Alejandro (reto-micro El Tintero de Oro)
Estrella Amaranto
julio 17, 2019
31 Comments
Antes de abrir la puerta del hospital, su madre tenía claro su nombre.
De pequeño dio muestras de desvergüenza y espontaneidad, pero no fue hasta los siete, que bajo aquella apariencia, reveló esconder un gran temor a hacer el ridículo; controlando sus impulsos, abandonó su costumbre de decir palabrotas y al cumplir los diez, su maestra reconocía que era educado y perspicaz. De los doce en adelante recogía tapones de plástico para donarlos a proyectos solidarios y a los dieciséis acompañaba a personas en exclusión social.
No pudo realizar una carrera, aunque si consiguió vivir con dignidad; tuvo pocos pero grandes amigos tan altruistas como él. Nunca le dedicaron ninguna plaza, ni calle minúscula, ni la letra de una canción...
En su último adiós, se mantuvo lúcido para evocar el mensaje, que le transmitió su madre antes de nacer: «Alejandro, el que proteje al hombre; el que le alivia de su miseria y desgracia.»
Su familia le hizo un sencillo funeral y los vecinos del barrio llenaron de flores su ataúd. Luego sus lágrimas inundaron su tumba hasta formar un río donde navegó post-mortem.
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados
De pequeño dio muestras de desvergüenza y espontaneidad, pero no fue hasta los siete, que bajo aquella apariencia, reveló esconder un gran temor a hacer el ridículo; controlando sus impulsos, abandonó su costumbre de decir palabrotas y al cumplir los diez, su maestra reconocía que era educado y perspicaz. De los doce en adelante recogía tapones de plástico para donarlos a proyectos solidarios y a los dieciséis acompañaba a personas en exclusión social.
No pudo realizar una carrera, aunque si consiguió vivir con dignidad; tuvo pocos pero grandes amigos tan altruistas como él. Nunca le dedicaron ninguna plaza, ni calle minúscula, ni la letra de una canción...
En su último adiós, se mantuvo lúcido para evocar el mensaje, que le transmitió su madre antes de nacer: «Alejandro, el que proteje al hombre; el que le alivia de su miseria y desgracia.»
Su familia le hizo un sencillo funeral y los vecinos del barrio llenaron de flores su ataúd. Luego sus lágrimas inundaron su tumba hasta formar un río donde navegó post-mortem.
Estrella Amaranto © Todos los derechos reservados