griterío que el subteniente se vio obligado a sacar un pañuelo que llevaba en el bolsillo y secarles la cara, suficiente excusa para que "distraídamente" resbalase las manos por el contorno de sus senos disimulándolo luego entre carraspeos, como si nada hubiera pasado. Ellas emocionadas por su "galantería" no le dieron importancia, al contrario, les había estimulado cierta necesidad física que tenían anestesiada desde hacía tiempo.

—¡Tápese que hay señoras delante! —exclamó el subteniente exaltado— lo que motivó que la mujer con el abanico en la mano le diera en los ojos a la que estaba de rodillas junto a doña Gertrudis, cayéndose encima de ella, circunstancia propicia para reanimarla.

—¡Qué bien armado anda usted, menudo instrumento! ¡Hágame suya, don Argimiro! —suplicó doña Gertrudis, fuera de si.
 
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

Medalla de BRONCE en este concurso

junio 04, 2016

DON PERFECTO Y DOÑA PERPETUA

junio 04, 2016 20 Comments

         El cielo amaneció empedrado de grisácea humareda, algo nada apetecible para acudir a su trabajo de luthier, que durante tanto tiempo le ocupaba la mayor parte del día. Era todo un personaje muy querido y popular entre los parroquianos que le visitaban en el caso de que alguno de sus instrumentos de cuerda se les estropease. Todos le llamaban don Perfecto, que además de ser su nombre de pila también hacía alusión a su forma de ser tan autoexigente, que le mantenía en un estado de permanente insatisfacción e inseguridad, temiendo que en cualquier momento pudiera ocurrirle un imprevisto que le privara del autocontrol y que sus ficticios defectos pudieran revelarse.

         Al abrir el establecimiento al público, entró la mujer del enterrador, doña Perpetua, cuyo nombre también decía mucho a su favor, debido a su grácil aspecto que le hacía parecer mucho más joven de lo que era en realidad.
        Venía para entregarle una vieja y destartalada guitarra, que en noches de luna clara y cuando su tonalidad era armónica, entonaba preciosas melodías incompletas, que al bueno de su marido le hacían sollozar.

        —Buenos días, doña Perpetua, déjeme que le eche un vistazo a esa obra de arte, que para mi supondrá un gran reto devolvérsela a su primitivo estado. Por cierto, luce usted hoy cual bocatto di cardinale en ayuno y penitencia, que es como ahora me siento delante de usted, más no quiero profanar el altar de su decencia y me limito a callar.

        —¡No faltaba más!, mi querido don Perfecto, examíneme... ¡Cielo santo, qué estoy diciendo! Revise el instrumento las veces que haga falta y luego usted decida qué solución tiene. Lo que puedo decirle es que aprender a mi edad el solfeo no lo veo prudente, por eso siempre me dejo llevar por lo que me dicta mi conciencia, que me anima a cantar al tuntún. Tampoco es ningún disparate, porque al fin y al cabo el único que me escucha es mi marido y está más sordo que una tapia.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados


mayo 27, 2016

Te escribo para reinventarte

mayo 27, 2016 26 Comments

Concurso de microrrelatos de El Círculo de Escritores "MICROLOVE III"


No fue necesaria la llave, aquella mañana de domingo la puerta cedió con un fuerte chirrido al hacer fuerza con mi hombro. Aquello me animó a traspasar el umbral del desván, que en otra época, según me había contado mi abuelo "el pintor", había sido su lugar habitual de trabajo, pero que nunca quiso permitir, a nadie más que a sus hijos, visitarlo, desde que su mujer decidió separarse definitivamente de su lado e irse a vivir a otra ciudad, muy lejos de aquella donde había nacido y donde también había mantenido una buena relación junto a su marido.
La estancia estaba medio en penumbra, lo que me obligó a subir las persianas y tirar con fuerza de la manilla de las ventanas que permanecían atascadas por el paso del tiempo sin abrirse. El sol inundó toda la estancia lo que me permitió contemplar varios caballetes desvencijados manchados de pintura, así como en las paredes amontonados y cubiertos de sábanas enmohecidas montones de bastidores y lienzos sueltos. Me dí cuenta que en las paredes colgaban algunos cuadros de estilo abstracto y surrealista, hasta que mi mirada se quedó inmóvil en uno que estaba detrás de unas estanterías, apartado del resto. A duras penas conseguí sacarlo de donde estaba, luego lo coloqué en el suelo apoyado contra uno de los caballetes y después le dí la vuelta para extraer un folio amarillento y arrugado que permanecía sujeto al bastidor. Al instante me sobrecogió la curiosidad por lo que no dudé en leerlo, se trataba de un poema dedicado a mi abuelo por una supuesta amante o amiga:

Te escribo para reinventarte,
para recorrer una a una
las huellas que dejaste en mi cintura,
o el diligente deseo
que de noche naufraga
al encuentro perfecto
de caricias simétricas.

En esas noches sin fin y desveladas,
recorto tu silueta enajenada,
bordeando el paisaje del recuerdo, 
como una escultora en ciernes
moldea lentamente con sus manos
la arcilla de nuestros deseos cómplices,
o el barro en el que nos proyectamos.

Sabiendo que el cariño permanece
grabado con caricias en la piel,
borraré mis lágrimas de antaño
que mancharon mis cuartillas de papel
cuando escribía tu nombre 
en las esquinas dobladas del ayer.

Porque quise amar de otra manera, 
porque amar fue la razón de mi quimera,
porque emprendí mil viajes que debí retrasar,
porque complejo es el amor que no sabe esperar,
porque contigo el amor no fue pesar.

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados

mayo 18, 2016

Eternal Love

mayo 18, 2016 27 Comments


Concurso de microrrelatos de El Círculo de Escritores "MICROLOVE III"



Cuando cerró la ventana del comedor, Hortensia sabía que todo podía suceder. Entonces preparó como otras mañanas el desayuno y depositó las tazas de porcelana encima de la mesa del comedor, lentamente fue colocando todos los útiles necesarios y por último movió de dentro de la mesa hacia fuera, la silla que estaba frente a la ventana, y le esperó hasta que estuvo sentado, ella no cesaba de mirarlo embobada, hablándole de los planes que tenían previstos y de sus preocupaciones cotidianas.

-Cariño, ¿sabes que precisamente hoy es nuestro sesenta aniversario de boda?... Si, no hace falta que digas nada, veo en tu rostro la gratitud y felicidad de haber estado tanto tiempo juntos. Venga, acábate el té, que ya estoy preparada para nuestro postrero baile.

Al cabo de unos minutos, Doña Hortensia estaba bajando en el ascensor dentro de una caja de caoba que otros dos operarios trataban con mucha pericia de sujetar para que no se moviera en el trayecto. La familia al completo esperaba impaciente en el rellano de la entrada para acompañarla en su último viaje. 

Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados