—Me llamo Armando Guerra, encantado de conocerle, don Evaristo —le saludó dándole un cordial apretón de manos y mostrándole en todo momento su mejor sonrisa, añadiendo a continuación —estoy aquí para entregarle este paquete, que a su vez, alguien de su entorno me lo ha dado, con el fin de que se lo haga llegar a usted.
—¿Puedo preguntarle la identidad de esa persona que le ha dado el paquete?
—No estoy autorizado para decírselo. Únicamente me ha pedido que no lo abra hasta que yo me haya ido.
—¿Y si le entrego una importante suma de dinero, me lo dirá?
—No, no admito sobornos de ningún tipo. ¡Hasta la vista, un placer haberle conocido! —dando un resoplido, Armando se incorporó y desapareció por la puerta.
Entonces, don Evaristo le indicó telefónicamente a su secretaria, que de momento, no estaba disponible para nuevas visitas, hasta que se lo indicara. Luego cogió el cortaplumas, rasgando la parte de la cinta adhesiva que lo recubría, y lo abrió, mirando con curiosidad en su interior. Allí había unas gafas y un sobre cerrado.
Se trataba de un dibujo garabateado por su hijo y que su profesora lo había introducido en aquel sobre. En el reverso pudo leer una frase: «Con estas gafas podrá ver como perdió el tiempo, la salud y el amor de los suyos por el dinero. Ahora puede recuperar esos dones aunque tenga que perder todo su dinero».
De forma espontánea, comenzó a visualizar una vertiginosa sucesión de imágenes, comparables a flashes atrapados en su memoria, que poco a poco se liberaban para mostrarle instantes de su pasado: la boda con Zaira, el nacimiento de sus tres hijos, su nombramiento como asesor comercial, el trágico accidente, el funeral de todos sus seres queridos, su ascenso a director general de la empresa...
No tuvo que pensárselo dos veces, tomó las gafas y con ellas puestas desapareció su despacho, su escritorio, su secretaria... En cambio, ahora estaba en una humilde chabola junto a sus tres hijos y su mujer, haciendo canastillos de mimbre, con la sonrisa dibujada en los labios y al más pequeño subido a sus hombros.
—¿Papá, por qué nos miras así?
—¿Cómo, hijo mío?
—¡Cómo si no existiéramos!
Si todos tuviéramos a mano unas gafas mágicas como esas, conociendo su poder, caeríamos sin duda en la tentación de usarlas para ver lo que fue y lo que pudo ser. Lo malo sería que, viendo nuestros errores, no pudiéramos dar marcha atrás. Ojalá que Evaristo pudiera hacerlo y decidiera quedarse en el pasado con su familia.
ResponderEliminarUn hermoso cuento, Estrella, que nos muestra que el dinero no siempre va ligado a la felicidad.
Un abrazo.
¡Buenos días!
ResponderEliminarAinnnns la avaricia desmedida y la adicción al trabajo suelen ser incompatibles con la familia, y está claro que el dinero no da la felicidad.
Yo creo que esas gafas mágicas las necesita mucha gente.
Estupendo relato y muy feliz semana.
Me has recordado al señor Scrooge enfrentándose a los espíritus de las Navidades. En este caso son unas gafas mágicas las que le hacen ver a Evaristo, perdón, Don Evaristo, cómo puede ser su vida.
ResponderEliminarMuy... mágico.
Un beso.
Qué bonita lección,mi querida amiga. A veces,vamos posponiendo la vida por seguir ascendiendo en la misma, y cuando nos venimos a dar cuenta solo estamos nosotros con nuestro triunfo. Algo sin Alma ni calor en los momentos más importantes.
ResponderEliminarMe ha encantado cómo la has acompañado con esta música.
Mil besitos con cariño y feliz entrada de otoño ❤️
Todos tenemos a nuestro alcance las gafas maravillosas.. Las usaremos o no depende solo de nosotros y nuestra imaginación. Cuando creamos lo que queremos ver, todos podemos hacerlo los que tienen dinero los enfermos los sanos, en ese momento es la pintura que creamos. Es así de fácil vivir y quizás escribir lo que se siente porque mientras vas escribiendo vas poniendo dentro de tu mente los pasos a seguir creando la magia del camino a seguir
ResponderEliminarUn abrazo siempre para vos querida
Unas gafas como esas nos harían rectificar muchas cosas a algunos. Yes que el tiempo perdido en cosas banales es irrecuperable.
ResponderEliminarAleccionadora historia.
Un abrazo, amiga.
Usemos más amenudo esas gafas.
ResponderEliminarBuena semana.
Un abrazo.
Son muchos los ciegos que se niegan a dar prioridad a lo verdaderamente importante.
ResponderEliminarEl padre mira y los niños no existen a los ojos del padre,¿hay algo más triste?
Un abrazo Estrella, buen aporte compañera.
El poder de recuperar los momentos perdidos... los valiosos, los que no vuelven ni se compran con dinero. Recuperar a los seres queridos... los que se fueron, los que nos esperaron en vano...
ResponderEliminarTu escrito me ha parecido maravilloso. Felicidades y un placer leerte.
Estrella, esa frase final es impactante. ¿A cuántos de los que amamos miramos a diario como si, de algún modo, no existieran? O nos relacionamos con ellos como si no existieran, como si no nos necesitaran ahora... quizás porque los creemos seguros.
ResponderEliminarA veces no encontramos la felicidad porque buscamos donde no podemos hallarla.
Besos
PD. Deberíamos pensarlo bien antes de abrir un paquete entregado por alguien que se llama Armando Guerra. ;)
Volver a empezar desde otro punto de vista, el del amor por la familia por encima de la propia carrera profesional. Eso le ofrecen las gafas mágicas y Evaristo tiene una segunda oportunidad, ojalá, después de la experiencia anterior, sepa aprovecharla.
ResponderEliminarUn micro que deja un sabio mensaje, Estrella.
Abrazo grande.
Estrella que bien haces llegar este mensaje contundente. Y pensar que esas gafas vienen en forma de tantas cosas, enfermedades, tragedias y catastrofes familiares, algunas sacudidas que nos hacen ver las cosas con el corazón y darles su justo lugar y valor.
ResponderEliminarMe hiciste recordar el libro "El monje que vendió su ferrari" de Robin S. Sharma, por el mensaje que encierra.
Feliz semana querida.
Un precioso texto para reflexionar antes de que sea demasiado tarde y el dinero nos haga perder la vida, mejor seguir humilde haciendo canastillos de mimbre..... Saludos Estrella
ResponderEliminar¡Hola Estrella! Las personas tendemos a pensar que todo lo que nos rodea y queremos estará siempre ahí esperándonos, hasta que un día vas a mirar y no encuentras nada.
ResponderEliminarUn texto emotivo que te hace pensar.
Saludos y feliz semana:-)
¡Lo clavaste, Estrella! Pienso que unas gafas así deberían dárnoslas junto a la canastilla de bebé nada más nacer. Conforme ¿maduramos? vamos desenfocándonos, hasta que llega el momento en el que ni sabemos por qué hacemos lo que hacemos. Siempre deberíamos salir de casa con esas gafas. ¡Reto superadísimo! Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarQué bonito cuento, Estrella. Con una moraleja muy valiosa. Es una pena, que no demos el valor que le corresponde al tiempo y a la pérdida de este. A veces uno vive abocado a correr de aquí para allá, pero al final, qué nos queda. Lo más importe sin duda, el amor y afecto de los que nos rodean.
ResponderEliminarPrecioso de verdad.
Un beso enorme.
Hola Estrella, qué importantes son esas gafas mágicas y aprender a valorar lo importante. En un mundo tan vanidoso en el que parece que se te tiene en cuenta por lo que acumulas es importante darse cuenta que las cosas importantes ni se compran ni se venden.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Un beso de vuelta
Buen cuento. Un final bien hecho.
ResponderEliminarUna preciosa historia querida Estrella. Pasamos por la vida queriendo atesorar bienes materiales cuando lo verdaderamente importante nada tiene que ver ni con el dinero ni la posición social ni nada material. A veces ocurre que puede ser tarde cuando nos damos cuenta de todo lo que hemos perdido con el afán de subir escalones en la vida.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso a tu hermoso Ser y un cargamento bien repleto de besos cósmicos, mi querida amiga.
Nos has intrigado hasta el último momento. Una historia con mucho misterio.
ResponderEliminarSAludos.
Jo, Estrella, cómo molaría que me regalaran a mí unas gafas así. No obstante, el problema está en que la mayor parte de las veces, tenemos las gafas puestas y seguimos sin ver ¡El ser humano es así de torpe!
ResponderEliminarUna historia para reflexionar, desde luego.
Un besazo
Hola Estrella, no puedo entrar a Artesana del Verso, por mas que intento me dirige a este sitio:
ResponderEliminarhttps://www.soratemplates.com/
No se que pasa y lo sigo intentando varias veces y sigue dirigiéndome a esa web.
Saludos
Happiness with family is the best.
ResponderEliminarLovely story, Estrella!
Hugs!
Desde luego este relato es la propia vida de muchos, donde no saben ver más allá de su trabajo para subir y luego darse la ostia implicada por no tener a mano esas gafas mágicas. Me encanta como escribes. Abrazos amiga mía.
ResponderEliminarPrecioso y con una moraleja y reflexión importante.gracias por transmitirlo tan puro en tus escritos.honradas de leerte y disfrutarte! !
ResponderEliminarQué triste pero dulce a la vez. Muy tierno que eligiera la visión junto a su familia, en lugar de su presente lleno de cosas materiales.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
Es agradable pensar que uno pueda enmendar sus errores,... dar marcha atrás,... retroceder en el tiempo,... aunque eso no sea posible...
ResponderEliminarCierto, que si pudiera patentar este invento me haría millonaria, pero prefiero serlo de lectores, que puedan imaginarse o ayudarse de sus mágicos poderes, pues mi propósito desde el inicio de crear el micro, no ha sido otro, que el poder transmitir nada más que una chispita de consciencia y cierta dosis de ilusión, algo que por vuestros valiosos y atentos comentarios, es evidente que lo he logrado.
ResponderEliminarTambién me siento muy complacida de formar parte del grupo del TINTERO y colaborar en este segundo reto, que con tanto ingenio nos ha planteado nuestro compañero y amigo David Rubio, a quien le manifiesto públicamente, mi agradecimiento como motivador de tan estupenda iniciativa.
Bienvenidos seáis mis nuevos comentaristas: Alexander Strauffon, Manuela Fernández y Cyn.
Finalmente os doy a quienes habéis llegado hasta aquí mis más sentidas y generosas gracias.
JOSEP Mª PANADÉS - MARIGEM - ROSA BERROS CANURIA - AURORATRIS - RECOMENZAR - FRANCISCO MOROZ - LAURA M. - TARA - GALILEA - ALÍS - MIRELLA S. - I.HAROLINA PAYANO T. - SANDRA FIGUEROA - LEBASI LEBAM - DAVID RUBIO SÁNCHEZ - IRENE F. GARZA - CONXITA C. - ALEXANDER STRUFFON - MARINA - MANUELA FERNÁNDEZ - EL MUNDO CON ELLA - EVI ERLINDA - YONOSOYMILLENIUM - ANI - BUHOEVANESCENTE - CYN Y EL BAILE DE NORTE.
Os dejo un abrazo con cariño para cada uno y que disfrutéis de un buen comienzo de semana.
Paso a dejarte saludos amiga. Gracias por estar en mi rincón de tristezas.
ResponderEliminarDicen que el dinero da la felicidad pero es el principal causante de todas las desgracias. Espero que Don Evaristo quede en paz en la pequeña chabola haciendo canastillos de mimbre con las manos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Estrella.
Hola Estrella,
ResponderEliminarSe le paso lo importante que era dividir sus tiempos, negocio y familia, y comprometerse a cumplirlos. Tuvo la gran suerte que alguien le enviara ese misterioso paquete, ofreciéndole una segunda oportunidad. Me gusto mucho esa moraleja y esa hermosa canción.
Abrazo!
Tenía ganas de leerte este relato, Estrella. Las gafas fueron bien utilizadas, es una magnífica reflexión la que conlleva. Si todos pudiéramos ver a través de unas gafas así, muchos tomaríamos otra dirección, nos trasladaríamos a otra realidad sin dudarlo.
ResponderEliminarGenial la forma de utilizar el objeto mágico.
Me encantó.
Un abrazo bien fuerte, mi querida amiga.
Deberíamos tener varios pares de gafas como las de tu protagonista, para regalar a quien no sabe mirar hacia atrás.
ResponderEliminarMira por donde coincidimos en el objeto mágico.
Un abrazo Estrella
Puri
Ojalá existieran esas gafas para poder volver atrás y recuperar a los que ya no nos acompañan. Este micro me hace soñar. Bonita magia la que has creado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una propuesta muy atractiva, para un reto de objetos mágicos. Las gafas que permiten ver lo que no se vé pero se presiente porque se sabe. Buen manejo de las herramientas narrativas. Gracias Estrella
ResponderEliminar¡Hola! Una historia que sin duda invita a la reflexión. Los placeres de la vida se encuentran en lo más sencillo.
ResponderEliminarUn abrazo.